BAFICI 2016: A modo de balance
Mientras veía LA NOCHE, de Edgardo Castro –con Graciela Borges sentada atrás, lo cual me hacía sentir algo similar a la incomodidad de ver una película porno con mi madre al lado– se me cruzaba una y otra vez por la cabeza la casualidad de que esta película se esté dando en el mismo año […]
Mientras veía LA NOCHE, de Edgardo Castro –con Graciela Borges sentada atrás, lo cual me hacía sentir algo similar a la incomodidad de ver una película porno con mi madre al lado– se me cruzaba una y otra vez por la cabeza la casualidad de que esta película se esté dando en el mismo año en el que el BAFICI cumple 18 ediciones. Esa «mayoría de edad» del festival, uno podría pensar, es la que le permite programar películas como ésa y estar habilitado –simbólica, metafóricamente hablando– para verla. Esa combinación de factores casuales da como resultado una conclusión evidente: la mayoría de edad no tiene que venir con un aburguesamiento, con una comodidad, sino con la claridad para tomar riesgos, aventurarse a cosas que antes estaban «prohibidas».
Es por eso que creo que LA NOCHE fue la película más importante de este BAFICI y la más icónica de las últimas ediciones, en esa línea cuyos últimos hitos clave fueron HISTORIAS EXTRAORDINARIAS y EL ESTUDIANTE, la primera por su radical recuperación del espíritu narrativo, la segunda por devolver al cine argentino de ficción al espacio de discusión política. La operación que hace LA NOCHE es otra pero es igual o más importante para el llamado Nuevo Cine Argentino: lo abre a un mundo muy poco transitado, lo lleva directamente a un terreno del sexo sin tapujos en una cinematografía que lo trata como un tema tabú, le suma complejidades/diversidades sexuales sin ningún tipo de subrayado y juicio de valor, lo mete de lleno en el mundo del consumo de drogas sin usarlas como elemento dramático determinante y, acaso lo más importante de todo, hace todo esto sin intención de shockear, sacudir o espantar. Piensen otra película argentina que podría llegar a ser calificada dentro del rubro «para mayores de 18 años» y –sin contar algunas experimentales– seguramente no se les ocurrirá ninguna.
Las decisiones de los jurados suelen ser consensuadas y/o salomónicas por lo que era esperable que la película no ganara el premio mayor, aunque su segundo premio deja en claro que LA NOCHE tuvo sus fuertes defensores en el jurado de la competencia internacional. Finalmente, es un tema menor: las películas que trascienden lo hacen por peso propio y no por los galardones. HISTORIAS EXTRAORDINARIAS no ganó el premio principal, EL ESTUDIANTE tampoco. Las películas que marcan giros de ese tipo suelen ser recibidas con dudas y su peso se aprecia después, con el correr de los días, semanas, meses. La que ganó fue LA ULTIMA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS, otra muy buena película también, pero que representa otra idea o metáfora respecto a esa mayoría de edad: la idea del asentamiento, de un cine serio, adulto, prolijo, bien hecho, correcto y casi irreprochable en sus valores. Pero que no representa tanto riesgo, no se lanza al vacío (narrativo, sexual, existencial) de la película de Castro.
Si hablamos de películas en relación a festivales, la que debería seguir representando esa idea mutante llamada BAFICI es LA NOCHE. Es el tipo de filme que le da identidad y personalidad como festival, la que lo distingue del resto. LA ULTIMA NOCHE…, en cambio, es una de esas sólidas películas que cualquier festival y jurado aceptará, reconocerá y premiará. Siguiendo una idea un tanto vieja de cómo funcionan los festivales en Argentina (ya no son tan claras las diferencias como lo eran antaño), uno podría decir que es una película que debería haber competido en el Festival de Mar del Plata. Es nuestra prestigiosa película del 2016, el aplicado alumno que seguramente nos representará muy bien en todas las competencias internacionales.
