Series: crítica de «Twin Peaks: The Return» (Final)

Series: crítica de «Twin Peaks: The Return» (Final)

por - Críticas, Series
06 Sep, 2017 10:13 | comentarios

Un final angustiante y misterioso dio cierre a la extraordinaria temporada (o regreso) de la serie creada, coescrita y dirigida por David Lynch. Un episodio doble que, como acostumbra suceder con la obra del realizador de «Terciopelo azul», dejará asuntos a debatir por largo tiempo.

SPOILERS DE ACA EN ADELANTE!

Los que miraban TWIN PEAKS solían dividirse en dos bandos: los que la disfrutaban por su pura construcción poética, audiovisual, sus conceptos, tiempos y formas cinematográficas y los que trataban incansablemente de atar todos los cabos narrativos de su historia. Tiene sentido. El propio David Lynch ha jugado siempre este doble juego: el de imponer una «forma» que engulle lo que podría considerarse la trama (en realidad es la que la hace, finalmente, trascendente) pero a la vez lanzar madejas de hilos narrativos que solo pueden desenrollarse tras semanas de esfuerzo. O, a veces, nunca se logran desentrañar.

El final de TWIN PEAKS: THE RETURN aportó, en un episodio doble, algo para cada uno de esos fans. Los nostálgicos que esperaban el regreso del Agente Cooper a Twin Peaks, Washington («el estado, no la ciudad») tuvieron casi todas sus respuestas en la primera media hora del Episodio 17. No es que todas las tramas ni las narrativas se cerraron, pero promediando el capítulo uno tenía la sensación que la necesidad de atar cabos había vencido y ahí aparecía nuestro superhéroe británico de guante verde predestinado a usarlo en el momento justo, nuestro mejores personajes restaurando algo parecido al orden en el pueblo y una suerte de calma con la supuesta desaparición de «Bob».

Bien podría haber concluido todo ahí, pero de golpe Cooper empieza a ver todo desde afuera y, como si fuera un espectador más (nosotros) su rostro se refleja en la pantalla, mirándolo todo como una suerte de función teatral, de puesta en escena que lo incluye a él mismo. Esa separación/ruptura es impactante. Si bien Lynch ha usado mucho en su carrera estructuras oníricas, no recuerdo una escena de esas características tan evidentes. Es como si la «cuarta pared» se rompiera y la serie se observara a sí misma proceder. Hasta la propia despedida de Coop («See you at the curtain call») es una frase usada en teatro y que significa «te veo cuando cae el telón» o, metafóricamente «te veo después de la función».

Si una cierta idea de Bien parecía haber triunfado entonces lo que sucede de ahí en adelante vuelve a torcer las fuerzas hacia el otro lado. Cooper viaja a ver a ese tetera gigante en la que se ha transformado Phillip Jeffries (la ironía David Bowie/Tin Machine está a la vista) y logra volver al pasado, rescatar a Laura Palmer de su destino inicial –su cadáver no está más ahí, en escenas que corresponden a la serie original– sacándola del lugar y la situación previa a su asesinato –esas escenas son de FIRE WALK WITH ME, la película/precuela–, pero cuando se la está llevando del lugar Laura se esfuma, desaparece. Y, con eso, la sensación de misión cumplida queda en suspenso.

El Episodio 18 es el clásico relato lynchiano de identidades disociadas, de dobles, de estructuras que se repiten alteradas y tiempos que no se corresponden con la lógica. Su escape con la verdadera Diane (la de pelo rojo y no su «tulpa» de pelo blanco) llevan a Cooper a atravesar una especie de portal que lo deja en una suerte de línea de tiempo paralela. Si bien los espectadores de cine de ciencia ficción y superhéroes están más que acostumbrados a este tipo de recursos se les hace difícil entenderlo en el caso de Lynch porque él jamás los explica ni los anuncia. Nos damos cuenta por pistas, por detalles. Aquí, empieza por la carta de despedida de Diane a Coop firmada como de Linda para Richard («two birds with one stone»). Ya no estamos en el mismo plano que antes (narrativo, existencial, lo que sea) y es posible que hasta Cooper no se acá un agente del FBI sino un tal Richard que, buscando a una tal Laura Palmer, se encuentre con una señora llamada Carrie que luce exactamente como ella y está encarnada por la misma actriz. De hecho, su enfrentamiento de western en un bar con tres agresores que toquetean a una camarera puede ser de justicia por mano propia. Tal vez no haya más una ley que lo ampare, pero lo que cuenta allí –en el entramado mayor de la serie– es su actitud.

El encuentro no tiene las características de lo esperado. Carrie no se reconoce en Laura y no lo reconoce a él, pero su destino en este timeline paralelo al que Cooper quizás la llevó es bastante similar. Tiene un cadáver en su living (seguramente el de un agresor al que abatió, esta vez sí pudiendo defenderse por sí misma) y la necesidad de escaparse de ahí. No entiende para qué la quiere este hombre de traje pero acepta el viaje. Lynch allí hace otra de las suyas, acaso una de las más disimuladamente geniales de la serie: cuando todos esperan que uno y otro conversen, que Cooper quiera saber de su vida o, al menos, que ambos arriben a Twin Peaks, el hombre los deja literalmente callados durante más de cinco minutos en un auto que se interna en un negro cada vez más profundo, una suerte de vortex maligno.

No creo que nadie tenga del todo claro el final (los invito a dar sus opiniones en los comentarios), pero mi interpretación es la siguiente. En esa línea de tiempo paralela los Palmer no existen y los dueños de la casa son y fueron otros –si bien los nombres usados responden a un personaje de la serie original y algunos objetos de la casa también provienen de allí–, lo cual lleva a Cooper a preguntarse en qué año está cuando la alteración parece ser otra. Y la versión 2.0 de Laura (o de esta mujer que no es Laura) tampoco parece reconocer nada hasta que algo sucede que la hace temblar y lanzar su ya clásico grito. ¿Será que de alguna manera sintió su relación con el lugar y con lo que sucedió? Yo prefiero pensar que no es necesariamente así, que Laura/Carrie reconoce que esa casa está habitada por ese mismo horror (pedofilia, violencia de género, violaciones, femicidios) y su grito es uno de desesperación ya que es un horror que ella, en la versión que elijan, ha atravesado y muchas mujeres siguen atravesando en un presente continuo.

Para Cooper es la imposibilidad de ponerle una suerte de «fin» a ese Mal que viene persiguiendo desde siempre. Su esfuerzo en volver en el tiempo y salvar a Laura puede haber surtido efecto en ese momento preciso pero no es capaz de frenar un ciclo de violencia que –Judy o no Judy, Bob o no Bob– existe desde siempre. La angustia del final de TWIN PEAKS es esa, la desesperante idea de que este intachable hombre, o cualquiera que trate de torcer ese ciclo de violencia, va siempre a llegar tarde a algún lado. Su existencia es necesaria, claro, pero la persecución es eterna, imposible, como la de El Eternauta en sus viajes por el tiempo. En ese balance de fuerzas entre el Bien y el Mal del universo lynchiano el Mal siempre corre con ventaja y la intención de restaurar un orden es valiosa pero la mayoría de las veces no alcanza. Sin embargo, parece cerrar Lynch en esta inimitable, extraordinaria serie, hay que seguir intentándolo.

Los invito a dejar sus interpretaciones de la serie y de su final en los comments.