Estrenos: «Orgullo, prejuicio y zombies», de Burt Steers
El título de la película, como el de la novela en la que se basa, deja bastante en evidencia de qué trata. Es una adaptación al cine del éxito literario de 2009 que combinaba la novela de Jane Austen ORGULLO Y PREJUICIO –por momentos citando párrafos exactos, al punto que tenía a la propia Austen […]
El título de la película, como el de la novela en la que se basa, deja bastante en evidencia de qué trata. Es una adaptación al cine del éxito literario de 2009 que combinaba la novela de Jane Austen ORGULLO Y PREJUICIO –por momentos citando párrafos exactos, al punto que tenía a la propia Austen como «coautora»– con una historia de ataques de zombies, haciendo que la trama romántica del texto original se viera, literalmente, invadida por un ejército de «muertos vivos». Pero la película no se decide del todo a convertirse en una parodia hecha y derecha ni tampoco a tomarse su trama del todo en serio. Trata de mantenerse en un tono «ingenioso» que le resulta muy difícil sostener por lo que, más allá de algunas escenas simpáticas, ocurrentes e ingeniosas, termina girando en falso sin ir para ningún lado particularmente interesante.
A la trama de la novela de Austen el escritor Seth Grahame-Smith (autor también del similar mash- up ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS) le sumó una historia que rápidamente se explica durante los títulos de la película, luego que vemos al ahora Coronel Darcy (Sam Riley) descubrir y matar salvajemente a un zombie que se hace pasar por humano en una reunión social donde se juega a las cartas. Allí se nos cuenta –demasiado velozmente– los siglos de peleas contra los zombies hasta llegar a la Inglaterra del siglo XIX en la que la amenaza contra la humanidad parece ser definitiva y terminal.
En medio de todo esto las cinco hermanas Bennet parecen más bien las protagonistas de KILL BILL que de una novela decimonónica, ya que su padre (Charles Dance, uno de los dos coprotagonistas de la película que trae la «chapa» de GAME OF THRONES) las ha enviado a entrenar a China para combatir con las temibles criaturitas. Pero los Bennet están cortos de efectivo y la madre quiere casar a las chicas con la gente correcta y adinerada. Es así que las dos hermanas mayores son exhibidas en un baile social llamando la atención del esquivo Darcy y el más romántico Bingley (Douglas Booth). Bingley y Jane (Bella Heathcote) conectan rápidamente, pero las cosas serán más difíciles para Darcy y Elizabeth (Lily James) por los motivos que, bueno, ya dejaba entrever el título de la novela original, al que hay que sumarle que ambos están más ocupados y preocupados por los zombies que por cualquier cosa que se parezca a un romance.
Esos tres ítems impiden la concreción del romance y llevan a ambos a dar los conocidos giros e idas y vueltas personales, giros que aquí se conectan con la cacería de los muertos vivos, bastante clásicos en su forma de moverse y atacar, más allá de algunas especificidades que iremos descubriendo. Está Mr. Wickham (Jack Huston), rival de Darcy por el corazón de Elizabeth, que también tiene su conexión con los zombies; el párroco Mr. Collins (Matt Smith, protagonista por muchos años de DR. WHO) que busca esposa entre las chicas Bennet, y la noble Lady Catherine de Bourgh (Lena Headey, la otra estrella de GAME OF THRONES) que en este caso es una famosa asesina de zombies.
Al director Burt Steers no parecen interesarle demasiado las batallas contra los zombies y da la impresión que las criaturas están allí solo para provocar algún que otro intrascendente susto y shock visual. Y la combinación de comedia, drama, romance y película de terror es una operación demasiado complicada como para ser manejada por alguien que no tiene el talento y/o el conocimiento suficiente para tener todos esos motores en funcionamiento al mismo tiempo. Los actores están en registros diferentes (algunos, como Smith y Headey, en plan parodia; mientras que James y Riley parecen tomarse el asunto un tanto más en serio) y la película –más allá de un par de bromas graciosas y algún momento de inspirado humor visual– nunca trasciende su concepto regidor.