BAFICI 2016: Competencia Argentina (16 críticas)

BAFICI 2016: Competencia Argentina (16 críticas)

por - Críticas
15 Abr, 2016 12:11 | comentarios

HIERBA, de Raúl Perrone El realizador de Ituzaingó continúa en HIERBA con su exploración audiovisual iniciada en FAVULA en la que los actores trabajan casi todo el tiempo con fondos «pintados». En este caso la pintura tiene un significado casi literal porque se trata en muchos casos de célebres obras de famosos artistas plásticos como […]

HierbaHIERBA, de Raúl Perrone

El realizador de Ituzaingó continúa en HIERBA con su exploración audiovisual iniciada en FAVULA en la que los actores trabajan casi todo el tiempo con fondos «pintados». En este caso la pintura tiene un significado casi literal porque se trata en muchos casos de célebres obras de famosos artistas plásticos como Manet, Monet y Renoir, entre otros, a los que la película cita u homenajea. Lo que se inicia como una exploración visual en la que los protagonistas de un cuadro empiezan a cobrar vida se va complejizando por varias aristas. Por un lado, la musical, ya que la muy variable banda sonora va modificando las sensaciones que transmiten las imágenes. Y, por otro lado, en el orden narrativo, ya que la película va incorporando algo que se parece a una trama sin tener dialogos en ningún momento.

Es así que los cuatro protagonistas del «cuadro original» del filme («Almuerzo sobre la hierba», de Manet) transitarán por una serie de situaciones en las que prima el deseo, luego se les unirán unos nuevos personajes y comenzará una suerte de persecución con accesos de violencia. Pero la trama de HIERBA es lo de menos. En poco más de una hora, Perrone hace una exploración sobre el color, juega de una manera lúdica con los cuadros y sus personajes (en un momento se ponen a bailar cumbia electrónica) y va haciendo una especie de homenaje a los impresionistas (si bien Manet no lo es, estrictamente), estilo que de algún modo se parece cada vez más a lo que Perrone está tratando de hacer con sus experiencias cinematográficas: crear un mundo que responda más a la mirada que el artista tiene sobre él, a su visión, que necesariamente a lo que pertenece al ámbito de lo «real».

 


 

FINDING SOFIA, de Nico Casavecchia

Finding-SofiaCon un planteo narrativo que podría dar para una serie televisiva a lo WELCOME TO SWEDEN, FINDING SOFIA encuentra a un joven norteamericano que llega a la Argentina interesado en una chica que conoció por internet sin imaginarse los choques culturales y las complicaciones con las que se encontrará aquí. Sam Huntington (Jimmy Olsen en la versión de Bryan Singer de SUPERMAN REGRESA y la reciente serie BEING HUMAN) encarna a Alex, un animador que tuvo un éxito viral en internet con unos tomates que bailan y que ahora se ve tentado a trabajar en publicidades de yogures. Pero duda en hacerlo, especialmente cuando Sofía, una chica desde Argentina lo critica con un comentario en la red. Eso llevará, tras una serie de equívocos, a que Alex venga aquí a buscarla. Pero al llegar acá la confusión continúa, básicamente porque Sofía tiene novio, Víctor, un artista bastante insoportable (Rafael Spregelburd) que no habla inglés. Y la incomunicación verbal con él va generando una suerte de caos alrededor.

La película se arma como una comedia romántica indie con toques muy «norteamericanos» (como esas escenas animadas separan episodios y analizan los ejes dramáticos) en la que este trío –al que se le suma otra chica, modelo/asistente del pintor– va lidiando con los problemas que se generan a partir de las actitudes despóticas de Víctor, los malos entendidos y la indefinición de Sofía respecto a qué hacer de su vida. Si bien la película no escapa a los parámetros más o menos clásicos del género, tiene como originalidad que el punto de vista de Alex va dando cuenta, casi sin quererlo, de lo alocadamente insoportables e inmaduros que pueden ser sus amistades argentinas, al punto de dejarlo como el personaje más centrado de la historia. Con puntos en común con VOLEY, de Martín Piroyanski, FINDING SOFIA es una simpática comedia sobre cierta argentinidad de la que el filme, con inteligencia, toma cierta distancia.