LA NOCHE, en cambio, es nuestra película sucia y desprolija, rockera, infernal por momentos, luminosa en otros, pocos. Triste, despojada, abismal. La opera prima de Edgardo Castro no es una película entrenada en escuelas de cine ni pasó por foros, laboratorios, sesiones de pitching y encuentros de coproducción. Es la expresión del dolor, la angustia, la vida de una persona, lo que podría ser un diario íntimo filmado, sin aparentes filtros. A la película le falta y le sobra, es épica y excesiva pero también minimalista y silenciosa. Ningún tutor la habría aprobado así como está. Le falta un nudo argumental más claro, dirían. Una motivación, un trauma. Le sobran fellatios, las escenas son muy largas, no se escucha bien, no siempre se ve bien. Todo lo que la hace única e irrepetible –esos excesos– serían limpiados por los comités de similar manera a la que seguramente le escaparán muchos programadores, festivales y jurados en lo que queda del año si no hacemos nada para evitarlo. Esos excesos son los que la hacen una película importante (no «polémica», que no lo es) y personal del primer plano hasta el último. Y cada vez hay menos de esas…
Tengo la impresión de que el BAFICI vibra a partir de películas como LA NOCHE. Son su razón de ser, más allá de los premios. Son las que abren territorios inexplorados, las que justifican la existencia del festival y lo distinguen de muchos otros. Mi balance, entonces, es concentrado y se centra en una sola película. No es mi intención hacer un análisis global de la programación ni de los eventos, mesas redondas o la organización (siento que los que trabajamos para otros festivales no deberíamos meternos en esas lides, es como decirle a otros padres como educar a sus hijos, aunque esta es una idea que no todos mis colegas comparten), sino de tomar LA NOCHE como un síntoma del espíritu del BAFICI, la película que deja en claro que, para un festival, llegar a la mayoría de edad debería ser una invitación a abrir puertas y no a cerrarlas, una chance para salir al mundo y ver lo que pasa allá afuera, ahí donde no tenemos los mapas que nos marcan los caminos a seguir.
Es atendible e interesante tu análisis, pero me cuesta entender cómo muchos críticos (los críticos «autorizados» o influyentes, podríamos decir) hablan de que la película toma «riesgos» por «aventurarse a cosas que antes estaban prohibidas» y, al mismo tiempo, restarle importancia a los desnudos y escenas de sexo (vos mismo, Diego, señalás que sentías estar viendo «una porno» frente a G.Borges, medio en broma lo decís, pero por algo lo decís…) Fuera de lo sexual explícito ¿qué estaba prohibido antes de esta película? ¿No es más cómodo que ese «espacio de discusión política» al que hacés mención dependa de una historia individual, sórdida y con escenas de sexo (que siempre garpan en los festivales), que transcurra en Bs As, sin referencias concretas a problemas sociales-políticos-económicos puntuales (la «soledad en las grandes ciudades» es algo muy general y transitado por el cine de todas partes del mundo)? La película tiene méritos, es cierto, pero me molesta que ya se dictamine que aquí está el cine arriesgado y audaz que andamos necesitando.
Me refiero a riesgos solo en relación a que el nuevo cine argentino no habla de sexo. Es un tema que casi no se toca. Y también porque entiendo que lo que para mí no es escandaloso ni tremendo, para mucha otra gente puede serlo. Lo de Gra Borges fue más un chiste que otra cosa, fue una sensación que tuve cuando empecé a ver la película, era bastante gráfica y no sabía para donde iba a ir, entonces pensaba como la vería ella y más siendo miembro del jurado.
Nunca dije que estuviera prohibido el sexo en el cine argentino pero es evidente que, salvo casos contados (Marco Berger, por ejemplo) no es un tema al que el cine nacional se haya acercado demasiado. Confieso que me habría gustado una versión un tanto más placentera y menos desesperada, si se quiere, de los encuentros sexuales, pero creo que están en sintonía con el personaje y su situación.
No creo que la película sea sórdida en el sentido de la «sordidez festivalera» a lo Gaspar Noe o Lara Von Trier. Muy lejos de eso. No es un sexo que venda entradas, digamos. Y puede ser más incómodo y molesto que shockeante o fascinante.
