TV: «American Crime Story: The People vs. O.J. Simpson»

TV: «American Crime Story: The People vs. O.J. Simpson»

por - Series
19 Jul, 2016 06:09 | Sin comentarios

El caso O.J. Simpson impactó al mundo entre 1994 y 1995 como pocos casos policiales en la historia. Aún años antes de la existencia de las redes sociales y cuando recién internet empezaba a hacerse conocido fuera de los círculos científicos, el asesinato de la ex esposa del deportista y de un camarero sacudió a […]

The_People_v._O._J._Simpson_-_American_Crime_Story_posterEl caso O.J. Simpson impactó al mundo entre 1994 y 1995 como pocos casos policiales en la historia. Aún años antes de la existencia de las redes sociales y cuando recién internet empezaba a hacerse conocido fuera de los círculos científicos, el asesinato de la ex esposa del deportista y de un camarero sacudió a los Estados Unidos, principalmente, y en menor medida al resto del mundo, lo mismo que su largo juicio posterior. Para los que leen esto ahora y no tienen mucha idea quién es O.J., ni saben del caso y piensan ver AMERICAN CRIME STORY: THE PEOPLE VS. O.J. SIMPSON es recomendable no googlear su nombre ni entrar a Wikipedia. Tendrán un suspenso extra que los que vivimos esa época nos perdimos…

Solo para tener una breve idea antes de sentarse a verla: imaginen algo similar (o aún más grande) a lo que pasó aquí cuando Carlos Monzón mató a su mujer, en medio de una cultura como la californiana/hollywoodense obsesionada con las celebridades desde siempre. Y Simpson era «maradoniano» en su nivel de fama: un intocable del fútbol americano, adorado por los fans por décadas y convertido en digno actor de comedias y policiales, rostro de publicidades y comentarista deportivo luego de su retiro del deporte, a fines de los ’70. Nadie, pero nadie, podía imaginarlo cometiendo un crimen así. Hasta cara de buenazo tenía…

ojrecapSe ha escrito y mucho sobre el caso por lo que la apuesta de Fox que asumió Ryan Murphy (el creador de AMERICAN HORROR STORY y GLEE) no era sencilla. Por suerte para él –y para todos nosotros– el guión venía firmado por Scott Alexander y Larry Karaszewski, los mismos de ED WOOD, EL MUNDO DE ANDY y LARRY FLINT: EL NOMBRE DEL ESCANDALO, tres películas que no solo demuestran su ingenio y humor cáustico para crear historias alrededor de personajes peculiares y controvertidos del mundo del espectáculo sino que son de lo mejorcito que dio el cine independiente noteamericano en la misma época que retrata la miniserie. Es decir: gente que entiende esa entelequia llamada «los noventa». La combinación era (es) rara y en la miniserie se nota el impulso por hacer algo más mainstream y excesivo (el lado Murphy) chocando con el costado más ácido e irónico para el retrato social de los escritores. Pero tomando en cuenta lo ya excesivo per se del caso en sí, las exageraciones, los subrayados y hasta las obviedades de la serie se consumen de la misma brutal manera que un especial de TMZ: es absurdo, increíble, pero real. Como muchas de las cosas que suelen suceder en «la industria» del espectáculo. Y esto, amigos, no es más que eso: un gran show.

El caso O.J. Simpson fue mucho más que un caso policial en el que parecía muy evidente por las pruebas que el deportista había cometido un crimen pasional. Habiendo pasado pocos años del caso Rodney King que generó disturbios raciales en Los Angeles y en medio de un odio generalizado –en especial en la comunidad afroamericana– por la policía local (la mítica y temible LAPD), el tema O.J. se volvió un asunto sociopolítico complicado que ponía en juego temas raciales, la cultura de la celebridad y el fanatismo deportivo para generar lo que muchos consideran el nacimiento del «ciclo de noticias de 24 horas» que marca a la cultura contemporánea. Ya no se podía esperar al noticiero de la noche ni la CNN podía cortar la persecución o el juicio para ir a otros programas: en los EE.UU. el caso O.J. Simpson lo ocupaba todo. Sí, hasta cortaron la transmisión un partido de play-offs de la NBA para transmitir en vivo algo ligado al caso…

oj american-crime-story-01La miniserie no da demasiados detalles acerca de la carrera del futbolista americano, ya que la dan por conocida por los espectadores, y va directo al grano. Dos cuerpos aparecen muertos en la entrada de la casa de la ex esposa de Simpson, llega la policía, el deportista es informado del hecho y a partir de los datos que van apareciendo pasa a ser sospechoso, lo cual llevará a su ya célebre «intento de huida». Esta previa de unos tres episodios dará paso al juicio hecho y derecho en el que los fiscales intentarán probar que O.J. es el asesino, algo que parece más que evidente por las pruebas de sangre y ADN, además de ciertos famosos guantes encontrados en la escena del crimen, mientras que el millonario deportista contratará a un equipo de abogados famosos (se los llamaba «el Dream Team» entonces) para sacarlo del problemita. La táctica que estos terminarán encontrando para sembrar dudas en el camino es obvia: plantearlo como un tema racial. Y su talento para la manipulación –además de los errores y racismo de la propia policía y cierta inocencia de los fiscales– terminarán complicando y mucho el asunto, haciendo extender el juicio por más de un año y enredarlo hasta lo imposible.