 


 

EL TEOREMA DE SANTIAGO, de Ignacio Masllorens y Estanislao Buisel

PrintEste documental sobre el trabajo de Hugo Santiago en la producción de EL CIELO DEL CENTAURO es un must para cualquier estudiante de cine o analista interesando en el quehacer cinematográfico. La experiencia del veterano realizador de INVASION, radicado en Francia, volviendo a la Argentina a hacer una película con un grupo de jóvenes productores (integrantes de La Unión de los Ríos y El Pampero, que incluye entre otros a Mariano Llinás, Laura Citarella, Alejo Moguillansky, Agustina Llambí Campbell y Martín Mauregui, entre otros) es un ejemplo de los encuentros y desencuentros, del choque entre dos sistemas de trabajo y culturas de producción que se hermanan a partir del amor por el cine.

La película está dividida en tres partes. La primera se centra en el intercambio epistolar entre Santiago y Llinás en la etapa de guión y preproducción, en la que queda claro que la manera de trabajar (y de escribir emails) de ambos son muy distintas. Pero el asunto se volverá más espeso en la segunda parte, la de la producción, en la que chocarán metodologías contrapuestas: la puntillosa dedicación de Santiago a la construcción de cada plano (el «encuadre» por escrito) con el estilo más libre de los realizadores de HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, OSTENDE o EL ESCARABAJO DE ORO en cuanto a la organización del tiempo, el espacio, las locaciones, el presupuesto, la puesta en escena, el respeto al máximo por el guión, etc. Una tercera parte se dedicará al montaje (hecho en París entre Santiago y Moguillansky) en el que similares diferencias saldrán a la luz y en la que el «teorema» en cuestión hará su fulgurante aparición en escena.

el teorema de santiagoLa película funciona como una clase cinematográfica, desde la observación de la construcción de cada plano, las discusiones que se tienen antes, durante y después del rodaje, con entrevistas que no interrumpen el flujo del relato sino que aportan a expandir y profundizar sus ideas y conflictos, ese choque de talentos (y de egos) que es hacer una película. Como dice Llinás en un momento del filme, el equipo se entregó a la forma de hacer cine de Santiago aún cuando no entendían (y acaso no compartían) sus decisiones acaso ancladas a otra época, pero a sabiendas que todo eso que el realizador intentaba hacer existía en su imaginación y él necesitaba plasmarlo de esa manera y no de otra: detalle por detalle, encuadre por encuadre, teorema por teorema. Una película imperdible del festival y una lección de cómo hacer una película sobre el trabajo cinematográfico.

 


 

LAS LINDAS, de Melisa Liebenthal.

las lindasDe reciente participación en el Festival de Rotterdam, LAS LINDAS es un documental que parte de una premisa no demasiado común en el cine argentino, especialmente dentro de ese género: es un filme acerca de un grupo de amigas y su relación con la belleza, con sus cuerpos, con sus historias ligadas a la percepción que los demás tienen de ellas. Una suerte de simpático registro sociológico de una clase media (o media alta) en el que varias amigas de toda la vida van contando sus historias, historias en la cual la idea de la belleza es central.

La película funciona también como un diario personal de la realizadora, a la que vemos poco en pantalla (y bastante mas en fotos viejas y videos), y que siempre se ha sentido fuera –por su look, su voz «masculina»– de este «selecto» grupo de chicas que parecen tocadas por esa varita mágica. Descontracturada y libre, con los altibajos propios (narrativos y audiovisuales) de una película filmada casi a la manera de un diario personal, LAS LINDAS se asemeja un poco a 35 Y SOLTERA, otro documental personal/femenino que ponía el eje en un lugar parecido. Pero aquí, más que las relaciones románticas (los varones son realmente secundarios en esta historia), lo que prima es el choque entre la mirada personal (la perspectiva de género, digamos) frente a la cultural y social, heredada por los padres, la familia y el sistema educativo.

