Cannes 2019: crítica de «Sem seu sangue», de Alice Furtado (Quincena de Realizadores)

Cannes 2019: crítica de «Sem seu sangue», de Alice Furtado (Quincena de Realizadores)

por - cine, Críticas, Festivales
23 May, 2019 02:20 | comentarios

Esta opera prima brasileña es un drama romántico dolescente que se vuelve una pesadilla aterradora. Gran debut de una promisoria cineasta con un film misterioso y fascinante.

Una combinación entre historia de “coming of age” adolescente y película de zombies pero sin ser ninguna de las dos cosas realmente, la opera prima de Furtado se mueve en un universo que tiene puntos de contacto con los recientes films de Juliana Rojas o Anita Rocha da Silveira, utilizando dramas personales femeninos en un contexto de género enrarecido que va del suspenso al terror. Más allá de las referencias (que también podrían incluir a Claire Denis o la propia Lucrecia Martel), la película es una “criatura” muy personal y distinguible que presenta a una cineasta con un futuro más que promisorio.

La protagonista excluyente de esta historia –al punto que uno podría pensarla toda como una pesadilla suya– es una adolescente llamada Silvia, solitaria y ensimismada, que no conecta demasiado ni con su familia ni con sus compañeros de escuela. Hasta que aparece allí Artur, un chico misterioso y callado que la intriga enseguida. Muy pronto están teniendo un romance apasionado y es ahí que nos enteramos que Artur tiene un problema serio: es hemofílico y cualquier accidente puede hacerlo sangrar hasta morir. Cosa que, obviamente, sucede a los 20 minutos de comenzado el film.

No es, entonces, la historia de ese amor sino de cómo Silvia intenta continuar con su vida, cosa que no puede ya que vive obsesionada con Artur y se pasa el día recordándolo, deseándolo y soñando con él en las situaciones más raras. Para sacarla de ese estado depresivo en el que está, los padres de Silvia se la llevan a pasar un tiempo a una isla solitaria y supuestamente paradisíaca. Pero en lugar de “soltar” allí, una serie de situaciones, personajes y mitologías circundantes la acercan aún más a él y la hacen pensar que quizás sea posible traer a Artur de nuevo al mundo de los vivos.

SEM SEU SANGUE maneja un tono pesadillesco desde la puesta en escena y la banda sonora. Si bien los actores funcionan a partir de un tono naturalista, creíble y muy poco habitual en el cine brasileño, las situaciones que Silvia vive, sueña o imagina allí son cada vez más extrañas y sugerentes. Hay un libro raro y fotos que pueden tener claves para conectar con Artur, hay historias curiosas del pasado de la isla (Nahuel Pérez Biscayart tiene un papel aquí como parte de una de ellas), hay animales que se comportan de manera misteriosa y películas en la tele (cuidadosamente elegidas) que parecen presagiar que vamos acercándonos a algo parecido a una inmersión en el horror.

Pese a cierto tono grave y por momentos casi solemne, la película posee algunas escenas curiosamente simpáticas (ligadas a la música y el baile) y nunca abandona el romanticismo sufriente que consume a la protagonista. La obsesionada Silvia no puede soltar y la pérdida no sólo la abruma a ella sino que toma el control del relato, que se construye a partir de esa ausencia. Artur puede haber muerto al rato de comenzada la película pero su presencia jamás la abandona. La acecha, literalmente, desde el principio hasta el final.