Series: crítica de «Fleabag», de Phoebe Waller-Bridge (Temporada 2)

Series: crítica de «Fleabag», de Phoebe Waller-Bridge (Temporada 2)

por - Críticas, Estrenos, Series, Streaming
21 Abr, 2019 08:27 | comentarios

Segunda temporada de esta excelente comedia británica escrita y protagonizada por la creadora de «Killing Eve» en el papel de una chica ácida y promiscua que lidia con una familia más que complicada y un romance inesperado. Se puede ver en Amazon Prime.

Puede parecer sencillo lo que hace Phoebe Waller-Bridge en FLEABAG (Amazon Prime) pero es realmente muy complicado. El milagro, si se quiere, de esta serie británica (en esta temporada la palabra «milagro» cobra más de un sentido) es que logra que convivan armónicamente elementos que no suelen funcionar muy bien entre sí. Y lo hace con tanta fluidez y naturalidad que ni siquiera se nota el esfuerzo y el trabajo que requiere hacer esta serie que ella misma escribe y protagoniza.

En principio, logra una extraordinaria convivencia entre comedia y drama, pero no en el sentido realista más o menos clásico del cine y las series norteamericanas sino en uno que va de la comedia más absurda y exagerada (hay varios momentos de slapstick de vieja escuela aquí, ese humor de golpes, caídas y tropezones) a momentos dramáticos más que complejos y densos, desde traumas familiares profundos hasta hablar y cuestionar la fe en Dios y en la humanidad.

Pero a todo eso hay que sumarle varios elementos que acrecientan aún más su calidad. Por un lado, la perfección de su timing cómico, que es mucho más complicado que lo usual en el género y hace recordar a las clásicas comedias de Hollywood de la época dorada. No solo los diálogos son inteligentes, ingeniosos y están dichos con una brutal precisión cómica sino que se entrelazan, se montan entre sí como una suerte de performance grupal apabullante. Solo basta observar el furioso overlapping que se usa aquí (esa forma de pisarse unos a otros mientras hablan, que es más natural que la manera acostumbrada pero muy falsa de la ficción en donde nunca nadie se interrumpe y todos empiezan a hablar cuando termina el otro) para darse cuenta que es de una precisión de relojería que haría pararse y aplaudir a los grandes humoristas del periodo clásico.

Olivia Colman

Si a eso se le suma un truco que ya es viejo pero que está utilizado maravillosamente bien como es el hecho de que la protagonista rompe la llamada cuarta pared para comunicarse con el público la mayor de las veces solo mediante gestos, la cuestión se vuelve aún más redonda. Y agrego un detalle importante: que esta comedia casi matemática produzca resultados emocionalmente potentes con una gran cantidad de personajes que son francamente desagradables (egoístas, celosos, caprichosos, pesados, acosadores, mentirosos y varios etcéteras más) es, ahí sí, la comprobación de que estamos ante un milagro televisivo.

Va un breve resumen argumental de la serie y, más específicamente, de esta segunda temporada. «Fleabag» (Waller-Bridges) es una chica de un poco más de 30 años bastante sagaz, inteligente y fan del combo alcohol+sexo casual, pero también es terriblemente egoísta y un tanto desapegada afectivamente de los que la rodean. Viene de atravesar un par de situaciones difíciles –muertes cercanas, digamos– y está tratando de superar esas crisis y de hacer las cosas un poco más “prolijamente” que antes. Solo un poco. Es dueña de un café y su familia muy disfuncional se compone de un padre que vive en su propio planeta, la nueva novia de él –una artista plástica conceptual y muy narcisista encarnada por la ganadora del Oscar Olivia Colman–, su excesivamente nerviosa hermana, Claire, que vive obsesionada por el trabajo, y el marido de ésta, Mark (Brett Gelman), un alcohólico y acosador insoportable.

El evento que es eje de esta serie de apenas seis episodios de poco más de 20 minutos (se la puede ver casi como una película de poco más de dos horas) es la boda entre su padre viudo y su pareja, cuya preparación obliga a la familia a compartir más momentos que los deseados. Pero hay una extraña sorpresa en este grupo: el sacerdote católico que oficiará la ceremonia y que los acompaña en la preparación (Andrew Scott) es un personaje curioso: bebedor, malhablado, divertido y “con onda”, al menos para Fleabag, que cae rendida ante su encanto. Pero él, pese a su amabilidad y su buena onda, es un cura convencido de su misión en la vida y si bien se interesa y mucho por ella, su devoción religiosa no le permite ir más allá. Algo que ambos viven con inquietud, incomodidad y muchos momentos muy divertidos.

Andrew Scott

Si bien es una serie ácida, procaz y brutal en sus filosos dialogos –la familia se acribilla entre sí cada vez que alguno abre la boca–, el costado emocional jamás queda de lado. Además de los problemas de la protagonista –autocrítica con su manera de conducirse en la vida– están los de su hermana, que ya no sabe cómo lidiar con su intragable marido, los asuntos pendientes que tienen entre ambas y los del párroco en cuestión. FLEABAG no se toma la religión como un simple chiste. Ya verán a lo largo de la temporada la cantidad de situaciones y referencias que se hacen sobre el tema. Y si bien Fleabag es atea hasta su último hueso, pasan algunas cosas que, en broma o no, la hacen dudar. Una, especialmente, que juega con la propia factura de la serie, es especialmente ingeniosa y potente.

FLEABAG logra ser una comedia absurda, delirante e ingeniosa pero a la vez un retrato de algún modo realista y por momentos muy doloroso acerca de lo que es ser una mujer de treintaypico en estos tiempos, acerca de las relaciones, la soledad, la familia, la fe, el amor. Gran actriz y guionista (es también la creadora de KILLING EVE), con un timing cómico envidiable y un elenco que está más que preparado para seguirle el ritmo, Waller-Bridges es una de las grandes comediantes –en el sentido más abarcador de esa palabra– de esta década. Y FLEABAG es, claramente, su proyecto más cercano, sentido y personal. Vale la pena acercarse a la experiencia.