Cannes 2019: crítica de «Red 11», de Robert Rodríguez (Quincena de Realizadores)

Cannes 2019: crítica de «Red 11», de Robert Rodríguez (Quincena de Realizadores)

por - cine, Críticas, Festivales
21 May, 2019 11:08 | Sin comentarios

Esta película, que se vio acompañando una masterclass de su director, es otro ejercicio de estilo realizado con 7 mil dólares y centrado en un joven cineasta que se presta como «conejillo de indias» para extraños experimentos médicos. Menor, pero simpática y efectiva.

No leí el libro de Rodríguez en el que se basa esta película pero es claro que ha servido más como lejana inspiración que cualquier otra cosa. De algún modo, hacer una película con 7 mil dólares para recordar (y homenajear, en cierto modo) a otra hecha por la misma cantidad de dinero, puede parecer un juego algo tonto y liviano, pero lo que el director de EL MARIACHI hizo a partir de este concepto tiene algunas ideas mucho más inteligentes que las de algunas de sus producciones más grandes.

Según la leyenda, Rodríguez prestó su cuerpo como “conejillo de indias” para experimentos con medicamentos cuando hizo su célebre opera prima. Y estando en ese laboratorio también imaginó su estadía allí como un posible thriller. El film parte de esa idea: “Red 11” es el nombre-código que le dan al protagonista llamado Rob (Roby Attal) –un joven cineasta que necesita dinero para pagar deudas contraidas con mafiosos mexicanos para filmar una película– cuando ingresa a una extraña empresa que experimenta con drogas en humanos.

Allí va conociendo a otros en parecidas situaciones: una chica que dice ser una veterana en esto de ser “rata de laboratorio”, otro que es músico y que en una broma recurrente va componiendo la música de la película “en vivo”, algún hombre misterioso y solitario, otro más adepto al “bullying” y uno que no tiene mejor idea que spoilearle películas (si no vieron clásicos de los ’90 como LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE, EL CLUB DE LA PELEA o EL SEXTO SENTIDO, acá les contarán todo, aunque son películas cuya categoría de spoileables ya caducó), entre otros.

Pero como buen thriller con médicos y experimentos nada es lo que parece y muchas cosas pueden salir mal. RED 11, que no se toma en serio a sí misma nunca y está plagada de bromas y referencias a la propia obra del director, juega en ese universo de falsas realidades e intentos frustrados de escapar de un lugar más siniestro todavía de lo que parece en un principio. En ese sentido, funciona como un muy barato y bastante berreta thriller clase C casi “cormaniano” en su chata factura. Como en ciertas películas de John Carpenter o Sam Fuller, lo más interesante acá pasa por la crítica política, en este caso sobre el mundo de los laboratorios.

Pero todo, en el fondo, es secundario. RED 11 es, más que cualquier otra cosa, un ejercicio simpático, con actuaciones desparejas, una trama que juega con los códigos clásicos del subgénero y una puesta en escena bastante rudimentaria (lo que hace Steven Soderbergh con su iPhone es AVENGERS al lado de esto) que está en la sección acompañando una Masterclass del realizador sobre cómo hacer cine con poquísimo dinero. Y esta despareja pero entretenida RED 11 prueba que, con poquísimos dólares y mucho ingenio, se puede hacer una película amable y simpática. No es poco.