Estrenos online: crítica de «The Wretched», de Brett y Drew Pierce

Estrenos online: crítica de «The Wretched», de Brett y Drew Pierce

Este filme de horror y suspenso es un homenaje a muchos films del género de los años ’80 (y anteriores también), pero posee suficiente personalidad propia para convertirse en un simpático entretenimiento.

Como los Duffer Brothers –los creadores de STRANGER THINGS–, los hermanos Pierce parecen tener el cine de los años ’80 entre ceja y ceja. Al comenzar su segundo film, THE WRETCHED, parece que estaremos ante una película que también transcurrirá en esa década, pero la impresión dura poco. Es apenas una escena breve que transcurre en 1985 en la que una chica llega a una casa y termina cayendo a un subsuelo donde es capturada por una horrenda criatura. Esa historia, esa casa y ese tono (la música, la ambientación, la luz) tan caros al cine de los ’80 se mantendrán aún cuando la película pegue un salto de 35 años en el tiempo hasta la actualidad.

De entrada se puede ver en el aspecto y hasta la manera de hablar de los personajes. Si no fuera por referencias específicas (el joven protagonista llega a la casa de su padre y le pregunta si la TV tiene entrada HDMI cuando se nota que es un viejo televisor de tubo) y por el uso dramático del teléfono celular, uno bien podría acomodar la trama a esa época. Las referencias cinematográficas también vienen de ahí (tanto las películas de Amblin como, especialmente, el clásico de Tom Holland NOCHE DE ESPANTO) y de la literatura de Stephen King, pero también le apuntan a modelos previos, como LA VENTANA INDISCRETA, TIBURON y varios etcéteras más.

Realizada con bajo presupuesto y un elenco muy poco conocido, THE WRETCHED apuesta por la nostalgia y un tono ligeramente cómico pero logra crear un clima propio que va más allá de sus referencias. La historia sigue un modelo clásico de los ’80 al centrarse en un adolescente de 17 años que está atravesando aparentemente bastante mal el divorcio de sus padres. Después de un peligroso accidente que le dejó el brazo fracturado mientras intentaba robar opiáceos, Ben (John-Paul Howard) en enviado a la casa de su padre, cerca del Lago Michigan, a pasar el verano y a trabajar con él en el embarcadero. Enseguida veremos que la casa de al lado a la suya es la que abrió la película. Y que allí y en sus alrededores continúan pasando cosas extrañas.

La película le lanza al espectador muchos personajes y puntos de vista cruzados de arranque, algo que no es problemático en cuánto a la comprensión narrativa pero sí en relación al suspenso. Por un lado, descubrimos que esa casa ha sido alquilada por una pareja con un niño pequeño y un bebé. Y que apenas el chico se acerca a un árbol ubicado frente a la casa escucha a «su madre» llamarlo desde ahí. De ahí en adelante las cosas se irán volviendo más y más extrañas con los vecinos de al lado, a los que Ben espía, cual James Stewart en el clásico de Alfred Hitchcock, desde su ventana y con binoculares.

Por otro lado –en la parte TIBURON/Amblin de la película, digamos– Ben ayuda a su padre en el lago y conoce allí a Mallory (Piper Curda), una chica de su edad que trabaja en el lugar. Allí también se cruzará con un grupo de chicos ricos que viven molestándolo y provocándolo. Y, por último pero no menos importante, está la novia de su padre, cuya presencia claramente lo incomoda. Es así que cuando Ben descubra las cosas misteriosas que suceden en la casa de los vecinos y quiera alertar a los demás, todos adjudicarán sus delirantes observaciones (les dice que hay gente que desaparece o que olvida todo, personas poseídas y un subsuelo que parece estar vivo) a la manera traumática en la que está experimentando esa situación familiar.

La película se topa con un problema (en realidad, con dos) que impide que sus promisorias observaciones y su tono de simpático suspenso crezcan como deberían. Al elegir contar las cosas desde un punto de vista ominisciente –viendo lo que pasa con todos los personajes y no solo lo que él es capaz de observar– los directores desarman parte del misterio. Sabemos todo el tiempo que lo que pasa está «realmente» pasando y no es solo a través de lo que ve (o cree ver) Ben, por lo que desaparece toda duda acerca de si eso es real o si está alucinando. Habrá, al respecto, alguna sorpresa sobre el final, pero lo que quiere ser un giro a lo SEXTO SENTIDO no termina de funcionar demasiado bien.

Pero más allá de esas dudosas decisiones de guión y puesta en escena (la película ganaría mucho, hitchcockianamente hablando, si solo nos mostrara lo que él ve), THE WRETCHED logra construir un mundo que, si bien toma muchas referencias de prestado, tiene personalidad propia. Sí, la música por momentos imita a la de Bernard Herrmann (y en otros aporta sintetizadores a la John Carpenter), casi todos los personajes parecen extraídos de incontables películas de adolescentes de 1986 y Spielberg podría hacerle juicio por derechos de autor de escenas específicas, pero de todos modos la película logra funcionar bastante bien… hasta que no. Seguramente la próxima saldrá aún mejor. Talento aquí parece haber.