Cannes 2019: crítica de «Give Me Liberty», de Kirill Mikhanovsky (Quincena de Realizadores)

Cannes 2019: crítica de «Give Me Liberty», de Kirill Mikhanovsky (Quincena de Realizadores)

por - cine, Críticas, Festivales
18 May, 2019 08:02 | Sin comentarios

Esta película noteamericana con espíritu del Este de Europa (el realizador es de origen ruso) se centra en un día intenso y nervioso que debe pasar un joven conductor de un auto para discapacitados cuando tiene que lidiar con un grupo de inesperados y ruidosos visitantes y una serie de marchas en la ciudad. Una comedia política humana, intensa y realista.

Basándose en sus experiencias juveniles como conductor de un auto médico que transportaba a discapacitados, el director trae su anécdota personal al presente y cuenta una historia que se extiende a lo largo de un solo día plagado de situaciones inesperadas. Con un ritmo frenético y desaforado dado tanto por el montaje como por la excitación y verborragia por momentos agotadora de los personajes, el realizador va armando un relato que parece combinar algunos modos “scorseseanos” (DESPUES DE HORA y VIDAS AL LIMITE me vienen a la mente) con otros propios del indie norteamericano (Sean Baker, quizás) y con un frenesí de clara raigambre del Este de Europa.

Es que tanto Vic como el director y muchos de los pasajeros de esa van –la mayoría de ellos mayores de edad– son rusos que viven en barrios humildes de una helada Milwaukee. Los ancianos se han sumado al recorrido del esforzado muchacho con la intención de ir a un velorio. Pero Vic está obligado a llevar a tiempo a sus pasajeros discapacitados a sus respectivos destinos. En el medio, la ciudad está toda cortada por violentas protestas raciales del movimiento “Black Lives Matter”. Es así que Vic va desviándose y demorándose cada vez más, enervando especialmente a Tracy, una mujer afroamericana que no soporta ni la demora ni a sus parlanchines y agobiantes compañeros de viaje.

Y cuando ya el espectador está a punto de cansarse de ellos también, tanto Tracy como la película pegan un cierto giro y se relajan, como aceptando que esa comitiva puede ser grotesca y agobiante (en especial un sobrino de la mujer fallecida, que es un Don Juan intragable) pero hay algo de algún modo querible en ellos, todos personajes marginales, por distintos motivos. Es así que, de a poco, uno empieza a encariñarse con este combo que parece mezclar personajes salidos de una película de Emir Kusturica con otros de una de Spike Lee, y encuentra que en sus distintas problemáticas (y hasta en sus recelos, ya que los rusos no son particularmente amigables con los afroamericanos) todos están viviendo del lado más abandonado y solitario del sueño americano. Y que más allá de sus diferencias, hay una conexión –si se quiere, de clase trabajadora– que los pone del mismo lado. Caótico y por momentos agotador, pero verdadero.