Series: crítica de «The Deuce» (Temporada 1)
La serie creada por David Simon («The Wire») culminó una primera temporada dedicada a establecer su universo (el de la prostitución y la pornografía en la Nueva York de principios de los ’70) y sus personajes, pintando a la perfección las «calles salvajes» de esa fascinante y complicada época de Manhattan.
El mundo de las series no se acaba en Netflix. Da la impresión, especialmente en los últimos años, que la empresa de streaming ha dominado lo que se ve en formato series a tal punto que muchos parecen pensar que todo empieza o acaba allí y que buscar otras cosas (en canales de cable o por la vía online) es demasiado trabajoso. Y si bien Netflix tiene mucho material para consumir, hay cientos de otras cosas, en muchos casos notoriamente mejores, que no están allí. Y salvo excepciones muy populares (digamos, GAME OF THRONES o THE WALKING DEAD), no muchos se toman el trabajo de escaparle al monopolio cómodo de Netflix.
THE DEUCE es un motivo para hacerlo. En medio de otras series muy promocionadas en Netflix como MINDHUNTER o la propia STRANGER THINGS 2, la nueva obra del creador de THE WIRE viene casi calladamente demostrando de qué hablamos cuando nos referimos a la nueva Edad de Oro de las series de TV. THE DEUCE tiene el horario central de los domingos por la noche en HBO (tampoco es una serie oculta en Hulu como THE HANDMAID’S TALE) y protagonistas célebres como James Franco y Maggie Gyllenhaal, y hasta temáticas fuertes como la prostitución y la pornografía en la Nueva York de los años ‘70, pero acaso por la propia lógica narrativa de David Simon —un estilo que lo acompaña desde siempre— no despierta pasiones multitudinarias. Ni busca hacerlo.
Es que Simon funciona más como creador de universos y “analista de sistemas” que como narrador clásico. Un poco como Martin Scorsese —nombre que es una referencia inevitable de THE DEUCE, especialmente en su etapa CALLES SALVAJES y TAXI DRIVER—, lo que al hombre le importa es adentrarse en universos complejos, con docenas de personajes, y ver cómo funcionan y se interrelacionan. Aquí están las prostitutas, los tratantes de blancas, la policía corrupta neoyorquina, los mafiosos, los pornógrafos, los estudiantes y hipsters de la época, todos conviviendo en una Manhattan de 1972 que poco y nada tiene que ver con la de hoy. Una que combinaba violencia, inseguridad, prostitución y estafas en paralelo a exploraciones sexuales, cine arte y un estilo de vida mucho más despreocupado al de hoy pero a la vez peligroso.
Como queda bien claro especialmente en los últimos episodios, Simon y su equipo de guionistas (entre los que se encuentran otras celebridades del policial realista sucio como Richard Price y George Pelecanos) no añoran de manera romántica el período. THE DEUCE no es nostalgia de los días salvajes de los ‘70 antes del sida, el apogeo de Wall Street y la gentrificación posterior sino que mira la época con todos sus grises y problemas: crimen, violencia de género, corrupción, homofobia y varios etcéteras. Hasta la industria porno, por algunos entonces considerada casi una salvación para las chicas que trabajaban en la calle (lo mismo que los locales cerrados tipo “sauna/casas de masajes”), es mirada con un ojo crítico.
Lo notable de la manera en la que Simon construye su mundo y sus personajes es que no hay juicio de valor en su mirada. Claro que hay personajes más humanos y nobles que otros pero cada uno funciona según su propia lógica, necesidades y egoísmos. El propio Vinnie, el aparente «héroe» de la serie, está cada vez más conectado aunque con culpa con la mafia y la prostitución, y aprovecha esos contactos cuando le conviene, revelando ser más calculador de lo que parece. Y parecidos juegos de poder juega su novia universitaria, Abby, que lo usa también cuando le conviene. Y así con cada personaje. Pero uno los entiende y no los juzga, ya que sabe que son los comportamientos lógicos y previsibles para funcionar en esos universos. Lo mismo pasa con las prostitutas y sus distintas decisiones, con Candy y su paso de prostituirse en la calle a discutir ángulos de cámara en un rodaje porno. Y con los policías, que saben que hay corrupción pero no se atreven a volverse «delatores» porque saben el riesgo que corren. Y así con todos.
Si bien utiliza un estilo cinematográfico ligado a la época, THE DEUCE tampoco la fetichiza. Salvo por algunos inevitables momentos de «name-dropping» (hablar de Velvet Underground o películas como BOYS IN THE SAND o la inevitable referencia a GARGANTA PROFUNDA, entre otros), Simon y su equipo tratan de adentrarse en el día a día de la mecánica, del sistema. Desde la actualidad políticamente correcta in extremis de hoy, los ’70 pueden parecer un tiempo de libertad (sexo, drogas y rocanrol, digamos), pero la serie deja claro que muchas de las costumbres de entonces eran deplorables y peligrosas. Lo que sí es cierto es que era menos hipócrita y los personajes no necesariamente tenían que cuidarse de cada cosa que decían. A nadie lo apedreaban en redes sociales…
En THE DEUCE hay pimps y prostitutas asesinadas y golpeadas, abusos y sobredosis de drogas, dinero «malhabido» que circula entre policías y mafiosos, trampas y traiciones internas, pero Simon logra que todo eso no se vuelva extremadamente sórdido, aunque por momentos el límite es muy delicado. ¿Cómo reconstruir una época salvaje sin tomar posición sobre ella, sin decir «qué tiempos aquellos» o, a la inversa, «qué infierno»? Simon sabe hacerlo, como lo hizo en THE WIRE o como su colega Matthew Weiner lo probó en MAD MEN. Tratar de mostrar la época desde la mirada y mentalidad de entonces y no con un punto de vista retrospectivo, de aquel que sabe más que los personajes. Ese, para mí, es el secreto de Simon.
Eso, claro, y los personajes que crea. De THE WIRE en adelante, el tipo ha demostrado una enorme capacidad para imaginar criaturas propias de una novela, con complejidades y contradicciones que pocas veces se observan en el cine y la televisión. Los hermanos Martino (los dos personajes que encarna James Franco), Candy, los policías, los cafishios, las prostitutas, los mafiosos y la docena de secundarios que conforman el sistema THE DEUCE son seres reconocibles, humanos, falibles, brillantes o monstruosos, y a veces todo a la vez. Y eso es lo que permite que uno se identifique con ellos. Es un universo donde vale casi todo y donde cada uno sobrevive como mejor puede.
Algunos criticarán su falta de propulsión narrativa convencional. La serie funciona con casi una decena de tramas paralelas y, si bien todas existen en un mismo universo, muchas casi ni se cruzan lo que genera que no hay un constante acoso de plot points por resolver. No. Simon escribe más «a lo ancho» que «a lo largo» porque todos conviven en un mundo interconectado y si bien eso puede fastidiar a los que buscan permanentes puntos de tensión, lo que finalmente logra es que cuando esa tensión aparece sea más creíble y potente. La muerte de un personaje secundario, cuando sucede, shockea de una manera que no sucedería en una serie que deja a sus secundarios sin vidas propias. Aquí conocemos las problemáticas de todos ellos y, cuando algo fuerte les pasa, impacta. A su manera, todo confluye. Ya lo verán. THE DEUCE devuelve con creces la paciencia de detenerse en los detalles.
La escena del triple fuck you, extraordinaria…