Series: crítica de «Tales from the Loop», de Nathaniel Halpern (Prime Video)
Esta extraordinaria serie de ciencia ficción, creada por Nathaniel Halpern y Matt Reeves, apuesta al costado más humanista del género, centrándose en las experiencias de una familia relacionada con un misterioso centro de investigación en el que «lo imposible se vuelve posible». Una melancólica y triste maravilla.
Es una serie curiosa, TALES FROM THE LOOP. Y arriesgada. Muy arriesgada. De algún modo, para los que tenemos cierta edad, nos trae a la memoria cierto tono de ciencia ficción de los ’70 y los ’80, cerca del universo de Steven Spielberg (E.T. y ENCUENTROS CERCANOS DEL TERCER TIPO, pero fundamentalmente sus AMAZING STORIES) y las producciones tipo Amblin, pero antes que se convirtieran en un formato estereotipado, como puede ser el caso de las películas que homenajea STRANGER THINGS. La serie de Amazon Prime toma ese mundo de pueblos chicos, niños, adolescentes y sucesos inexplicables pero en una versión reposada, cerebral, que también coquetea con la literatura de ciencia ficción más cercana a modelos como Ray Bradbury: humanista, triste, existencial.
La ciencia ficción ochentosa no sería un riesgo (no olvidemos que STRANGER THINGS es un enorme éxito), pero sí de la manera en la que está contada y estructurada aquí. La serie tiene un origen raro: la base es un libro de dibujos e ilustraciones del sueco Simon Stålenhag que muestran escenas bucólicas de esa década en las que aparecen aparatosos y destartalados robots o estructuras futuristas pero a la vez oxidadas, viejas. Una suerte de pictórico retro-futurismo digital que primero se adaptó para un juego de rol que lleva el mismo título que la serie y que ahora llega al imperio de Jeff Bezos gracias a los esfuerzos de su creador y guionista Nathaniel Halpern (guionista de LEGION) y al productor Matt Reeves (el director de la nueva saga de EL PLANETA DE LOS SIMIOS y el ¿inminente? BATMAN, con Robert Pattinson).
Como ya adelantamos, el tempo de la serie es más que inusual: calmo, contemplativo, triste, melancólico. Con un grupo de reconocidos cineastas dirigiendo varios de sus ocho episodios (incluyendo a Mark Romanek, Andrew Stanton y Jodie Foster), TALES FROM THE LOOP tiene un ritmo que solo podríamos describir como de la vieja escuela cinematográfica: las escenas son largas, los personajes complejos, los misterios inasibles y los sucesos no llevan a la tensión sino a la reflexión y a la introspección. Como decíamos, no solo transcurre a comienzos de los años ’80 (tampoco es muy claro, pero las referencias son mayormente de ahí) sino que está narrada como las películas de esa época, o aún anteriores.
El otro gran riesgo de TALES… (dos más, en realidad) es que no está estructurada ni como una serie tradicional ni como un compilado de episodios unitarios. Está, digamos, a mitad de camino. Hay una historia, una familia que es la protagónica y cuyas «aventuras» (más emocionales que literales) ocupan acaso cinco de los ocho episodios de la serie, pero los otros tres están dedicados a personajes que son secundarios en su vida. Son otras historias que transcurren en el mismo pueblo en el que funciona, subterráneamente, el misterioso «Loop», un lugar donde se hacen experimentos que intentan volver «posible lo imposible», como se nos asegura en la apertura del primer capítulo.
Y, acaso, el mayor riesgo de todos –especialmente en estos tiempos de detectives de internet que buscan lógica, errores, explicaciones, etc.– es que a sus creadores les importa poco y nada atar cabos, hacer que todo pegue con todo, explicar cómo funciona el misterioso «Loop» que genera sucesos imposibles en el pueblo de Mercer, Ohio. El Loop es la excusa para los momentos dramáticos que se van a vivir. El Loop es el núcleo que permite esos sucesos inexplicables que vuelven a la serie extraña y misteriosa, pero finalmente no es más que una metáfora, un motor narrativo eficiente y efectivo que sirve para todo.
Rebecca Hall encarna a Loretta, nuera del creador de The Loop, Russ (Jonathan Pryce). El marido de Loretta e hijo de Russ es George (Paul Schneider), que tiene un brazo mecánico. Y la familia se completa con la abuela Klara (la gran Jane Alexander) y los dos hijos: el adolescente Jakob (Daniel Zohlgadri) y el más pequeño Cole (Duncan Joiner), la spielberguiana criatura que se irá revelando como el verdadero protagonista de la temporada.
Las distintas historias trabajan diferentes posibilidades y raros sucesos que tienen lugar en Mercer, muchos de los cuales impactan en la familia. Mejor no contar mucho de qué va cada uno ya que tienen sus sorpresas, pero no esperen revelaciones asombrosas: los extraños sucesos que tienen lugar allí golpean en los sentimientos –de los personajes y del espectador– pero no necesariamente desde la tensión o el suspenso, sino desde la emoción y el reconocimiento de que, más allá de las excusas fantásticas, lo que se nos cuenta es profundamente humano.
