Estrenos: «Sólo la verdad», de James Vanderbilt

Estrenos: «Sólo la verdad», de James Vanderbilt

por - Críticas
30 Mar, 2016 06:24 | comentarios

A veces poner una película frente a otra puede servir para dejar claro ciertas diferencias. A SOLO LA VERDAD le tocó la (mala) suerte de darse a conocer mundialmente para las mismas fechas que lo hizo EN PRIMERA PLANA, la película de Tom McCarthy que terminó ganando el Oscar a la mejor del año. Y […]

truth-movie-posterA veces poner una película frente a otra puede servir para dejar claro ciertas diferencias. A SOLO LA VERDAD le tocó la (mala) suerte de darse a conocer mundialmente para las mismas fechas que lo hizo EN PRIMERA PLANA, la película de Tom McCarthy que terminó ganando el Oscar a la mejor del año. Y la comparación la mata. O, si no la mata, desnuda muchos de sus problemas. En otro momento, quizás, uno podría no darse cuenta tan fácilmente de ciertas falsedades, imposturas y trucos que tiene la película, pero puesta una frente a la otra las diferencias se hacen más que evidentes. Todo lo que en aquel filme suena realista y verdadero, aquí se vuelve forzado, «hollywoodizado» al extremo.

 

No se trata de una mala película y es cierto, también, que el mundo de las noticias televisivas tiene códigos que no son iguales a los de la prensa escrita, pero de todos modos el guión, el tratamiento visual y las actuaciones se revelan como mucho más convencionales y de «fórmula» que en el otro filme. SOLO LA VERDAD se centra también en un caso de investigación periodística real, el que realizó el programa de TV «60 Minutos» en 2004 tratando de desacreditar los archivos del servicio militar del entonces presidente George W. Bush, que en ese entonces buscaba la reelección.

truth_stillEl filme se centra en el trabajo del equipo de producción que encabezó Mary Mapes (Cate Blanchett) tratando de conseguir testimonios en cámara y datos fehacientes que confirmaran que Bush había mentido en su record militar y que lo había hecho para evitar ir a la Guerra de Vietnam. La información que Mapes recoge con la ayuda de Mike Smith (Topher Grace), el Coronel Roger Charles (Dennis Quaid) y Lucy Scott (Elisabeth Moss, desaprovechada) no termina de ser del todo concluyente pero igualmente se hace el segmento que condujo el famoso presentador de noticias de la CBS, Dan Rather (Robert Redford). Ahí recién empezaron los problemas ya que, quizás, la información podía estar equivocada. O, al menos, dejaba los suficientes huecos abiertos y dudosos como para ser cuestionada por los defensores del presidente.

Lo interesante del filme respecto a EN PRIMERA PLANA es que tiene una mirada mucho más cínica y probablemente más realista de las relaciones entre los medios y el poder. Allá donde el Boston Globe podía ir contra la Iglesia sin demasiados contratiempos políticos, a la CBS se le complica ir a fondo contra Bush porque, bueno, hay demasiados intereses cruzados de por medio y todos ellos salen a la luz cuando los periodistas de investigación dejan un bache no del todo bien cubierto en el informe. La información que tienen puede ser cierta, pero si las pruebas no están de acuerdo a los parámetros y la medida del buen periodismo de investigación, todo puede desarmarse rápidamente. Hasta las carreras profesionales de quienes cometieron esos errores.

truth1El problema de la película es que, más allá de que su mirada global sobre las relaciones entre los periodistas, los dueños de los medios y el poder político y militar sea sensata, la forma en la que la historia se desarrolla no escapa de lo convencional. Cuando EN PRIMERA PLANA se estrenó muchos la acusaron de ser un «telefilme» por su estética simple y sin demasiado «vuelo». Pero en realidad es ésta la película a la que esa acusación le cabe un poco más, ya que le impone a ese universo sucio y complicado una estética prolija y algo glamorosa, una serie de «lecturas» (digamos, «bajadas de línea») que los personajes se hacen entre sí cuando es obvio que son mensajes al espectador y otras líneas narrativas de prefabricado suspenso que tienen más que ver con un episodio de CSI que con el realismo de redacción puro y duro de la película de McCarthy.

Esos momentos de «alto impacto» –confrontaciones subrayadas, héroes y villanos casi exagerados, escenas de falso sentimentalismo– conspiran contra la credibilidad de un filme que, de todos modos, sostiene su interés gracias a una historia de por sí riquísima en contradicciones y a un elenco extraordinario sostenido por la enorme Blanchett, que mejora cualquier cosa en la que le toque actuar. Aún una película sobre la televisión que parece hecha para la televisión…