Durante los primeros episodios, la miniserie –que acaba de recibir 22 nominaciones a los Emmy– no promete demasiado, recapitulando episodios públicos de manera algo obvia y haciendo eje en detalles puestos para enganchar a un público joven, como la conexión del caso con la familia Kardashian (Robert Kardashian, el padre de Kim y compañía, era el mejor amigo de O.J. y fue uno de sus abogados) y con los recientes episodios raciales en los que la policía atacó y mató a jóvenes negros en Estados Unidos. Y gran parte del elenco de célebres actores parecen de entrada estar un tanto «pasados de rosca», en especial John Travolta y Courtney B. Vance (como Robert Shapiro y Johnnie Cochran, los principales abogados de O.J. Simpson) o el propio Cuba Gooding Jr., que no parece en principio una convincente elección de casting como O.J.

american-crime-story-106-sarah-paulson.Pero una vez que el juicio entra en funcionamiento, la serie parece hacerlo también. No tanto por los detalles específicos del caso –en muchos sentidos, a la inversa de MAKING A MURDERER, los hechos parecen hablar por sí solos– sino por la propia mecánica que empieza a girar alrededor del caso. Por un lado está Cochran –un abogado negro con experiencia en casos con temática racial– que empuja la situación hacia zonas de confrontación pública, poniendo a O.J. en el rol de víctima afroamericana cuando en realidad era un multimillonario que vivía en el barrio más exclusivo de Los Angeles y renegaba bastante de sus orígenes. Y, por otro lado, los dos fiscales –encarnados por Sarah Paulson y Sterling K. Brown– que intentan centrarse en los datos y no logran dar en la tecla justa ni advertir el poder y la potencia del show montado por Cochran.

Son estos tres personajes los que le van dando complejidad emocional a la serie, los que de diferentes maneras encuentran la humanidad y las contradicciones en medio de un enloquecido show en el que las malas cirugías estéticas de casi todos (las del personaje de Travolta ganan la partida, de todos modos) compiten contra un jurado bizarro, un furor mediático despiadado, intrigas políticas, policías racistas, un juez amante de los flashes y, en medio de todo, el enigmático y casi hueco O.J., quien cree o parece creer en su inocencia a toda costa. Este circo es atrapante y hace que los muy entretenidos episodios se pasen a velocidad crucero pero lo que mejora a la serie, lo que la vuelve valiosa (aunque en mi opinión las 22 nominaciones a los Emmy son un exceso), es el triángulo de poder que circula entre estos personajes, personajes a los que la serie no juzga y nos presenta con todas sus contradicciones. Algo similar intentan con el personaje de Kardashian (David Schwimmer), pero no funciona tan bien ahí.

oj cochran-and-dardenPaulson se luce como Marcia Clark, una fiscal que lidia con sus propios problemas personales y no quiere o no sabe aprovechar la situación para volverla un caso de violencia de género, girando el eje de lo racial. También es una muestra del cambio de época: a mediados de los ’90 hasta las mujeres negras apoyaban y defendían a O.J., aún pudiendo ser ellas muchas veces víctimas de similares situaciones violentas. El papel más rico y complejo es el del co-fiscal, Christopher Darden (Brown), a quien ascienden a ese lugar más por su color de piel (es negro también y le permite a la fiscalía no ser vista como racista) que por su experiencia y quien lidia con su necesidad de hacer lo correcto sin poder evitar ser manipulado por varios lados. Vance, en tanto, va tornándose en la contrafigura ideal. Con su estilo ampuloso, de predicador religioso, inflama las pasiones del público y lleva el juicio para donde le conviene. Pero los autores no lo vuelven el villano del cuento (de haber uno, es el propio O.J.) sino un hombre preocupado por los derechos de la comunidad afroamericana que sintió que este era el caso para ponerle un freno a la violencia racial de la policía, que él supo sufrir en carne propia. Y hasta Travolta/Shapiro (que parece el tonto de la historia) tiene su rara reivindicación sobre el final. Los que conocen la historia ya saben cuál es…

La justicia como show, la verdad como relato, el fanatismo ciego que generan las celebridades y la miopía racial que enreda todo lo que toca son los temas centrales de THE PEOPLE VS. O.J. SIMPSON. Pasaron veinte años y todo eso que acabo de mencionar creció a niveles estratosféricos. Hoy, un caso como éste, sería un delirio muchísmo mayor, lo cual ya es mucho decir. La serie, en lo visual, no se caracteriza por toques demasiado sutiles: es televisión prolija aunque un tanto bombástica, de llamativo presupuesto, buenas actuaciones y un guión de best-seller perfecto. Pero no busquen aquí las sutilezas y densidad que pueden encontrar en THE NIGHT OF, la serie que acaba de arrancar en HBO y que también tiene, en los textos, a famosos guionistas de los ’90 como Richard Price y Steven Zaillian. Aquello es realismo sucio neoyorquino. Esto es show-business al estilo Hollywood, con un toque irónico que la hace consciente de su propia vacuidad. No por nada aparecen o se mencionan a los Kardashian, a Michael Jackson o a Oprah Winfrey. Esto es la Cultura de la Celebridad jugando a la Justicia.