 


 

QUIZAS HOY, de Sergio Corach

quizas hoyVolvemos a otra de las películas un tanto inexplicables que compiten en BAFICI. En este caso se trata de una que, ya desde los créditos y sus primeras escenas, evidencia una notable pobreza de ideas cinematográficas. Con la voz en off del protagonista en primer plano todo el tiempo (es el mismo director, Corach), la película se construye como otro de esos monólogos entre depresivos y obsesivos de un joven frustrado y cansado con su vida cotidiana (trabaja en un estudio de abogados), quien ve la posibilidad de «escapar» de todo eso a partir de la aparición de una mujer y de un viejo amigo, actor, que lo introduce en otro mundo posible.

El personaje es bastante creído y egocéntrico (insoportable, digamos) y los textos van de lo vulgar a lo pretencioso y completamente descontextualizado (como las referencias a Phil Spector), todo dentro de un estilo pretendidamente parco de actuación (ellos mismos citan a Bresson y a SABADO, de Juan Villegas, para que no lo confundamos con malas actuaciones) que, por las deficiencias mismas de la puesta en escena, termina igualmente dando la impresión de estar, bueno, mal actuado. Es que darle forma y sentido a ese tipo de estilo (ver sino LE FILS DU JOSEPH, de Eugene Green) exige algo más que hablar sin inflexiones. Exige una puesta en escena acorde. Y eso no está aquí. Es un mediocre ejercicio de stand up en formato audiovisual que intenta pasar por comedia cinematográfica.

 


 

PRIMERO ENERO, de Darío Mascambroni

Primero-Enero-criticaEste breve y pequeña película cordobesa es uno de los mejores títulos nacionales vistos hasta ahora en el BAFICI. Con un tono y atmósfera que recuerda, en parte, al filme de Marc Recha que se presenta en otra sección del festival, la película de Mascambroni se centra en el viaje que un padre y su pequeño hijo (que también parecerían serlo en la vida real) hacen a una casa que tienen en las sierras. Es una tradición familiar en la que ciertos rituales masculinos y conexiones generacionales parecen tener lugar históricamente allí, pero en esta ocasión hay una diferencia: los padres de Valentino acaban de divorciarse y la casa será puesta en venta por lo que no solo es un último viaje al lugar sino uno diferente, más amargo, triste.

Esos rituales masculinos (que incluyen pescar, matar un animal y asarlo, etc) no parecen funcionar del todo bien con Valentino. Si bien la relación entre ambos parece buena, se nota que el pequeño está angustiado con el divorcio de sus padres, extraña a la madre y se incomoda con varios de esos rituales como el de matar al animal, por ejemplo. Solo la presencia de una niña en una zona cercana parece sacarlo de esa tristeza que se manifiesta tímida, discretamente y sin escándalos.

Primero-eneroEn ese tono bajo, que no llega a ser contemplativo pero sí calmo y reflexivo, el padre trata de que el pequeño se distraiga, se entretenga y a la vez poder conectar con él en esta situación difícil, algo que el chico se esfuerza por hacer porque, dice, sabe que es «importante para vos». Pero da la sensación que preferiría estar en otro lado, vivir otra situación. Sin grandes saltos dramáticos y con excelentes actuaciones, las idas y vueltas, las tensiones de esa relación se irán explorando en una película que también habla del crecimiento, de las conexiones generacionales y de los desprendimientos, dolores y potenciales alegrías que implican dejar una etapa de la vida para comenzar otra. Una hermosa opera prima que se suma a las ya varias surgidas del llamado Nuevo Cine Cordobés.

 


 

SOLAR, de Manuel Abramovich

SolarLos que tenemos cierta edad recordamos, vagamente, el fugaz paso por la televisión de Flavio Cabobianco, un niño que a principios de los ’90 empezó a circular por los medios tras haber escrito un libro titulado «Vengo del sol», una suerte de texto new-age que sorprendía por venir de un púber que encima decía haber empezado a escribirlo… a los tres años. Con su hermano Marcos, unos años mayor, y con su madre detrás de cámara (y de todo el andamiaje), el locuaz e inteligente Flavio se convirtió en una celebridad breve e instantánea.

