Cannes 2019: crítica de «Il traditore», de Marco Bellocchio (Competencia)
El juicio que se le hizo a varios capos de la mafia siciliana en los años ’80 es el centro de este relato del veterano director italiano que cuenta dos décadas en la vida de la Cosa Nostra de manera clásica, entretenida y vital.
Un juicio a mafiosos sicilianos es una cosa (nostra) más o menos así. El testigo, un ex capo arrepentido, va hacia el lugar en el que tiene que hablar rodeado de media docena de agentes. Desde los costados, los acusados le gritan de todo y hacen los gestos más ampulosos y amenazantes posibles. El testigo se sienta delante de un vidrio a prueba de balas y habla en siciliano. Los acusados lo putean, en siciliano. El magistrado pide silencio. No se callan. Le pide al testigo que hable en italiano, que no lo entiende. El testigo se niega. Un acusado se desmaya, otro se cose la boca, otro dice tener un colapso nervioso. Y así. Un verdadero circo siciliano que no es fruto de la imaginación de Bellocchio ni de los guionistas, sino basado en un juicio real.
A mediados de los ’80, Tommaso Buscetta, alto líder de la Cosa Nostra, decidió convertirse en informante. En una guerra de capos que se detalla, asesinato tras asesinato, en la primera de las tres partes en la que se divide IL TRADITORE, le han matado a hijos, familiares y amigos. El y otros han decidido acordar con la Justicia y «cantar» a cambio de ir a un programa de protección de testigos. Y meter en la cárcel a los que cruelmente, según dicen, los traicionaron. «Los traidores fueron ellos», dice Tommaso, justificando su decisión. «Traicionaron los códigos».
En este filme de casi dos horas y media el veterano realizdor italiano de VINCERE entrega una historia mafiosa en un formato bastante clásico. Los enfrentamientos que ocupan la primera parte del relato, acaso la más floja, están contados de una forma un poco apresurada y caótica. Buscetta, que tenía una esposa brasileña, se escapa a Río de Janeiro (el film es coproducción con Brasil) y desde allí se entera de las siguientes masacres, incluyendo las de dos de sus hijos de un anterior matrimonio. No solo eso. Se da cuenta que lo tienen fichado en Brasil también y que lo dejan al borde de la muerte allí. Y decide volver a Italia y «cantar».
La segunda parte del film son las declaraciones a un juez, ya de regreso a Italia, y el gran «centerpiece» de IL TRADITORE, el apoteósico juicio en cuestión que, si no fuera algo tan dramático y real, sería una comedia perfecta llena de estereotipos de la mafia siciliana. Encima con una familia llamada Corleone. Allí se ven las caras –o las nucas– testigo/informante y acusados. Y si bien lo que viene después es historia conocida y real, para los que no están al tanto de esos juicios mejor dejarlo en el misterio.
El principal atractivo del film está en las idas y vueltas entre los capos. Ademas de un excelente Pierfrancesco Favino (como Tommaso) está Luigi Lo Cascio como otro informante bastante testa dura y un elenco de caripelas de mafiosos con el que se puede hacer el casting de varias películas de Scorsese. Es un show en sí mismo que hay que verlo para creerlo. Pero en su tercer acto la película empieza a analizar algunas cuestiones un poco más complejas. ¿Cuáles son los motivos reales de esa traición? ¿Se esconde algo más que la simple idea de que los capos son los que traicionaron los códigos antiguos de la mafia? ¿Quién es de verdad este tal Tommaso?
Entre crímenes, vendettas, escapes a otros países y asesinatos brutales transcurre la épica IL TRADITORE que se extiende por más de 20 años en la vida de estos mafiosos, entre 1980 y principios del 2000 con algunos flashbacks a los ’60 y ’70. Hay canciones, bailes, fiestas, tiros y si bien la película no tiene la complejidad dramática que podría transformarla en un clasico (recién al final se plantea esa citada ambigüedad moral del protagonista) y la primera hora es bastante desmadrada narrativamente, es más que disfrutable y con momentos muy potentes y estremecedores. Capisce?