TV: «The Americans» (Temporada 4)
Lo que hace cuatro temporadas comenzó como una inteligente, nostálgica e ingeniosa trama de espionaje acerca de una pareja de espías soviéticos que vive, con sus dos hijos, como una convencional familia norteamericana en Washington a principios de los años ’80 se ha transformado a lo largo de los años en otra cosa muy distinta. […]
Lo que hace cuatro temporadas comenzó como una inteligente, nostálgica e ingeniosa trama de espionaje acerca de una pareja de espías soviéticos que vive, con sus dos hijos, como una convencional familia norteamericana en Washington a principios de los años ’80 se ha transformado a lo largo de los años en otra cosa muy distinta. Sí, el espionaje sigue siendo uno de los ejes centrales de la trama, pero de a poco fue pasando a segundo plano. O, más bien, fue entrelazándose con la historia familiar de los «Jennings» de manera tal que hoy el costado político/policial es claramente el «McGuffin» que sostiene lo que realmente importa.
¿Y qué es lo que importa en THE AMERICANS? (Aclaración: lo que sigue contiene algunos spoilers de esta temporada, aunque no de su final) La serie fue enfocándose cada vez más en la mecánica familiar de los protagonistas desde que, en la última parte de la tercera temporada, la hija adolescente de la pareja, Paige, se entera de la identidad y la actividad de sus padres. Y no sólo eso: no tiene mejor idea que contárselo al pastor de la iglesia a la que concurre (un «pastor progre», aclaremos). El outing de los Jennings empieza a volver más tenso cada momento de esta temporada, pero de todos modos lo que importa no es tanto si el pastor los delatará sino cuáles son las consecuencias familiares que esta información y «traición» tienen. Finalmente, THE AMERICANS termina haciendo honor a su título de una manera menos irónica de lo que parecía en un principio al transformarse, sí, en una historia sobre el «american way of life» por más soviéticos que sean sus dos protagonistas principales.
En la mecánica familiar de los Jennings está puesta en primer plano esa discusión. Empezó en las primeras temporadas con los problemas matrimoniales entre Philip (Matthew Rhys, más protagonista que nunca) y Elizabeth (Keri Russell) y una vez que eso estuvo más o menos resuelto (las diferencias entre ellos continúan, especialmente las ligadas a las posiciones políticas y al agotamiento que Philip siente respecto a su tarea y lo emocionalmente devastado que lo deja, pero su relación parece sólida), el eje pasó a la de ellos y Paige. A la vez, como forma de espejo y doble, el agente del FBI que encarna Noah Emmerich, Stan Beeman, tiene sus propios y similares conflictos familiares. Que los hijos adolescentes de ambos terminen conectándose entre sí no es casual. Más allá del velo ligado al «trabajo» que empaña a esa relación (Paige sabe que Stan es agente del FBI y no se sabe para donde podría disparar su relación con su hijo), lo importante es que a la serie le preocupa más lidiar con las emociones de los personajes.
Otro eje dramático de la temporada tiene que ver con el personaje de Marta, la secretaria del jefe del FBI que trabaja, sin saberlo, para los Jennings. De vuelta, en los recorridos narrativos del personaje lo que más le importa a la serie es ver cómo eso afecta tanto a la propia Marta como a su «marido» Philip. Es la conclusión de esa situación la que termina por alejarlo aún más a él de su misión y de su fidelidad «patriótica». Como lo confiesa en su sesión de EST, está realmente harto de su trabajo. También Elizabeth lidia con una parecida situación de fractura emocional con lo que sucede con una de sus fuentes (una mujer coreana), pero ella parece poder reponerse más rápido. O bien ocultar/negar sus dudas por «la causa».
La búsqueda de un virus letal que los soviéticos quieren robarle a los americanos es el citado McGuffin de la trama, pero aún en ese nivel los creadores de la serie parecen menos preocupados en las mecánicas específicas de cómo conseguir el material (algo que en temporadas anteriores, ante cuestiones operativas similares, ocupaba demasiado tiempo narrativo) que en los rebotes y consecuencias de los actos. Aquí el que se luce es Dylan Baker como un veterano y solitario espía soviético que debe lidiar con llevar y traer estos virus, pero parece aún más abatido por la soledad y angustia que le ha generado hacer este trabajo por décadas. Una angustia que, obviamente, contagia a Philip y le agrega más dudas acerca de qué hacer con su vida.
El cierre de la temporada plantea un problema curioso. Los Jennings aparecen más cercados que nunca pero Philip, que es el menos interesado en seguir siendo espía, tampoco quiere volverse con su familia a la Unión Soviética, mientras que Elizabeth parece más convencida de que la única opción posible es volverse a la «Madre Patria». Y en juego no están tanto las circunstancias políticas sino la mecánica familiar: ¿les es posible pensar en recomenzar su vida en Rusia? ¿Están dispuestos a abandonarlo todo alterando las vidas de sus hijos radicalmente en la movida? ¿Existirá alguna otra opción?
Cada vez menos un thriller de espionaje y más un drama familiar clásico, THE AMERICANS tiene de todos modos episodios dedicados casi enteramente a persecuciones e intrigas que la serie maneja con un estilo muy cercano al de los thrillers de los ’70, con momentos que hacen recordar a LA CONVERSACION, LOS TRES DIAS DEL CONDOR o películas similares. Como el cine norteamericano de los ’70, también, los creadores de la serie saben que la trama pesa e impacta en función de lo involucrados que estemos en las vidas de los personajes. Y hoy lo estamos de tal manera que una conversación en el desayuno o una charla casual frente a la tele generan tanta tensión y tienen tanto o más peso dramático que cualquier persecución. La serie ha logrado cruzar la barrera más difícil: que los espectadores vivan como propias cada una de las decisiones y problemas de los protagonistas. Una vez logrado eso, sus creadores tienen la libertad de hacer lo que quieran.
Teniendo en cuenta que va a haber 2 temporadas más el regreso a la URSS parece poco probable,al menos en lo inmediato.Supongo que de alguna manera van a saber que William no los delató y que el riesgo de ser descubiertos no es tan grande… por ahora.Me pregunto si entre el retorno y seguir en la misma no existe una tercera opción: romper con la KGB y quedarse en EEUU,por las buenas o por las malas.Recordemos que en la primera temporada Phillip coqueteó con la idea de desertar.Si consigue que Elizabeth afloje un poco,quien dice que no es posible.Lo bueno del final de temporada es que no dejó la mínima pista de cómo puede seguir.
Sin duda interesante la trama de esta serie. Agradecer sería analizarlas libre uno de todo prejuicio ideológico.