Pasaron los años, poco y nada supimos de los Cabobianco fuera de los circuitos new-age que pululan por el mundo y el director del corto LA REINA lo reencuentra para ver qué es de su vida hoy. Eso, en realidad, se resuelve fácilmente (ya lo verán) y lo que termina importándole al director es armar un documental en el que el realizador y el sujeto «documentado» discuten por ver quien controla el relato. Es así que SOLAR ocupa la mayor parte de su tiempo en poner en escena ese conflicto ya que Abramovich tomó la decisión de darle la cámara a Cabobianco para que él se filmara a sí mismo y luego el ahora treintañero gurú espiritual quiso tomar el control de la narración, de qué se filma y cómo.

solar flavioNo hay dudas que el tema de la relación entre documentalista y sujeto documentado da para varias tesis y cursos académicos, pero aquí por momentos la discusión sobre el dispositivo domina tanto el relato que prácticamente se pierde la historia de Flavio, con todas sus peculiaridades, las que pasan a segundo plano y parecen más ricas de analizar por momentos que los debates sobre lentes, cámaras o iluminación. Los mejores momentos del filme aparecen cuando los dos temas se funden bajo la cuestión de la autoría, ya que tanto el documental como el libro «mítico» ponen en discusión quien es, finalmente, el autor: ¿cineasta o sujeto? ¿Niño peculiar o madre ambiciosa?

En cierto modo SOLAR es la crónica de un fracaso, el de Abramovich siendo doblegado por su sujeto, quien parece terminar ganando la pulseada, boicoteando el documental desde adentro. Ese «fracaso» genera sin dudas grandes momentos cinematográficos: algunos reencuentros y conflictos familiares (el gran personaje parece ser en realidad el hermano) y algunas discusiones reveladoras entre el director y su muy sagaz e ingenioso (aunque un tanto insoportable) sujeto, a los que hay que sumar los insólitos materiales de archivo. No hay que desestimar, de todos modos, que buena parte de esos conflictos no sean del todo reales, sino parte de un juego metalinguístico de un documental que quizás tenga más elementos ficcionalizados de los que suponemos. Es noble y valioso el intento del realizador de alejarse del documental convencional, pero aquí tal vez se topó –al menos en apariencia– con un hueso demasiado duro de roer.

 


 

PANKE, de Alejo Franzetti

pankeEn apenas tres cuartos de hora, el realizador argentino radicado en Alemania entrega una gran película, uno de los retratos más sensibles y poéticos acerca de la difícil experiencia migratoria. Es la historia de un inmigrante de Burkina Faso que vive en Marsella y que viaja a Berlín a repatriar a su país los restos de su hermano, que ha muerto allí. O, al menos, eso es lo que parece, ya que por momentos el filme parece dejar entrever que hay algo de imaginario en todos sus procedimientos.

El hombre circula por un bosque a las afueras de Berlín (cerca de un aeropuerto, parece) y bordeando el río Panke, habla por teléfono con su madre en Africa (¿habla realmente?), duerme a la intemperie y en la casa del fallecido hermano, su voz en off nos cuenta historias de la infancia de ambos y luego se topa con un cura franciscano al que convence de emprender una larga caminata hacia Berlín siguiendo el río hasta llegar a la estación de policía.

Con pocos recursos y enorme sensibilidad, Franzetti construye un retrato sobre la experiencia del desarraigo, la separación familiar, la ausencia y hasta una posible locura que puede conllevar una dura experiencia migratoria como la de este hombre (que parece muy centrado y políglota, pero que deja entrever algo más) y su hermano, quien tal vez sea la representación de una ausencia más que una persona física propiamente dicha. Un mediometraje notable: lírico, inteligente, sutil y emotivo.

 


 

MI ULTIMO FRACASO, de Cecilia Kang

mi ultimo fracasoLos documentales familiares han explotado en los últimos años, en buena medida con motivo de la proliferación de cámaras digitales pequeñas, baratas y de buena calidad, lo mismo que equipos caseros de edición, etc. Este filme de Kang –de quien se vio un muy buen corto hace algunas ediciones de HISTORIAS BREVES— intenta hacer lo propio con su historia familiar, partiendo de la base de tratarse de una segunda generación de inmigrantes coreanos. Hay dos historias que se cuentan de manera cruzada y un poco confusa en el filme: por un lado un viaje de la directora a Corea con una profesora de arte suya y, por otro, un retrato de su hermana mayor, quien superó una difícil enfermedad años atrás, además de algunos romances complicados.

