Estrenos online: «Bright Lights», «Blue Jay», «The Invitation», «Everybody Wants Some!!» y «Other People»

Estrenos online: «Bright Lights», «Blue Jay», «The Invitation», «Everybody Wants Some!!» y «Other People»

por - cine, Críticas
10 Ene, 2017 09:21 | Sin comentarios

Un nuevo post dedicado a películas que no han estrenado comercialmente en la Argentina y difícilmente alguna vez lo hagan. En este caso, algunas joyas como lo nuevo de Richard Linklater y el documental centrado en la relación entre Carrie Fisher y su madre Debbie Reynolds, ambas fallecidas hace pocos días.

BRIGHT LIGHTS: STARRING CARRIE FISHER & DEBBIE REYNOLDS, de Alexis Bloom y Fisher Stevens

Apenas una leyenda que dice «In Memoriam» con la que arranca y termina la película marca el hecho de que el documental se estrena tras la súbita y casi simultánea muerte de Fisher y Reynolds, madre e hija, parte de la realeza old school de Hollywood. La película se estuvo filmando, por lo que se ve allí, a lo largo de los últimos años y se estrenó en festivales a mediados del año por lo que no hay ningún «aprovechamiento» comercial aquí de lo que sucedió más allá del comprensible adelanto, por parte de HBO, del estreno.

La película se centra en la muy íntima relación entre madre e hija, que pasó por todo tipo de idas y vueltas a lo largo de seis décadas y que, mientras la película se filma, las encuentra en una relación casi simbiótica y codependiente. Viven en dos casas diferentes dentro de un mismo complejo y Carrie se ocupa y preocupa permanentemente por su madre mientras que la veterana actriz de CANTANDO BAJO LA LLUVIA pone su mejor cara de actriz bien entrenada en el Hollywood clásico para enfrentar las dificultades. Y por más que por momentos no puede sostenerse en pie, sigue girando con un unipersonal por ciudades de Estados Unidos. Como dicen, el show debe continuar y Reynolds se crió en esa escuela.

En cierto sentido, son (eran) polos opuestos. Debbie cuidaba todo lo que decía, quería ser filmada en ciertos ángulos y sonreía en situaciones que, sabemos, eran duras para ella. Y lo sabemos porque Fisher era casi su opuesto: dueña de una honestidad brutal, podía hablar de los momentos más duros de su historia personal y la de su familia con un humor y una frescura que desarmaban. Parecía no tener pudor alguno para contar sus secretos más  íntimos. Pero si bien esa relación pasó por etapas tormentosas –la historia familiar y los problemas maníaco-depresivos de Carrie son conocidos–, la película las encuentra en un momento afectivo, solidario y cariñoso.

La película es más sobre Reynolds que sobre Fisher, y sobre la muy distinta relación de ambas con la fama. Y cuando habla la hija la mayor parte de las veces lo hace sobre su madre (y su padre, su padrastro y sus adicciones). Los fans de STAR WARS que esperen mucho material sobre su rol como la Princesa Leia se decepcionarán. Más allá de un divertido y tierno encuentro de Carrie con sus fans en una convención y alguna anécdota suelta, es poco y nada lo que se habla de la saga en el documental. Bloom y Fisher evitan el recorrido por «cabezas parlantes» contando anécdotas o hablando maravillas de las protagonistas. Aquí son solo la madre, la hija y ocasionalmente su hermano Todd los que hablan, además de unos pocos conocidos capturados en momentos íntimos junto a los protagonistas. De todos ellos el mejor momento es uno entre Carrie y Griffin Dunne.

El nivel de intimidad que consigue el filme es asombroso y, al estar terminado antes de lo que sucedió, logra no ponerse excesivamente sentimental. Es por eso que cada inevitable lágrima y momento de emoción se siente ganada por derecho propio, por contar una historia emotiva sobre una familia complicada que parecía haber llegado a un momento de paz interna cuando ambas murieron inesperadamente, especialmente la más joven Carrie. Ese final del filme entre pacífico y navideño multiplica la empatía del espectador con ambas. Y empuja la tristeza al infinito.

 

BLUE JAY, de Alex Lehmann

Los norteamericanos llaman a este tipo de películas «two handers«. Básicamente, lo que quiere decir es que son solo dos personas las que llevan adelante el relato. Todo el tiempo. Filmada en blanco y negro y con algunos obvios puntos de contacto con películas como ANTES DEL ATARDECER, BLUE JAY se centra en el reencuentro entre dos ex novios de la adolescencia que hace muchos años no se veían y casi literalmente se chocan en el supermercado del pueblo en el que crecieron. Ella es Amanda (Sarah Paulson, reciente ganadora del Globo de Oro por su rol en THE PEOPLE VS. O.J. SIMPSON), quien se ha casado y se ha ido del lugar. Y él es Jim (Mark Duplass, prolífico realizador junto a su hermano Jay y también actor en la serie TOGETHERNESS), que se quedó en el lugar de siempre y que, al menos a primeera vista, parece ser el que peor la pasó de los dos luego de su separación.

