BAFICI 2019: crítica de «Putin’s Witnesses», de Vitaly Mansky

BAFICI 2019: crítica de «Putin’s Witnesses», de Vitaly Mansky

por - cine, Críticas, Festivales
17 Abr, 2019 09:42 | 1 comentario

Este documental se centra en el año en el que Vladimir Putin se convirtió en presidente ruso, con un acceso íntimo a su campaña –el director era jefe de documentales de la TV rusa entonces– plagada de mentiras, crímenes y promesas incumplidas. Impactante.

Por el material que contiene, PUTIN’S WITNESSES tiene todo para ser uno de los documentales más incendiarios de estos años. Fundamentalmente, Mansky lo que cuenta aquí es el año 2000 en la vida política de Rusia, que se inicia con la sorpresiva renuncia del entonces presidente Boris Yeltsin el 31 de diciembre de 1999, sigue con la campaña presidencial de Vladimir Putin –que actuaba entonces como presidente interino–, se detiene un buen rato en la noche de votación que lo consagró en ese cargo y luego observa y analiza los primeros meses de su mandato.

Pero Mansky no es un observaddor más. Era entonces el responsable de los documentales de la televisión nacional rusa y como tal tuvo acceso íntimo a filmar a Putin todo ese tiempo desde muy cerca. Como otras películas similares, norteamericanas, que filman ínntimamente los bunkers de campaña y las elecciones, aquí Mansky hace lo mismo pero sobre un país, y un líder, que suelen ser mucho más cautos y discretos (por no decir impenetrables) a la hora de mostrar su intimidad personal y política.

No imagino cómo Mansky logró quedarse con todos esos materiales originales íntimos que filmó y llevárselos a su exilio en Letonia, pero lo cierto es que muchos son impactantes, desde algunas más previsibles «mentiras» de la anti-campaña de Putin (los bombardeos y ataques terroristas chechenos probablemente autogenerados) hasta sus posteriores declaraciones «republicanas» que tienen poco que ver con lo que es hoy el hombre que sigue gobernando con mano dura ese país.

En su comentario sobre lo que vemos, Mansky va dejando en claro lo que pasó entre entonces y hoy: casi ninguno de los que trabajaban con Vladimir en su campaña hoy siguen con él (algunos son opositores, muchos se exiliaron, otros murieron y no todos en circunstancias claras), Putin ha hecho casi todo lo contrario a lo que prometió (especialmente irónico es cuando dice que prefiere el sistema democrático y que no quiere permanecer demasiado en el poder «como los reyes») y el país retomó algunas costumbres «rojizas» (sic) de las que pareció alejarse durante un tiempo.

Un par de largas secuencias se detienen en Yeltsin, quien lo eligió como su sucesor y al que pronto se ve un tanto decepcionado por los caminos y decisiones de su «hijo político» tales como restaurar, con algunos cambios en la letra, el himno de la Unión Soviética y otras figuras icónicas de esa época. El canoso y alcohólico ex presidente queda casi como una figura trágica, triste y abandonada por aquellos que él ayudó a llegar al poder y que meses después no le contestan siquiera los llamados telefónicos.

LOS TESTIGOS DE PUTIN, una película que seguramente no se verá en Rusia, es una mirada íntima como pocas a los manejos políticos de ese país. Sin prisas y en lugar de pasar rápidamente de un tema a otro, Mansky arma largas secuencias con bastante pocas situaciones. Pero todas son muy reveladoras al punto que no hace falta saber muchos más detalles. Este documental es un mea culpa del realizador, es cierto, pero más allá de eso es una clara demostración de que en todos lados la política funciona más o menos igual. Básicamente, es el arte de prometer una cosa y después hacer cualquier otra.