Las historias en lo específico resultan entrañables pero no logran cobrar fuerza un poco por el propio montaje confuso del filme y otro tanto porque, por lo bajo, hay otro tema que parece más interesante y que no termina por explorarse lo suficiente y que tiene que ver con las vidas de estos jóvenes argentinos de origen coreano que ya casi perdieron el idioma de sus padres y están prácticamente asimilados a la vida local. Las escenas en las que eso sale a la luz son, sin dudas, las mejores del filme.  Las otras, valiosas en cada caso y sin duda centrales a la vida de la realizadora, quedan un poco desdibujadas y recién sobre el final parecen cobrar un valor cinematográfico real y no solo uno personal/emocional. Los riesgos y los valores del diario personal/familiar llevado al cine están todos presentes en este breve, noble y desparejo filme.

 


 

CRIMEN DE LAS SALINAS, de Lucas Distéfano

crimen salinasEl caso policial fue contundente y marcó al pequeño pueblo cordobés de menos de 700 habitantes en el que tuvo lugar: un hombre de 77 años fue asesinado por su joven mujer de treinta y pico con la ayuda de su hermano, en 2005. En este reciente documental el realizador vuelve al lugar del hecho para entrevistar a gente que los conoció y tratar de encontrar respuestas un poco más complejas que la mera solución judicial. Y lo que encuentra revela, entre otras cosas, una situación económica y una potencial desesperación que puede haber llevado a estos personajes a cometer estos actos.

En medio de una serie de descripciones de los personajes y conjeturas sobre lo que pudo haber pasado, los lugareños van abriendo las puertas a una realidad cuya dureza lleva a que sea pensable que una mujer mate a su marido solo para quedarse con «los 1500 pesos de su jubilación» y otras cosas de ese tenor. Los entrevistados aportan, por un lado, mientras que la cámara de Distéfano observa a este pueblo pequeño en el que la falta de trabajo, el desierto implacable y hasta el tedio son factores a tener en cuenta. El filme hasta parece poner en duda algunas de las realidades instaladas en el caso, más que nada al reforzar la idea de que las cosas en ese lugar tal vez no sean tan claras como parecen…

 


 

RAIDOS, de Diego Marcone

raidosEjemplar –y a esta altura ya clásico en su formato– documental de observación sobre un grupo de jóvenes «tareferos» de Misiones que se dedican a la cosecha de la yerba mate en un pequeño pueblo llamado, curiosamente, Montecarlo. Nada má alejado del glamour de la Costa Azul que esto. Aquí, entre las jornadas extensas de trabajo y la explotación comercial a la que son sometidos, se cuelan los sueños (irse a trabajar a otro lado, a estudiar), las amarguras, las luchas y quejas, y el alcohol que funciona muchas veces como descarga para este grupo de jóvenes laboriosos pero también frustrados que trabajan en un sistema bastante perverso.

El filme captura las imágenes del lugar, la intimidad del día a día del trabajo y las noches de alcohol en una sumatoria sensorial que deja muy en claro en qué consiste la experiencia de trabajar en la cosecha de yerba. Salvo algunas elecciones musicales un tanto subrayadas, la película es irreprochable tanto en sus construcción como en sus personajes, a los que retrata desde la cercanía, como si la cámara fuera un personaje más, trabajando, peleándola, cantando y llorando las penas en alcohol en las noches en las que nada parece tener mucho sentido…

 


 

JUAN MEISEN HA MUERTO, de Felipe Bergaño

juan meisenLa vida de un grupo de jóvenes de Puerto Madryn, amigos todos ellos, es lo que narra este filme generacional que genera intriga a partir de su título, el que sostiene la curiosidad por ver cómo se van desarrollando los hechos que pueden llevar (o no) a ese desenlace. En el grupo de amigos se destacan dos que viven juntos y quieren un poner un negocio engañando a turistas con el cuento de «adoptar una ballena». La convivencia se complica con la llegada de una chica (Sofía Brito) que se pone de novia con Juan y prefiere no lidiar con el otro en su misma casa. Paralelamente hay una suerte de triángulo amoroso entre un chico, su novia y la hermana de él.

