Estrenos online: crítica de «Beastie Boys Story», de Spike Jonze (Apple TV+)
Esta filmación de una presentación en vivo de los dos miembros sobrevivientes de la banda, contando su historia, es generosa en anécdotas y nostalgia pero poco creativa desde su puesta cinematográfica.
Mientras veía BEASTIE BOYS STORY tenía dos impresiones muy distintas a la vez, algo que me suele suceder con ciertas películas. Por un lado, la estaba disfrutando mucho. Por otro, pensaba que era un trabajo cinematográficamente bastante pobre. Y esto no es tanto una contradicción sino una reafirmación de algo que pasa muy a menudo y no solo a los críticos (solo que nosotros estamos muchas veces obligados a manifestarlo o explicarlo): el poder conciliar el placer que, por circunstancias específicas, nos provoca un producto determinado con la evidencia de que lo que uno está viendo, artísticamente hablando, es más bien flojo.
BEASTIE BOYS STORY es exactamente eso: una suerte de stand up de a dos filmado en vivo. El film es la grabación del espectáculo que Adam Horovitz y Mike Diamond, los dos sobrevivientes del trío neoyorquino, dieron en el Kings Theatre de Brooklyn entre el 8 y el 10 de abril de 2019. Dirigido en su puesta en escena teatral y en su versión «cinematográfica» por el mismo Jonze –quien dirigió la mayoría de sus célebres videos, los otros los hizo «el realizador suizo Nathanial Hörnblowér» AKA Adam Yauch, quien falleció en 2012–, el espectáculo es una historia del grupo desde sus inicios adolescentes, a principios de los años ’80, hasta la muerte de Yauch, también conocido como MCA.
Mike D y Ad-Rock, como se los conocía entonces, se turnan en ir contando distintas anécdotas de su carrera, que leen por lo general de un tele-prompter, muchas de ellas también contadas en el libro que se llama «Beastie Boys Book» y que editaron en 2018. Las historias son lo suficientemente específicas como para interesar al fan pero también responden bastante a la lógica general de este tipo de recorridos: amigos adolescentes que se conocen en recitales (en este caso, uno de Bad Brains) forman una banda que se topa con un suceso enorme e inesperado (el éxito aquí fue el de «License to Ill», en 1986), descontrol y desmadre por años, ruptura económica y legal con sus socios de entonces (nada menos que Rick Rubin y Russell Simmons), mudanza a Los Angeles, difícil recomienzo (el fracaso de «Paul’s Boutique») y los posteriores éxitos que solidificaron su lugar «serio» en la historia del rock y del hip-hop.
Lo bueno del film es que no pretende ser otra cosa que lo que es: un anecdotario de grandes y pequeños momentos, un recorrido por situaciones y personajes claves de la cultura pop de fines del siglo pasado y, más que nada, la celebración de una amistad de tres que superó todos los contratiempos y dificultades. Hay errores en vivo que quedan (algunos cue que Jonze pierde) y momentos en los que la emoción no deja hablar a Adam, especialmente al recordar a las personas que perdieron en el camino, más que nada a Yauch, una figura que ellos mismos, amigos de toda la vida, definen como enigmática y sorprendente, y acaso la fuerza creativa más importante del trío.
A diferencia de otros shows narrativos filmados por estrellas del rock, el pop o el hip-hop –como el de Bruce Springsteen, por ejemplo–, BEASTIE BOYS STORY no incluye música en vivo y todos los temas que suenan lo hacen en imágenes rescatadas del pasado: videoclips, shows en vivo de décadas pasadas, presentaciones en televisión, grabaciones en estudio y así. La cantidad de material es grande, pero de todos modos durante gran parte del film los vemos a ellos sobre el escenario relatando historias, que siempre están apoyadas en esos documentos visuales, algunos conocidos y otros inéditos, que también ven los que están en la literal platea.
Lo bueno de la película es que evita las rutas del documental convencional lleno de entrevistas y explicaciones de terceros acerca de la importancia y las etapas de una banda determinada. Esto responde a una cierta idea de documental autobiográfico y tiene algo del espíritu casero (el llamado DIY/Do it yourself) que caracteriza a la banda y a la obra como cineasta de Jonze. Solo que no parece muy pensado cinematográficamente sino, más bien, como una evolución disimuladamente comercial que avanza así: libro primero, show sobre el escenario después y recién al final una versión mínimamente retocada para la pantalla.
Le comentaba a un amigo que es muy fan de la banda que «si esto fuera un documental de un artista que no te interesa dirías que es un robo». Y algo de eso hay. Uno les tiene cariño, creció escuchando sus canciones, se conoce sus videos de memoria, los vio en vivo y le interesa todo lo que allí se cuenta, pero también hay que admitir que no estamos ante un material demasiado original ni revelador. Puede verse como una muy buena entrevista multimedia de dos horas sin entrevistador (es decir, controlando la narrativa), un largo Celebrity Ted Talk o un resumen accesible de una autobiografía que funciona seguramente mejor en papel. Ni más ni menos que eso. No busquen otra cosa ya que, como dice el mafioso de la película de Martin Scorsese, «es lo que es«. Y si te gustan mucho los Beastie Boys, ninguna de estas objeciones te van a preocupar en lo más mínimo. Y está bien que sea así.