Estrenos: crítica de «Sin filtros», de Santiago Segura
Remake española de una película chilena que luego tendrá una versión argentina protagonizada por Natalia Oreiro, se trata de una comedia acerca de una mujer que –tras beber una poción supuestamente mágica– empieza a decir todas sus verdades y a no tolerar más abusos y agresiones. Es una película fallida plagada de situaciones y personajes desagradables que solo mejora un poco gracias a la presencia de Maribel Verdú.
La historia es más o menos así. Nicolás López, popular cinesta chileno, hizo una película llamada SIN FILTRO en 2016 que se convirtió en uno de los grandes éxitos de taquilla de la historia de ese país. Acá no se estrenó, pero la idea se vendió a varios países para remakes locales. En México se llamó UNA MUJER SIN FILTRO y se estrenó a principios de este año. En España, en tanto, se la llamó SIN RODEOS y también se vio en febrero allí. Tendrá su versión argentino que, ya habrán visto la publicidad, se llamará RE LOCA, con Natalia Oreiro en el papel principal. Y me imagino que habrá más en otros países ya que la fórmula es clásica y, además, es muy actual por su tema, más allá de que su manera de entender el feminismo sea un tanto curiosa y contradictoria.
Para agregarle confusión, la que se estrena ahora acá se llama SIN FILTROS pero en realidad es SIN RODEOS. Es decir, la española. Con Maribel Verdú como protagonista y Santiago Segura como director y en un papel secundario. Y si quieren ver la original chilena… está en Netflix. A juzgar solo por la española queda claro que es una película de sencilla formula que, bien ejecutada, tiene todo para funcionar comercialmente. En manos de Segura lo que falla es exactamente eso: la ejecución.
La película se centra en Paz (Verdú), una mujer que se acerca a los 40 y que vive en constante estado de stress, ocupada con su casa y su trabajo mientras el mundo alrededor suyo parece estar o bien abusando de su sacrificado profesionalismo (su pareja, su jefe, etc) o directamente maltratándola. Su pareja es un artista pedante que no hace nada mientras busca inspiración (Rafael Spregelburd haciendo todos los mohines y cliches que hace por algún motivo cada vez que actúa en cine) y que carga con un hijo veinteañero insoportable; su jefe es un baboso acosador que contrató a una «community manager» idiota de 20 años para que supervise a Paz en su trabajo; en la calle una vecina (Candela Peña) vive tirándole el auto encima, su amiga no le escucha sus problemas, su hermana le pide que se ocupe de su gato día y noche y para colmo su vecino se la pasa haciendo fiestas electrónicas todas las noches. Pero Paz sufre y no reacciona.
Hasta que un día, guiada por un aviso bastante trucho en la tele de un gurú (Segura) que dice poder sanar este tipo de stress cotidiano, va allí, bebe una pócima y de golpe empieza «a cantarle las cuarenta» a todo el mundo que la molestaba, acosaba y torturaba día a día, un catálogo de imbéciles e insoportables que habla bastante mal también de sus elecciones de pareja, trabajo y amigas. Y las cosas empiezan a cambiar. Para bien, para mal, pero cambian. De un día para otro Paz es otra persona: liberada, incapaz de quedarse callada y agresiva, con los potenciales problemas que esto puede también traer.
La fórmula, lo decía, es probada y debería ser efectiva, pero el problema aquí es que la comedia es tan ampulosa, los personajes tan caricaturizados e insoportables, las situaciones tan absurdas y la mirada sobre el mundo tan desagradable, que causa más irritación que risa, más molestia e incomodidad que gracia. La forma en la que retrata a todos sus personajes (salvo al veterano vecino fiestero, con el que claramente siente Segura alguna afinidad y al que le hace decir la mejor frase de la película) es tan agresiva y cruenta que más que comedia negra es un catálogo de maldades. En cierto punto la idea no es tan diferente a la de RELATOS SALVAJES –en la que varios personajes eran agredidos hasta que explotaban– pero casi nada del humor y de la pericia narrativa de Damian Szifron sobreviven en esta película de Segura.
No me atrevo a ver la chilena, la verdad, o tengo la sensación que será otra pérdida de tiempo. Y, tras ver esta, mis expectativas respecto a RE LOCA bajaron también. Pero hay que esperar. Natalia Oreiro puede sacar oro en donde otros solo ven piedritas…