La película procede la mayor parte del tiempo mostrando los diálogos casuales y cotidianos entre los amigos (hablan de chicas, casi todo el tiempo, y no mucho más) en un tono entre casual y humorístico. Pero los diálogos no son lo suficientemente ingeniosos o interesantes –ni las actuaciones del todo convincentes– como para funcionar como único motor del relato. La película interesa más cuando aparecen potenciales situaciones de conflicto y cuando cierta densidad acecha, ligada a los accesos de violencia de uno y los celos de otro, algo que gana peso sobre el final. Lo que mejor hace el filme es pintar el universo un tanto vacío en el que el grupo vive y, si bien no alcanza a ser totalmente creíble dramáticamente (ni en sus toques de comedia), la desolación del ambiente se transmite de todos modos.

 


 

TAEKWONDO, de Marco Berger y Martín Farina

taekwondoLas sensibilidades de ambos directores parecen fusionarse a la perfección en esta película que bien podría ser una combinación entre el estilo y los temas mostrados por Berger a lo largo de su carrera con el acercamiento a una temática similar pero desde un formato ligeramente distinto por Farina en FULBOY, su película sobre el detrás de escena (el vestuario, digamos) de un equipo de fútbol.

Aquí son dos amigos que se suman a las vacaciones que un grupo está pasando en un caserón enorme con pileta, sauna y canchas deportivas. El grupo se compone, en su mayoría, de jóvenes heterosexuales quienes, de una manera un tanto inusual y más propia de un vestuario deportivo, andan desnudos o semidesnudos todo el tiempo. Para uno de los recién llegados –el único claramente identificado para el espectador como gay– es una mezcla de paraíso y lugar de extrema confusión. Atraído por su amigo, se siente un poco fuera de lugar en este entorno de confusa y sobreactuada masculinidad.

Entre charlas sobre mujeres, conversaciones casuales, muchos diálogos sobre sexo, fiestas y los planos habituales de Berger en los que su cámara parece centrada en la entrepierna de sus personajes mientras ellos se acomodan o rascan algo que anda del ombligo para abajo (aquí la cámara bien podría representar la mirada del recién llegado), transcurren unos días en los que estos compañeros de taekwondo van jugando su confusa danza de atracción mientras alrededor suyo tiene lugar una suerte de constante ballet hormonal. Si bien la película podría resolverse con unos 15 minutos menos, resulta una experiencia curiosa y atrapante, un juego de miradas, cuerpos, palabras y deseo que no para un segundo.

 


 

PRIMAVERA, de Santiago Giralt

primaveraA razón de una película por año (o más) desde la aparición de UPA! –además de un par de novelas–, el prolífico Giralt presenta dos filmes en este BAFICI. De los dos, PRIMAVERA es el que está en competencia. La película intenta combinar una situación similar a la de OPENING NIGHT, de Cassavetes (los días previos a un estreno en planos largos y de compleja coreografía, algo que ya había intentado con ANTES DEL ESTRENO) con una comedia coral de características kitsch y neo-almodovarianas en la que esa obra es uno de los elementos de una historia familiar.

Narrada por el hijo de los protagonistas (Angelo Mutti Spinetta), cuyo padre ahora es gay y está por casarse (Nahuel Mutti) y su madre (Catarina Spinetta) está embarazada pero no sabe de quién (Mike Amigorena es un candidato posible mientras que el Chino Darín es un pretendiente), la película organiza una serie de desencuentros y confusiones relacionados siempre con los ensayos de la pieza teatral que no funciona (Luisa Kuliok es la protagonista y Moria Casán, una manager/hada madrina) y conflictos familiares de todo tipo y color.

El tono ampuloso y kitsch de la puesta en escena y de las actuaciones seguramente requerirán de un público afín a este tipo de propuestas, pero lo cierto es que la película funciona como celebración de las familias no convencionales y sustitutas que se forman en la vida de los protagonistas. Especialmente agradable es la naturalidad con la que las distintas opciones sexuales son puestas sobre la mesa en una narración coral en la que todos se cruzan con todos y hasta el pequeño protagonista y narrador tiene su propio romance preadolescente.

