Cannes 2019: crítica de «The Dead Don’t Die», de Jim Jarmusch
Una película de zombies hecha en estado un poco zombie, la nuvea de Jarmusch no es ni una cosa ni la otra. No da terror, tampoco demasiada risa. Pasa de a poco, amable y letárgicamente. Parece que se divirtieron más ellos haciéndola que nosotros mirándola. Con Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloe Sevigny e Iggy Pop.
Qué es THE DEAD DON’T DIE? ¿Una película que llega tarde a un fenómeno cultural que ya parece un poco viejo? ¿O una que se toma en broma ese mismo fenómeno, visto en series y televisión hasta el agotamiento en los últimos años? Entiendo que es más lo segundo que lo primero, pero la película no está planteada como una parodia propiamente dicha (más allá de algún momento simpático de autoconciencia) sino como algo que está a mitad de camino entre pensar en el mundo como un lugar donde todos sus habitantes somos un poco zombies y una broma hecha entre amigos para pasar el rato.
Es cierto que uno, al ver THE DEAD DON’T DIE, tiene toda la sensación de estar asistiendo virtualmente a una fiesta a la que no fue invitado. Uno imagina a Jim Jarmusch, Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton y compañía pasándola muy bien en sus respectivas escenas (especialmente Swinton, en su rol casi de samurai a lo John Belushi) pero Jarmusch tiene un sentido de la comedia muy especial, que no se apoya en esos grandes gestos ni bromas sino en modismos o situaciones, como los de sus primeras películas, STRANGERS IN PARADISE o DOWN BY LAW, en donde mirar un montón de niebla como si fuera un paisaje o escuchar a un personaje contar cómo matar a un conejo era absurdamente gracioso. La broma del zombie le queda chica y grande a la vez.
THE DEAD DON’T DIE toma como punto de partida un movimiento en el eje de la Tierra que genera que los muertos, súbitamente, vuelvan a la vida. Los que descubren y enfrentan el asunto, principalmente, son dos policías de pueblo un poco perezosos que encarnan Bill Murray y Adam Driver, dos actores ya veteranos de Jarmusch y que entienden muy bien el tono que busca el director. ¿Pero cuál es ese tono? Un poco cómico, un poco serio, un poco abúlico y con algunos momentos realmente divertidos que, en general, están en manos de Swinton. Por ahí se les sumará Chloe Sevigny, cuya aparición levanta un poco el ritmo de la película, aunque no estemos hablando de una actriz particularmente explosiva. Y es así que desde distintos frentes los vivos se van enfrentando a los muertos y generalmente perdiendo con ellos.
Hay papeles para Selena Gómez, Tom Waits (que hace las veces de raro observador/narrador, casi un chiste interno para fans), Iggy Pop, Danny Glover, RZA, Rosie Perez, un simpático grupo de niños y algún cameo de celebrity más. En medio de estas idas y venidas –la noche que no llega nunca, los zombies que terminan siendo parientes y así– uno tiene la sensación de que nada importa demasiado, que la película parece hecha a pedido del festival para la apertura y que, como diría Gatica, «buenas noches, buen provecho». La película no pasará a la historia como PATERSON ni como las mejores del realizador. Más bien al contrario, será de esas que quedan en el olvido, en ese plan «¿te acordás cuando Jarmusch hizo una de zombies que era más o menos?». Algo así.