Estrenos: «Snowden», de Oliver Stone
Muy poco tiempo después de «Citizenfour», el documental de Laura Poitras que ganó el Oscar dos años atrás, el realizador de «Pelotón» estrena su película de ficción que intenta contar la vida previa del célebre personaje que denunció los abusos de las agencias de seguridad norteamericanas que espía(ba)n los emails y llamados telefónicos de sus ciudadanos. Pero, más allá de una muy buena actuación de Joseph Gordon-Levitt, ¿es tan interesante su vida fuera del caso en sí?
Existiendo CITIZENFOUR –documental de Laura Poitras sobre este mismo personaje, que ganó el Oscar– esta película no tiene demasiado sentido. Y después de la victoria de Donald Trump, menos aún. Podría terminar la crítica aquí, pero no corresponde. Como algunos sabrán, Edward Snowden fue el hombre que, trabajando para la NSA (la National Security Agency), descubrió que el Estado norteamericano espiaba sobre las vidas de sus ciudadanos entrando a sus emails y a sus llamadas telefónicas, entre otras cosas. Y lo denunció, por lo que hoy está exiliado en Rusia –nada menos– después de que no pudo soportar, éticamente, lo que estaba haciendo su país, su gobierno de entonces.
Stone reconstruye la vida previa de Snowden (muy bien imitado por Joseph Gordon-Levitt) y cómo va llegando a ese momento: su entrenamiento militar, sus distintos trabajos en el universo de la «seguridad informática», su relación sentimental (con Shailene Woodley), cómo va creciendo en status dentro de las distintas compañías en las que trabaja y cómo llega a la conclusión de transformarse en “whistleblower”. Esto es: entregar a la prensa la información que tiene. Pero ni Snowden es un personaje en sí excesivamente interesante, ni su vida previa amerita una película de dos horas cuyo final ya sabemos y vimos en otra película hace muy poco.
Es cierto que, como otros filmes de Oliver Stone, SNOWDEN narra la clásica historia del hombre que cree en el sistema y en su gobierno hasta que termina decepcionándose con él (similar a NACIDO EL 4 DE JULIO y la propia PELOTON), pero, salvo algunas pocas escenas con algún grado de inquietante intensidad de película de espionaje, lo demás es tan gris como el trabajo concreto frente a las computadoras del propio Snowden: uno entiede que las implicaciones de lo que ve y denuncia son fuertes pero, al menos cinematográficamente, casi nunca las siente. Y eso la convierte en una película menos interesante que cualquier entrevista que uno pueda ver online con el siempr inteligente y centrado Snowden verdadero.