Respecto a las referencias políticas concretas, creo que no sean necesarias. La película las deja más que evidentes. ¿Creés que la película necesita referencias puntuales a la situación argentina? Las tiene de forma clara en lo que sucede, en los lugares que ves, las situaciones que muestra, no hace falta que nadie lo exprese directamente. La película tiene un punto de vista claro y único que es el del protagonista, al que no imagino demasiado interesado –al menos de manera evidente– en los problemas sociales y políticos como para ponerlos en palabras. Los filma y/o los vive. Y eso es suficiente, tengo la impresión. Pero podemos disentir, claro…
Saludos
diego
Es interesante lo que decís en el último párrafo de tu respuesta (que, desde ya, te agradezco). Es probable que la película hable, en cierta manera, del Buenos Aires actual, o de la Argentina de estos tiempos, aunque, a decir verdad (más allá del contexto reo, la ropa o el vocabulario que indican en algunos personajes la pertenencia a cierta clase social), ni el protagonista ni quienes lo rodean parece sufrir demasiadas privaciones económicas ni preocupaciones laborales. De todos modos, lo que me parece excesivo es lo que escribiste respecto a que la película «devuelve al cine argentino de ficción al espacio de discusión política». No pienso que sea así.
Cuando te pregunto «¿qué es lo que estaba prohibido antes de esta película?» fijate que me respondés con una cuestión puramente temática (la franqueza para hablar de sexo) pero nada vinculado a lo narrativo o a un riesgo estético.
Creo que el film es sórdido sin que sea sensacionalista o morboso como pueden serlo G.Noé y L.V.Trier. Y no está mal que lo sea, lo que sí me parece que pega más en ciertos círculos un film sórdido, o triste si querés, sobre seres desdichados, que por ejemplo una buena comedia.
Para mí no deja de ser una suerte de PRISIONEROS DE LA NOCHE pero con sexo gráfico y travestis. Y sin la capacidad que Kohon tenía en algunos momentos de aquel film para plasmar cierto estado de ánimo (sin la cámara pegada todo el tiempo a los actores como si estuviera filmada por un camarógrafo de noticiero).
Gracias por permitirme comentar y disentir.
Pequeña corrección: PRISIONEROS DE UNA NOCHE es la película a la que hago referencia.
A mí me hace acordar a PERDIDOS EN LA NOCHE, agregando a la confusión, je!
Cuando hablaba respecto al «espacio de discusión política» me refería a EL ESTUDIANTE, no a esta película.
Hay una cosa que comentás con la que coincido: a mí tambíén me habría gustado saber de qué trabajaba el tipo. No verlo en el laburo ni nada, pero una mínima info para saber cómo hace para bancar económicamente drogas, alcohol, chongos, lo que sea. No sé si es importante realmente, pero creo que le sumaría credibilidad. Igual, me respondo a mí mismo diciendo que su trabajo es el de actor y listo, pero no quiero pasarme de hacer una lectura tan autobiográfica…
Creo que en lo narrativo toma un riesgo: la película está narrada en un tiempo presente continuo absoluto, nadie habla nunca del pasado ni de otra cosa que lo material que tienen por delante o los problemas a resolver. No hay análisis ni recuerdos ni justificaciones ni traumas. Es todo acto, hecho, acción. Y sin embargo, de algún modo, no avanza. En lo estético, diría que no hay muchas películas que se acerquen al sexo tan crudamente aquí. No digo que eso sea un desafío estético necesariamente pero sí representa meter la cámara en lugares donde cierto prolijo, pensado, oblicuo y en exceso minimalista cine argentino no quiere meter…
Lo de estar narrada en un presente continuo, con urgencia de noticiero, «sin análisis ni recuerdos ni justificaciones ni traumas», me recuerda a PIZZA, BIRRA, FASO y otras que le siguieron.
Y lo de mostrar lo sexual o lo escatológico sin tapujos me hace acordar al cine argentino de mediados de los ’80 (de hecho, la única película argentina en la que recuerdo una escena que combina erotismo y escatología es ATRAPADAS).
