Estrenos: críticas de «No te olvides de mí», de Fernanda Ramondo y «Ojalá vivas tiempos interesantes», de Santiago Van Dam
Dos de los mejores estrenos nacionales de esta semana presentan propuestas muy diferentes. Protagonizada por Leonardo Sbaraglia, «No te olvides de mí» es una road movie de época mientras que «Ojalá vivas tiempos interesantes», con Ezequiel Tronconi, husmea en el terreno del suspenso psicológico.
NO TE OLVIDES DE MI, de Fernanda Ramondo
La más pequeña e independiente de las películas de la “maratón Leo Sbaraglia” de estos últimos meses es un cuento simple y discretamente emotivo acerca de Mateo, un hombre que sale de la cárcel y se pone como objetivo recuperar sus gallos de riña con los que se gana la vida. Corre el año 1934 y este sujeto un tanto hosco e individualista se topa con su total opuesto: Aurelio y Carmela, dos hermanos (ella bastante mayor que él) que van en busca de su padre hacia el sur de la llanura pampeana, pero que, desconfiando de todo y todos, prefieren caminar aunque sean cientos de kilómetros.
Mateo se ofrece reticentemente a llevarlos. Ella no quiere, pero el chico entabla una amistad con él, quien funciona de algún modo como padre sustituto. Un poco a la manera de LUNA DE PAPEL, los tres terminan juntos en la camioneta de Mateo, viviendo algunas aventuras y conformando algo parecido a una familia mientras buscan otras que acaso ya no existan o sean parte del pasado.
La película no ofrece mayores sobresaltos ni sorpresas y se sigue con interés, más que nada por la química que de a poco va creciendo entre los personajes y porque Sbaraglia es un actor que sabe dotar de muchas aristas ambiguas a su Mateo, un anarquista y ladrón, un tipo tramposo y vivillo que de a poco se va abriendo a estos dos seres perdidos en el medio de la pampa. Y algo parecido pasa con ellos, que pasan de la desconfianza al afecto poco a poco. Ese movimiento mutuo (además de la muy buena fotografía de época de Lucio Bonelli) es lo más rico e interesante que este filme, cuyo universo temático tiene puntos en común con LAS ACACIAS, tiene para ofrecer. Una nobleza asordinada, sin estridencias.
OJALA VIVAS TIEMPOS INTERESANTES, de Santiago Van Dam
“Para escribir una buena novela hay que vivir intensas experiencias”, le dice Walter, un amigo (Julian Kartún), al protagonista del filme, Marcos (Ezequiel Tronconi), quien venía viviendo aparentemente muy bien como escritor de literatura infantil y un día decidió que quería escribir para adultos, novelas en las que hubiera muertes y cosas así. No le fue muy bien con eso y cuatro años después ha perdido a su pareja, se lo ve notoriamente desmejorado, su novela no ha avanzado nada y sobrevive como dealer de poderosos y populares brownies psicotrópicos.
Es ahí, en medio de su crisis (su casa se inunda, tiene un vecino hippie irritante y mujeriego, no logra salir de su bloqueo) que acepta, o es llevado por una vieja maldición china (la que da título al filme), a atravesar experiencias peligrosas, que pueden ser o no las recomendadas por su amigo. ¿Le permitirán escribir una novela fascinante? Posiblemente. Pero también lo pondrán en situaciones en las que su vida correrá peligro.
La película de Van Dam –nacido en Honduras, radicado hace mucho en la Argentina, codirector de LA PELI DE BATATO— trata de crear un relato de suspenso a partir de esta premisa. La sangre tendrá que aparecer y el vecino insoportable es toda una tentación. Las salidas extrañas y el sexo fuera de lo común también y para eso se topará con una misteriosa y sexy mujer enmascarada (Emilia Attias, con un dudoso acento español) que lo llevará a vivir experiencias inesperadas dentro de ese terreno. Estará el portero que trata de husmear en su departamento todo el tiempo y su bonita hija. Y otras desventuras que irán apareciendo con el correr de los minutos y que le darán al filme un claro aire de paranoico encierro “polanskiano”.
El filme de Van Dam posee ideas originales en cuánto a puesta en escena –casi todo transcurre en interiores y departamentos– y tiene, en la creciente desesperación de Tronconi, a un sólido sostén del relato. El problema es que, con 110 minutos de duración, la película excede por bastante su arco narrativo lógico y se vuelve excesivamente larga y episódica, dando la sensación de que ni el personaje ni el director saben muy bien cuándo y cómo cerrar sus historias. Más allá de esos excesos, se trata de una “opera prima solista” atendible, de las pocas apuestas locales por el suspenso psicológico y salen más o menos bien paradas.