No todos los episodios son igualmente efectivos –hay dos, quizás tres, promediando la temporada– que no son tan logrados, aún con sus buenos momentos. De hecho, cuánto más la serie se aleja de la familia protagónica, pierde un poco de fuerza, se debilita un tanto la potencia emocional que se va acumulando a partir de lo que va sucediendo en cada uno de los episodios, especialmente en los dos primeros y en el extremadamente doloroso cuarto, dirigido por Stanton (WALL-E, BUSCANDO A NEMO) y que lidia muy directamente con la muerte.
TALES FROM THE LOOP, admitámoslo, es una serie muy triste, por momentos hasta angustiante. En estos tiempos de cuarentena y pandemia, algunos episodios pueden ser demasiado duros de sobrellevar (ninguno de sus creadores imaginó que esto pasaría cuando la estrenaran) pero, a la vez, las circunstancias que nos toca atravesar vuelven a la serie –con sus pérdidas, con su melancolía, con su por momentos sofocante tristeza– muy tocante, cercana, fuerte. Dicho de otro modo: si soportan el dolor que, en algunos momentos, la serie es capaz de producir en el espectador, la experiencia puede volverse hasta catártica.
Más allá de sus robots disfuncionales, de sus escenarios por momentos propios de un cuadro de Edward Hopper y en otros más cercanos al mundo del diseñador Syd Mead (ALIENS, BLADE RUNNER), de sus juegos temporales, sus dobles, sus agujeros negros y sus misterios inexplicables, TALES FROM THE LOOP es, más que ninguna otra cosa, una serie sobre la familia, sobre las relaciones y, más que nada, sobre el paso del tiempo, sobre lo inasible y misteriosa que es la experiencia humana. La melancólica y minimalista música de Philip Glass funciona también a la perfección con el tono: no es ni el suspenso ni el melodrama lo que se busca, sino lograr meterse sigilosamente adentro de las emociones del espectador.
El recurso de la ciencia ficción es –como en los cuentos que recuerdo haber leído de Ray Bradbury en mi adolescencia, especialmente los de CRONICAS MARCIANAS; las visiones también retro-futuristas de Philip K. Dick para lo que luego fue BLADE RUNNER, o la temeraria búsqueda de la reciente A GHOST STORY, de David Lowery– una excusa para penetrar en misterios y dolores existenciales. Puede sonar ambicioso para una serie televisiva (o miniserie, se verá si sigue o no) producida en esta época de ritmos abrumadores e información constante, pero los creadores de TALES FROM THE LOOP tienen muy claro lo que quieren y saben cómo lograrlo. Producir identificación, extrañamiento y llegar así a la emoción. Las lágrimas inevitables –pero no forzadas– que deja su último y extraordinario episodio son la prueba de que logran calar hondo en el espectador.
Extraordinaria serie!
Una maravilla visual. Historias pausadas y melancólicas, con excelentes actuaciones. Solo ocho capítulos. En fin, de lo bueno, poco.
Muy buena! Me encantaron los climas y las actuaciones.
Nombrando a escritores también incluiría a Borges y sus inquietudes.
Me ha conmovido hasta lo más profundo de mi ser. Es una obra de arte maravillosa, triste pero muy bonita.
Que bajeza tu comentario la verdad…
Qué miseria de comentario, te compadezco.
Magnífica crítica de una extraordinaria serie. Muy buena la descripción de las referencias culturales y los mecanismos emocionales que usan los autores para conmover hasta el hueso al espectador. Muchas gracias y saludos desde Madrid.
Por cierto, intuyo que al autor de esta crítica y a los comentaristas de la misma (menos uno, claro) les gusta o les gustaría otra maravillosa obra maestra de esta edad de oro de las series televisivas que afortunadamente vivimos, Bojack Horseman.
Bojack Horseman…fue un hallazgo increíble
Yo también pienso que está fuera de contexto esa historia, y por supuesto que está allí por el lobby LGTB, pero también hay que aceptar que está muy bien contada esa historia…
La verdad es que la palabra «maricas» sobra. Da igual si son homosexuales o heteros. Yo veo que en el fondo lo que trata es la soledad. Anelamos estar con alguien. Y en estos tiempos que corren más aún.
No vi la serie aún (ya lo haré pronto) es cierto lo del lobby LGBT. Lamentablemente eso hará que veamos de reojo toda producción hoy en día. Deseamos firmemente que toda esta locura de las políticas identitarias termine pronto y podamos abrazarnos de nuevo como humanidad, más allá de nuestro sexo, gustos sexuales, partido político, religión… es tremenda la cantidad de producciones paupérrimas de Netflix haciendo eco del lobby. Por supuesto el término «marica» es totalmente reprochable y denigrante, solo que hoy en 2020 podemos decir que a la vez es vanguardia pura, contracorriente…
infaltable la persona homofóbica jaja
Si… una serie tan creativa, imaginativa y que explora distintos aspectos de la vida y la ciencia ficción no es para gente tan cerradita de mente :) probá ver algo menos complejo
La verdad! que comentario raro en estos tiempos.
Y no es un tema de moda, lo que pasa es que se lo va tratando de otra manera, una más seria y adulta.