La película los seguirá a lo largo de un día. El encuentro incómodo derivará en ir a tomar algo, luego a comprar unas cervezas, para terminar en la casa de él donde la situación ganará en intensidad y saldrán a la luz, previsiblemente, algunos secretos del pasado (acaso la parte más efectista y menos efectiva del filme). Sin embargo, ni la estructura probada (casi teatral) de este tipo de relato ni los personajes en principio prototípicos que les tocan interpretar representan un problema. Más que nada porque el guión les da personalidades muy claras y definidas a cada uno, y ambos actores hacen que nos creamos no solo a sus personajes sino la relación entre ambos.

Es el tipo de película que seguramente afectará más a los espectadores de cierta generación (imagino que entre 30 y 50) que han vivido alguna historia amorosa fuerte en su adolescencia o juventud y que alguna vez se han preguntado qué será de la vida de esa otra persona y qué sucedería ante un potencial reencuentro. Paulson y Duplass son, en ese sentido, un poco esa pareja que tomó caminos muy distintos y que, si bien en principio parecen pertenecer casi a distintos planetas, pronto nos dejan ver los fuertes lazos –códigos, canciones, placeres y dolores compartidos– que los unen. El blanco y negro utilizado por Lehmann le agrega un toque aún más nostálgico a esta historia escrita por el propio Duplass y que, en más de un sentido, se liga de manera muy directa a sus propias producciones que lidian, especialmente las más recientes, con problemas de pareja. Del presente o del pasado, da lo mismo.

(Disponible en Netflix)

 

THE INVITATION, de Karyn Kusama

Una película pequeña que transcurre casi en su totalidad en una lujosa casa ubicada en una zona acaudalada de Los Angeles, el nuevo filme de la directora de GIRLFIGHT arranca explicando su título: una invitación ha llegado a un grupo de personas para concurrir a una reunión en la casa de Eden, la ex mujer de Will, quien quiere juntar a sus viejos amigos en un evento-reencuentro. La casa es la misma en la que Eden y Will vivieron juntos y en la que se separaron tras perder a un hijo. Eden ahora está en pareja con David y Will con Kira, y ya de entrada se nota cierta incomodidad en el ambiente, especialmente de parte de Will, quien siente que algo raro está sucediendo y que hay algunos motivos oscuros detrás de dicha invitación.

Como buena película de suspenso en una sola locación, las sorpresas se irán revelando de a poco, mientras más invitados van llegando, algunos esperados y otros no. El eje principal pasará por la creciente paranoia de Will respecto a lo que está sucediendo frente al resto de sus amigos que no logran «prenderse» en su incomodidad y parecen disfrutar sin problemas de la buena comida y el excelente vino que los dueños de casa le sirven. Si la película tiene una debilidad es que para el espectador es tan evidente que algo raro sucede (más que nada por una elección de casting muy específica) que cuesta ver todo como un ataque paranoico de Will ligado a su pasado. Pero todo es posible y Kusama deja esa posibilidad siempre abierta… aunque no las puertas.

La situación va ganando en tensión con cada minuto que pasa y si bien por momentos los giros argumentales se vuelven un tanto previsibles, la película va escalando gradualmente sus sorpresas hasta llegar a un final devastador. Más interesante como juego o ejercicio de género que por la específica situación temática que plantea (si bien su crítica a ciertaas bizarras terapias de autoayuda es bastante efectiva), THE INVITATION es un juego macabro y efectivo que funciona muy bien durante gran parte de sus cien minutos.

(Disponible en Netflix)

 

EVERYBODY WANTS SOME!!, de Richard Linklater

Después de la largamente planeada y ambiciosa BOYHOOD, muchos se preguntaban cómo continuaría su carrera Linklater. Y la elección que ha tomado no solo es ideal sino que, a juzgar por los resultados, ha creado otra gran película para ubicar en el panteón de su filmografía. EVERYBODY… podría ser una suerte de secuela de BOYHOOD (empieza cuando el protagonista llega a la universidad y transcurre durante sus primeros días allí) pero también una versión «ochentosa» (o secuela espiritual) de DAZED AND CONFUSED, una película que seguía a personajes relativamente similares pero más jóvenes y unos años antes.