En mi opinión el problema no es tanto LA NOCHE sino el sitial en el que inmediatamente la han colocado algunos críticos y la necesidad de algunos de encontrar siempre una película del Bafici que confirme su teoría que se trata de un festival de descubrimientos y consagraciones.
Ah, y coincido con la observación de NP, respecto al final «conservador»: el libertinaje, la falta de pareja estable, la prostitución, la dorga, etc. son algo malo, parece decir ese final en el que el protagonista parece arrepentido o, en todo caso, no muy feliz con el rumbo de su vida.
Gracias de nuevo por contestar.
El «vacío» de la película de Castro no difiere de muchas otras vistas en este y otros Baficis… LA NOCHE no va más allá, e incluso con su final conservador parece borrar todo lo que se había propuesto. Que tampoco iba mucho más allá de su honestidad descarnada. Lamentablemente no hay aquí (ni en esta película en particular ni en el cine argentino en general) un Fassbinder. Pero en ese sentido se parece a los otros ejemplos que das: películas que se señalan como ejemplares pero que luego no tienen descendencia.
Nico, es probable que la película no tenga descendencia directa, es una historia muy personal, tengo la impresión. Pero me interesa la franqueza, la falta de cálculo, la apertura a zonas que el cine nacional no investiga desde ese lugar.
Respecto al final, no creo que sea conservador. Es tierno, humano, comprensivo para con sus personajes. Y si lo querés llamar «conservador», llamalo así. Yo no lo veo como un problema. Creo que es un final humanista, de personas que en medio de la angustia y/o desesperación se tienen los unos a los otros. Prefiero este final, mil veces, que uno más pretendidamente audaz, radical y festivalero en el que el tipo se tira a las vías del tren, se pega un tiro en la cabeza o algo por el estilo.
Respetando tu entusiasmo antes que nada, discrepo alegremente y coincido con NP, es un Fassbinder de baja intensidad narrativa, Y como El estudiante o Historias, lo mas interesante que tendrá será el debate que genera. Como Campusano que ya está entrando en el Olimpo del olvido por su poca capacidad, pero igual fue un buen sacudon, divertido.
Aclarando que Campusano es un gran narrador, pero sus capacidades fueron sobre valoradas por la misma gente que hoy lo olvida. Tal vez somos muy crueles. En todo caso le deseo a Edgardo Castro los mejores de los futuros, Por cierto el final de La Noche no me parece conservador, si no un oasis de ternura entre tanta crudeza, un buen epilogo, Esperemos que su narrativa se desarrolle tanto como su mirada.
No tengo idea si Castro tiene otras películas dentro suyo o esta es su catarsis personal y punto. Ya veremos. Con Campusano lo que creo que pasó es que nos fascinaba tanto el mundo que mostraba y su capacidad narrativa que dejábamos pasar cosas que estaban mal. Ahora que ese mundo no está, las deficiencias se hacen más evidentes, no las oculta nada.
LA NOCHE, para mí, tiene dos finales. Bah, dos planos finales. El primero, me encanta. El segundo y último me parece ligeramente subrayado. Para mí debería haber cortado en seco un poco antes… Pero es un detalle.
Yo lejos de tener toda esa linguistica cinefila como espectador la pelicula me parecio interesante El final no me parece conservador dejando de lado el sexo, que me parecio que es para reflejar una vision mas real de lo que es en realidad la noche y lo hombres solos que busca en la noche eso tal vez un poco de cariño Al espectador que habitualmente no ve cine o a la señora mayor quiza le pueda parecer chocante ;pero en el fondo todo sabemos que es asi la vida es asi El final para mi es el triunfo del amor que el encuentra en esa chica que tambien necesita de amor no sabemos que pasara si seran pareja o no pero si sabemos que el amor esta Es interesante que el solo muestre la realidad sin necesidad de explicar nada pero como expectador salta a la vista que todo esta ahi las problematicas sociales no se necesitan explicar para mi estan ahi y no me parece relevante saber de que trabaja el protagonista porque no es importante lo que hace en el dia; lo importante es lo que hace en la noche porque desde mi punto de vista busca mostrar que es lo que buscan los hombres en esas noches de sus vidas