Con música de Emisor, un tema inoxidable y de múltiples lecturas de Virus a modo de leit-motiv («Luna de miel en la mano») y un espíritu festivo que la recorre de punta a punta (con fiesta de casamiento, disfraces, globos y otras yerbas) esta suerte de celebración glam que es PRIMAVERA tiene los excesos propios de un festejo privado para los protagonistas y el placer un tanto más mitigado que, desde afuera, se desprende al observar la alegría del conjunto.

 


 

EL INVIERNO LLEGA DESPUES DEL OTOÑO, de Nicolás Zukerfeld y Malena Solarz

el inviernoEl comienzo da a entender –o permite suponer– que estamos por ver una mezcla de película a la manera de las de la nouvelle vague con un toque Hong Sangsoo acerca de relaciones complicadas y encuentros y desencuentros en bares. Y a lo largo del filme tal vez el primer concepto pese más que el segundo, ya que tras el punto de partida (el encuentro o cruce de una pareja recién separada) la película se subdivide para contar las vivencias durante el otoño de él (Pablo) y las del invierno de ella (Mariana).

No tengo en claro si los dos realizadores dirigieron la película juntos o cada uno se ocupó de una de las etapas (digamos, él la de Pablo y ella la de Mariana, o viceversa) pero lo cierto es que la película tiene una continuidad temática, estética y narrativa muy sólida, que no invita a pensar en esas diferencias. El «otoño» de Pablo, que se dedica a las desgrabaciones, pasa entre conferencias, trabajo y encuentros con amigos del área literaria/cinematográfica/artística (hay varios cameos de figuras del medio) mientras que el «invierno» de Mariana, con nuevo novio, propone situaciones similares: cocinar, participar de extra en una película, visitar a una amiga, cenar con otra pareja. Solarz y Zukerfeld siguen a cada uno por su lado en un derrotero de sus experiencias post-separación, sin un nudo dramático importante que las organice más que vivenciar, de manera cercana pero no invasiva, sus experiencias.

Si bien esa ausencia de conflicto puede resultar un tanto complicada de aceptar para cierta parte del público, lo que permite es acercarse directamente a las experiencias de cada uno de ellos de la manera más franca posible (la cámara de Fernando Lockett ayuda a generar la sensación de una «distancia justa»). Con dos muy buenas y naturales actuaciones de Marina Califano y Guillermo Masse, se trata de una película que refleja de modo honesto –sin subrayados dramáticos pero tampoco con distancia clínica, entomológica– la experiencia de dos treintañeros porteños reconstruyendo sus vidas en tiempo presente.

 


 

CRESPO (LA CONTINUIDAD DE LA MEMORIA), de Eduardo Crespo

CRESPO«Crespo de Crespo de Villa Crespo», es el mote que más de una vez ha recibido el director, nacido en una ciudad que tiene de nombre su apellido (por casualidad) y que ahora vive en Buenos Aires en el barrio que lleva el mismo nombre también. Esta serie de casualidades que podrían dar para una broma terminan siendo centrales en un filme que es una investigación acerca de las raíces y de la memoria. Se trata de un documental que empezó siendo acerca de su padre y que se topó, a mitad de camino, con la muerte del hombre, lo que llevó a la película a convertirse en otra cosa, una suerte de réquiem, de elegía, de homenaje.

Acaso la mejor de las películas nacionales con formato «diario» que se dieron en el festival, CRESPO es una película sobre un padre, un hijo y un pueblo, con todo lo que eso conlleva. Utilizando distintos formatos y materiales, grabaciones nuevas y encontradas, mezclando experiencia de vida, recuerdos y entrevistas, Crespo va armando una suerte de lugar físico que es, también, un estado de la mente, ese «extra» que le ponemos a nuestros recuerdos infantiles, nuestro lugar de crecimiento, nuestras familias convertidas en álbumes de fotos, experiencias a mitad de camino entre la memoria y la imaginación infantil. Con recursos simples pero muy sentidos, Crespo construye una película-homenaje que es también una apuesta, a la vez, a la «continuidad de esa memoria» y a la construcción de una nueva identidad.