Ligeramente autobiográfica, la película cuenta la llegada de Jake (Blake Jenner) a una universidad de Texas a la que ingresa por una beca como beisbolista. Todos los jugadores del equipo de béisbol (algunos recién llegados, otros más veteranos) viven juntos en un par de casas en las que lo que prima es el desmadre, el caos, las bromas pesadas y el alcohol las 24 horas del día. Como todavía faltan unos días para que se inicien las clases y los entrenamientos, los jugadores no hacen más que beber, ir a bailar, tratar de levantarse chicas, volver a beber, escuchar música, fumarse unos porros, divagar sobre temas «linklaterianos», competir por cualquier cosa y beber otra vez.

Son más de una decena de personajes los que acompañan al protagonista, pero Linklater logra no solo que podamos diferenciar a unos de otros sino crear, en el limitado tiempo de duración de la película, personajes verdaderamente inolvidables: graciosos, entrañables y muy divertidos. La película es una colección de anécdotas y el único eje narrativo obvio es –además del tema del tiempo, una obsesión clásica del director, acá evidenciado en los días y horas que faltan para el comienzo de las clases– el interés de Jake por una chica también nueva en la universidad, pero que viene de un mundo muy diferente al suyo.

La película no solo es muy graciosa y efectiva en cada chiste, cada situación y cada diálogo del grupo protagónico (y ni hablar de las excelentes escenas musicales, con una banda sonora extraordinaria) sino que tiene el logro extra de estar filmada casi como si fuera una película de la época, evitando el exceso de corrección política que tiñe a buena parte del cine norteamericano de hoy. Como PORKY’S u otros filmes de entonces, la obsesión sexual de los protagonistas no se disimula y Linklater no tiene problemas en hacer un zoom a un trasero femenino cuando Jake y sus amigos se fijan en él. Puede no ser elegante (a la película se la ha acusado, previsiblemente, de misógina), pero es respetuosa tanto del tono cinematográfico de esa época como de la edad y las obsesiones de nuestros sexualmente hiperansiosos antihéroes.

Es una pena que la película no se haya estrenado en cines y que no haya tenido, por lo general, mayor repercusión de la que tuvo. Es una fiesta, de principio a fin.

 

OTHER PEOPLE, de Chris Kelly

El reconocido guionista de SATURDAY NIGHT LIVE y director de varios cortometrajes debutó en el largo con esta obra, de claros tintes autobiográficos, en la que se cuenta un año en la vida de David, un joven escritor de comedia que trata de tener éxito en Nueva York (Jesse Plemons) pero debe volver a su ciudad natal en Sacramento cuando su madre (Molly Shannon) entra en una fase terminal de su cancer. No es el único de sus problemas en este drama con algunos apuntes cómicos (llamarla comedia dramática sería un despropósito): su novio acaba de dejarlo pero no quiere contarle a su madre ya que no quiere que ella se preocupe por él. Y, lo que es aún más doloroso para él, su padre sigue sin aceptar que sea gay.

La película arranca por el final –con el fallecimiento de la madre– y retrocede para contar los doce meses previos a ese hecho, desde la llegada de David que debe lidiar con ayudarla (sus hermanas son adolescentes) en su cada vez más difícil vida cotidiana, adaptarse a la vida en Sacramento (donde, aparentemente, la escena gay es ínfima y/o patética) y, además, solucionar sus propios problemas laborales ya que intenta vender un piloto para un programa de televisión… a la distancia. A lo largo de los meses habrá viajes, salidas, peleas, reconciliaciones y lo mejor de la película pasará por el lazo fuerte que se establece entre el protagonista y su madre, a quien Shannon interpreta extraordinariamente bien, mostrando cómo de a poco su vida se va volviendo cada vez más y más difícil pero tratando de no perder el humor y la bonhomía hasta el último momento posible.

OTHER PEOPLE no es lo suficientemente potente dramáticamente como para superar las comprensibles dudas de un espectador a la hora de sentarse a ver una historia sobre enfermedades terminales. Tiene, como otros filmes de este subgénero en su vertiente indie, un cierto humor e ironía que le permiten no recargar emocionalmente todo el tiempo la situación central del filme y para eso ayuda saber de entrada el fin de la historia. Y si bien es cierto que cuando la película se mueve hacia otras áreas de la vida de David se torna menos programática y predecible, de todos modos no es lo suficientemente convincente como para salir de la media del subgénero «películas sobre enfermedades terminales». No es una mala película, pero sus buenos momentos no alcanzan a tapar sus deficiencias.

(Disponible en Netflix)