TV: «Game of Thrones» (Temporada 6)
Si este texto llevara título, podría llamarse «Una historia de dos series». Pero no lo tiene, así que trataré de explicar el concepto aquí mismo. De la primera a la quinta temporada, GAME OF THRONES, como todos saben, fue una serie de televisión adaptada de una saga de populares novelas, A SONG OF ICE AND […]
Si este texto llevara título, podría llamarse «Una historia de dos series». Pero no lo tiene, así que trataré de explicar el concepto aquí mismo. De la primera a la quinta temporada, GAME OF THRONES, como todos saben, fue una serie de televisión adaptada de una saga de populares novelas, A SONG OF ICE AND FIRE, de George R.R. Martin. Si bien los creadores de la serie solían tomarse algunas libertades respecto a los libros (cambiaron los destinos de varios personajes, modificaron líneas narrativas y más), la estructura de la GoT de HBO era bastante fiel a los parámetros novelísticos de los textos de Martin, lo que convertía a la versión televisiva en un trabajo de «transposición» clásico.
Esa transposición –del modo en que estaba realizada por los showrunners de la serie, David Benioff y D.B. Weiss– contaba con un elemento a favor y otro en contra. A favor estaba el respeto por la complejidad y oscuridad del universo de Martin. No había una muy clara intencionalidad de «aligerar» la serie para el consumo masivo y las horribles situaciones que les sucedían a muchos de los héroes de las novelas se mantenían en la serie, creando un universo inusual para la televisión, acostumbrada a trazar líneas divisorias más claras entre héroes y villanos, entre quiénes sobreviven y quiénes no. Los personajes del libro llevados a la serie eran raros, complejos, oscuros, indefinibles por momentos, capaces de actos horribles y otros nobles, en algún punto inasibles. Y eso era lo que le daba a la serie parte de su originalidad.
Pero esa extrema fidelidad tenía un elemento que no terminaba por funcionar. Se notaba demasiado el texto por detrás de la serie, se veía que la fidelidad por mantener gran parte de las líneas narrativas era para los creadores algo extremadamente necesario para contentar a los fans de la saga. Y eso, en muchas circunstancias, convertían a la serie en un tracto pesado, de lenta digestión, de decenas de líneas narrativas paralelas que pocas veces se cruzaban y que parecían avanzar en tiempo real, al punto de que en algún momento todo GAME OF THRONES parecía reducirse a distintos grupos de personajes trasladándose de un lugar a otro, muchas veces a pie.
Al final de la quinta temporada de la serie se acabaron los libros y ahora Weiss y Benioff deben trabajar por adición y no por sustracción: escribir sobre la página en blanco en lugar de recortar. Si bien es dable pensar que leyeron lo que Martin ya escribió de la siguiente y aún no terminada novela –y que contarán con su aprobación para muchas de las decisiones narrativas de esta temporada– están en un terreno nuevo y desconocido. Ya no es más una transposición. En términos de «premios Oscar», ya no son guiones adaptados sino originales.
Es por algo que los Oscars se dividen en dos categorías en ese terreno: no es el mismo trabajo adaptar una obra preexistente que crear una de cero. O, en este caso, basada en personajes existentes. La decisión de los creadores, aunque no se note, es radical en cuánto a su forma de encarar la serie de acá en adelante. Esa «radicalidad» puede reducirse a una frase: GAME OF THRONES ahora es una serie de televisión… pensada para la televisión. Ese forzamiento de compresión y fidelidad ya no está, y sin la prosa oscura de Martin limitándolos a seguir determinados lineamientos, los creadores de la serie hoy hacen televisión hecha y derecha.
¿Qué quiere decir eso? Que los tiempos narrativos hoy responden a las exigencias y ritmos de una serie, con más sucesos, conflictos, revelaciones y muertes que en las cinco temporadas previas juntas, lo cuál genera una potencia narrativa infrecuente en la era anterior. Si antes podían existir episodios y episodios de GoT donde casi todo era intriga política o detalles (Tyrion viajando en un barquito, personajes secundarios teniendo largas escenas en apariencia no centrales a la trama y así) ahora el guión está streamlined, dinamizado a los formatos más clásicos de la televisión. En mi opinión, este es uno de los puntos fuertes de la temporada: tiene más tensión, más ritmo narrativo, es menos dispersa, más económica y libre en su estructura, antes muy atada al círculo de visitas médicas por los distintos reinos de Westeros y aledaños.
La sexta temporada tiene más momentos épicos y memorables, especialmente en los primeros y en los dos últimos episodios. Si antes la serie parecía por momentos transcurrir en tiempo real, ahora le sucede todo lo contrario, al punto que algunas situaciones del último episodio parecieran utilizar elípsis temporales raras o radicales para rápidamente mover personajes de un lugar a otro. Lo que antes tomaba una temporada caminando ahora se hace, voilá, en un segundo. Más allá de algunos errores específicos, es evidente que esta nueva forma de encarar la serie la dinamizó.
Pero el problema de esta temporada es otro, como si se invirtieran los papeles respecto a las previas. La oscuridad y complejidad perdió peso, y los episodios tienden a ser hechos para contentar a los fans más que para incomodarlos, al punto de que por momentos parece más fan fiction (los libros que los fans escriben en paralelo o luego que una saga termina por los más obsesivos lectores) que otra cosa. Los sucesos tienden a ser los que los espectadores quieren o esperan (tal vez no todos los fans más acérrimos de los libros, pero sí los muchos más que conocen la historia via HBO) y la ambiguedad de los personajes parece ir desapareciendo de a poco, salvo excepciones como Cersei.
