TV: «Atlanta» (Temporada 1)
La serie creada y protagonizada por Donald Glover («Community») se centra en un grupo de amigos –un rapero, su manager y un amigo de ambos– que tratan, a su manera, de llegar al éxito en el universo del hip-hop. Pero «Atlanta» es una experiencia mucho más fascinante y compleja que eso, lo que la convierte en una de las series más originales, creativas e inteligentes en mucho tiempo.
No hay ninguna serie como ATLANTA. O al menos yo no vi nunca nada parecido. Miento. Si tuviera que comparar ATLANTA con alguna otra serie diría que tiene bastantes similitudes con una que parece transcurrir en otro planeta: SEINFELD. ¿Qué tiene en común una serie sobre cuatro neuróticos neoyorquinos con una que transcurre en los barrios de clase media baja de Atlanta y tiene como protagonista a un hombre que vuelve a su ciudad natal tras dejar la universidad y se reencuentra con sus amigos/primos/ex novias allí? En principio, lo más obvio: son dos series que no intentan ir hacia ningún lado sino que encuentran su potencial humorístico o dramático momento a momento. Sí, ATLANTA es también una serie about nothing.
Podría ir más allá y decir que ATLANTA (que se emite en Estados Unidos por FX) también se basa, como SEINFELD, en las experiencias de un comediante de stand up. El protagonista es Donald Glover, el multitalentoso actor conocido más que nada por la serie COMMUNITY quien además, con el seudónimo Childish Gambino, es una estrella de rap. Y es él quien encabeza el reparto. Como la otra serie, los personajes secundarios suelen ser más interesantes que el protagónico, que funciona casi como la voz de la razón y la conciencia en ambos casos. Y aquí también son cuatro. Glover encarna a Earn, quien vuelve de la prestigiosa universidad de Princeton habiendo dejado la carrera, se reencuentra con una ex novia con la que tiene una hija y se junta con su primo Alfred, que acaba de lanzar su primer single de hip-hop (bajo el seudónimo Paper Boi) y el mejor amigo de éste. Sin trabajo, se dedicará a ser el manager de su primo. O algo así.
Todo eso la conecta con SEINFELD (hasta los cuatro protagonistas hasta tienen roles y personalidades similares a los de esa serie), es cierto, pero es algo en lo que nadie pensará al verla. ATLANTA se mueve en un universo afroamericano de principio a fin (es hasta raro ver a personajes blancos, lo opuesto al mundo de SEINFELD), tiene una banda sonora plagada de bandas y artistas del más underground hip hop de la zona (y también, claro, de varias celebridades del rap local como OutKast, Migos o Future) y el universo físico en el que se mueven sus personajes –que por momentos se parece al conurbano bonaerense– no tiene nada que ver con Nueva York.
Pero sigue siendo una serie sobre «nada» o sobre las mínimas desventuras de unos bastante despistados personajes tratando de sobrevivir el día a día en una ciudad que puede volverse difícil y violenta. Por momentos es agresivamente cómica y en otros tiene el «dramatismo» de bajas calorías –y la fotografía idem– de una película indie. Hay episodios que apuestan por el realismo puro y duro, mientras que otros son directamente bizarros (uno es directamente un falso programa de TV al que va Paper Boi, con publicidades inventadas y así, en otro interactúan con un Justin Bieber… negro). Y, en lo que parece un regreso a la vieja escuela de las comedias, casi que los episodios se pueden ver en cualquier orden, ya que no hay demasiada evolución narrativa general a lo largo de la temporada.
Lo que hace especial a ATLANTA, además de la empatía que generan los personajes y la posibilidad de acceder a un mundo que no es habitual ver en la TV, es lo impredecible que es: nunca sabemos dónde estamos parados, qué es lo que va a pasar en el próximo episodio (o momento) y ese espíritu casi de «asociación libre» que tiene la serie es fascinante y extrañamente adictivo. Earn no tiene mucho talento como manager y la evolución de la carrera de Paper Boi es casi nula: es un casi famoso que sigue pretendiendo (en redes sociales especialmente) ser mucho más popular de lo que realmente es. A ninguno parece tampoco importarles demasiado, menos aún a Darius, el mejor amigo nigeriano y bizarro de ambos (sí, el Kramer de la serie). Solo les preocupa tener el dinero suficiente para sobrevivir, comprar alcohol, marihuana y comida basura, y pasar buena parte del día hablando o deambulando por la ciudad, aquí recordando un poco al universo de SLACKERS (o, por ponerse locales, el mundo de las primeras películas de Raúl Perrone). Solo Vanessa tiene un trabajo diario, pero eso también se complicará.
ATLANTA describe un mundo y transmite una sensación de lugar en el que viven personajes un tanto perdidos y sin demasiadas expectativas de trascender ese mínimo estrellato que les permite, a veces, ir a un evento benéfico o recibir algo de plata por hacer acto de presencia en una disco. Paper Boi puede portar un arma y ser un tanto calentón, pero no es un tipo peligroso. Y Earn no vive fumado todo el día (o al menos eso parece por su cara y expresión) solo porque está su hija de por medio y es un padre bastante responsable.
La serie contradice muchos de los estereotipos con los que la cultura negra es vista por los medios y a la vez sostiene otros. A la manera de la relativamente similar INSECURE, ATLANTA muestra el mundo desde una perspectiva afroamericana de principio a fin, metiendo varias veces finísimas observaciones acerca de los choques y malentendidos raciales, entre los que especialmente funcionan aquellos con personajes blancos que quieren incorporar la forma de hablar y la cultura negra con resultados un poco ridículos. Y las escenas de violencia policial o las ligadas a la cárcel están tratadas como si tal cosa, sin ningún subrayado dramático como algo que sucede a diario y ya todos están habituados. De hecho, son más bien humorísticas…
Pero ninguna descripción parcial ni un desglose de cada aspecto específico o deconstrucción analítica de la serie puede describir lo que es verla: ATLANTA es un universo completamente armado y (dis)funcional sobre la vida de unos jóvenes negros en esa ciudad. Verla es adentrarse en sus ritmos musicales, su tono pausado y su devenir plagado de accidentes y sorpresas. Es un «state of mind» como la han descripto por ahí. Y, en mi opinión, la mejor, más original, creativa e impredecible nueva serie de 2016.
PD. Aquí les dejo el playlist que armé con la música de la serie. Como dije, es casi todo hip hop sureño con algunos toques de soul y R&B de la vieja escuela. Es tan adictiva como la serie…
Al tercer capítulo de Atlanta, la relacioné con Seinfield. Como vos bien decís, las dos tratan de «nada». Seguramente porque no tienen nada para contar. Atlanta se salva poque está extraordinariamente bien filmada y musicalizada (bah, y por Glover, cuánto dolió verlo partir de Community!).
El capítulo del programa de tv es malísimo.
Series originales, creativas y buenas de este año?: The Young Pope, High Maintenance, Fleabag. Pero Rectify las deja a todas muuuy atrás.
A mí me encanta «Atlanta», me parece que tiene un mundo para dar a conocer. Las anécdotas son lo de menos. Eso es «High Maintenance», una serie con viñetas de hipsters neoyorquinos insoportables que me hace acordar a «Crash». Coincidimos en «Fleabag» y más en «Rectify», que es superior a todas. Pero ahí, como en «Atlanta», lo más atrapante es el universo y los personajes no tanto las vueltas de tuerca del guión…