Con héroes y villanos más claros, los héroes triunfando en la mayoría de las batallas, deus ex machina por doquier (el «séptimo de caballería» del noveno episodio, por ejemplo) y venganzas que dan satisfacción al espectador, una tras otra, la serie parece ir perdiendo eso que le daba su singularidad. No sólo el hecho de que podía pasar cualquier cosa, sino que le podía pasar a cualquiera. No es casual que la mayoría de las cosas que pasaron en el décimo episodio habían sido anticipadas, en su mayoría, en muchos sitios de internet. Antes, era difícil acertar qué iba a pasar en un episodio con tanta claridad.
Lo cual no quiere decir que muchas de estas elecciones hayan dado resultados negativos. Los primeros episodios, el de Hodor y los últimos dos, especialmente, tuvieron escenas y secuencias impactantes, memorables. Y es innegable que el nivel cinematográfico de la serie puede llegar a ser muy bueno (algunas partes bélicas de la «Batalla de los Bastardos», la secuencia de Hodor, los primeros 25 minutos del último episodio). Pero el elemento sorpresa pasa más por el impacto y la satisfacción que por la incomodidad del espectador. Hoy GoT ya no es un éxito extraño en la televisión, es una muy sólida serie y punto, con lo bueno y malo que eso tiene.
Otros problemas de esta temporada tienen que ver con la corrección política que, da la impresión, los creadores de la serie se vieron obligados a insertarle a la historia para no ofender a los fácilmente ofendibles críticos culturales estadounidenses, en especial en lo que refiere al tema géneros (todas las mujeres tienen que ser poderosas ahora… y lo son) y violencia (nada de mostrar algo que pueda molestar a alguien, bajar el tono de la violencia «gratuita»). A veces uno puede adivinar giros narrativos pensándolos desde esa perspectiva.
Y agrego un problema más: si en las cinco temporadas previas los diálogos se volvían muchas veces crípticos y confusos por la cantidad de hechos, ciudades, reinos y personajes (algo que no favorecía la comprensión cabal de la serie para los que no leímos los libros), los de esta temporada parecen en muchas ocasiones auspiciados por Wikipedia, con los personajes reiterándose unos a otros informaciones que ellos saben solo para que las entendamos claramente nosotros. Si antes se pasaba de estar hablada en código ante un público compuesto por muchos novatos, ahora –cuando, en realidad, los que vemos la serie ya entendemos casi todos los recovecos de la historia que antes conocían solo los fans de los libros– la serie trata de ser más clara y entendible por todos.
La sexta temporada podría definirse, resumiendo, como la primera de otra serie, o la etapa dos de la que veníamos viendo. Una que corrige errores de la anterior pero que destruye cosas que antes se hacían bien. Es, sin dudas, más atractiva, apabullante y literalmente explosiva, pero la podredumbre moral que parecía atravesar cada una de las páginas de las novelas parece haberse ido extinguiendo de a poco con el fin de alegrar a la hinchada. Como dije antes, a partir de ahora GAME OF THRONES ya no es una adaptación de una saga literaria. Es una serie de televisión, con la lógica propia de algo pensado para el medio.
Dejé la serie en la segunda temporada, por lo que no puedo apreciar todo lo que escribis, pero aún asi me parece una síntesis brillante…!
Me parece de una gran ingenuidad pensar que los productores/autores de esta temporada se basan en las teorías de los fans y lo que narran es para contentar a la hinchada. Y que, por el contrario, lo que cuentan no está consensuado con Martin (que también produce) y que diferirá de los acontecimientos de los libros por venir. Creo que básicamente esta (la de la tele) es la historia pergeñada por Martin, detalles más o menos alterados, y el asunto se encamina a su final. Y sí, quiero suponer, espero, que después de tanta oscuridad se vea la luz al final del túnel. Gran serie.
Excelente nota, me hizo repensar un poco más fríamente la serie. Coincido en líneas generales con las virtudes y los defectos señalados en «ambas series». En mi valoración diría que dentro de un altísimo nivel en ambas etapas, me parece una de las grandes series de la década. El capítulo 9 tuvo momentos increíbles de belleza visual en la batalla y el 10 con esa gran secuencia en Kings Landing y frases perfectas a lo largo de todo el episodio. «Winter is here» «Lo eres para mi» de Sansa reconociendo a Jon como un hermano. «Creo en vos» de Tyrion dejando de ser un cínico. «Están aquí» la macabra respuesta cuando le sirven la cena al viejo Frey y podemos seguir. Quizás no sorprenda pero está todo tan bien hecho.
Para mi es mas lo que perdió que lo que ganó. Es cierto que los dos últimos capítulos son muy buenos (los únicos «muy» de toda la temporada)
Solo he visto 3 capitulos de esta temporada pero realmente me cuesta un poco poder introducirme de nuevo en el mundo de GoT, SPOILER, a esta altura ya me tiene un poco harto el ir y venir de Ayra y su supuesto maestro…hasta cuando ese juego que no lleva a ningun lado. Espero que los proximos capítulos levanten un poco sino me paso a la cuarta temporada de Banshee que no da tantas vueltas y va directo al hueso…