Estrenos online: crítica de «Valley Girl», de Rachel Lee Goldenberg

Estrenos online: crítica de «Valley Girl», de Rachel Lee Goldenberg

Esta muy entretenida y nostálgica comedia romántica adolescente es una remake en clave musical de la película homónima de 1983. Una historia de amor a lo Romeo y Julieta que recupera parte de la cultura, la música, los códigos y hasta los personajes de la época.

Proyecto curioso desde donde se lo mire, VALLEY GIRL es, fundamentalmente, una remake en tono comedia musical del clásico film homónimo que dirigió Martha Coolidge en 1983 y que tuvo como protagonista a un entonces jovencísimo Nicolas Cage. La historia es básicamente la misma, pero ha sido modificada para incluir números musicales, de una manera que hoy suele ser habitual en los shows de Broadway, en donde cada vez más se estrenan (digamos por ahora que «se estrenaban») musicales basados en películas, al revés del recorrido tradicional.

Pero el proyecto tiene otras peculiaridades. No es una adaptación lineal –la trama tiene muchas diferencias– y muy pocas de las canciones que están en la versión 2020 estaban en la de 1983. Aquella tenía muchísima música (tanto bandas en vivo como en fiestas, además de la llamada «extradiegética») pero ese específico registro musical entre post-punk, pop y new romantic ha sido ampliado para incluir una mucho más amplia rockola de la primera mitad de la década. Sin ceñirse estrictamente a la época de la acción (la memoria tiene sus trampas), la nueva versión tiene versiones adaptadas y cantadas por los actores de clásicos de Madonna, Depeche Mode, Hall & Oates, David Bowie, The Cars, Joan Jett y The Cure, entre muchos otros que no estaban en el film original.

Filmada para ser estrenada en 2018 pero demorada por controversias públicas surgidas entonces con el actor/youtuber Logan Paul, la VALLEY GIRL 2020 arranca con un contagioso fervor pop que, salvo en algunos pocos momentos promediando el relato, no abandona hasta el final. Con una nostalgia por los ’80 que la otra película no tenía necesidad de exagerar ya que se hizo entonces, la película de Goldenberg lleva –también en función de su tono de fantasía– al extremo los colores, vestuarios y lo que hoy pueden ser consideradas curiosidades de la época.

El «marco» de la acción también lo permite ya que la película arranca en la actualidad, con una adolescente perturbada por tener que decidir entre un novio y un viaje de estudios a Japón. Al volver a su casa una noche, su madre (encarnada por Alicia Silverstone, ícono de este tipo de películas pero un poco más tardías, como la célebre NI IDEA) le cuenta, a modo de «lección de vida», su historia. Y ahí sí la acción se mueve a 1983 para volver, solo ocasionalmente, al presente.

VALLEY GIRL es, en términos estrictamente narrativos, una versión de Romeo & Julieta, en la que una chica burguesa del «valle de San Fernando» se enamora de un chico punk del centro de Los Angeles. Para hacer una descripción sociológica de aquello, digamos que las «valley girls» quedaron registradas como una marca en la cultura popular norteamericana a partir de una canción homónima de Frank Zappa de 1982. De hecho, la película original de Coolidge arrancó como una «adaptación» de la canción, pero Zappa no solo terminó retirándose del proyecto sino que le inició juicio. Algo así como chicas tontas («chetas» diríamos en Argentina, «fresas» en México» o, bueno, «pijas» en España) con plata, las «chicas del valle» se caracterizaban, entre otros hábitos comunes (ir de compras al shopping, salir con deportistas, etc.), por un modo de hablar específico, plagado de modismos propios, interjecciones repetidas (como el constante uso del «like») y cuya característica más evidente es la de terminar todas las frases como si fueran preguntas.

Más allá de esto –que no es necesario conocer al detalle, la película se entiende perfectamente aunque uno no lo sepa–, aquí por un lado tenemos a Julie (Jessica Rothe) que acaba de romper con su egocéntrico y hueco novio de la escuela (el tal Logan Paul) y que vive entre el shopping y el gym con sus tres amigas de similar look y, por otro, a Randy (Joshua Whitehouse), un «chico rebelde» que canta en una banda más o menos punk y circula por Hollywood Boulevard, entonces una zona peligrosa de Los Angeles, con sus amigos del grupo Safety Recall: la bajista lesbiana y el baterista con la arquetípica cresta.

Una tarde en la playa ambos cruzan miradas, circula entre sus amigos la dirección de una fiesta «en el valle» (del otro lado de Hollywood Hills) y hasta allí va Randy junto a su gente, para terminar siendo echados a las patadas por los chicos rubios del lugar. Julie, enojada, decide irse con él al centro en lo que termina siendo una noche de aventura (para las chicas del valle cruzar al otro lado era como ir a una peligrosa excursión urbana) y el inicio de un romance problemático. El resto, lo pueden imaginar: conflictos con las amigas, con los chicos de la escuela y con los padres (ex hippies, pero años después con temor a todo, al menos en esta versión) hasta llegar a la previsible noche de graduación en la que todo explota por los aires.

En la excitada, amable y nostálgica versión 2020, Goldenberg y los actores ofrecen varios números musicales muy efectivos (coreografiados por Mandy Moore, de LA LA LAND y GLEE, entre muchos otros trabajos), empezando por uno en un shopping con «We Got the Beat» de The Go-Go’s, hasta ofrecer una rara y coral versión de «Under Pressure» (Bowie/Queen) en los preparativos para la graduación en cuestión. En el medio habrá escenas musicales en la playa, en el gimnasio o en una pista de patinaje sobre hielo en las que pasarán, algunas veces combinadas entre sí, canciones como «Girls Just Want to Have Fun» (Cyndi Lauper), «You Might Think» (The Cars), «Material Girl» (Madonna) o «Boys Don’t Cry» (The Cure), entre muchas otras, todas cantadas por el elenco y utilizando partes de las letras, como dictan los manuales del musical, para ir narrando los sentimientos y las sensaciones de los personajes.

A esto habrá que sumarle una serie de citas y homenajes a la película de 1983 y a la época en general. Desde el cameo de Deborah Foreman (la «valley girl» original) hasta una fiesta de disfraces en la que muchos de las celebridades de la época «aparecen». Y eso mismo pasa con la música también, ya que varias canciones que se escuchaban en el film original (de A Flock of Seagulls, Men Without Hats, The Psychedelic Furs y, especialmente, el tema «I Melt With You», de Modern English, entre otras) son reversionadas o se escuchan en sus versiones originales aquí también.

Sin entrar en detalles específicos comparativos entre las dos versiones –cuyas diferencias sutiles pero importantes podrían resultar en un interesante análisis tanto de la cultura como del cine de esa época en relación al de ahora– diremos que, si bien existen muchísimos cambios (y no siempre para mejor), el espíritu se mantiene y se vuelve aún más celebratorio, con el entusiasmo que le da a todo el asunto la mirada romántica de la nostalgia pop. La Julie adulta se lo dice de entrada a su un tanto incrédula hija «centennial»: «Así es así como lo recuerdo, así es como se sentía». Si uno ve la película original se dará cuenta que no era exactamente así, pero los recuerdos de nuestra adolescencia ochentosa suelen jugarnos esas trampas y teñir todo de fucsia, lycra y perfectas canciones pop.


NOTA: Aquí va una playlist que armé y que incluye las canciones «versionadas» de esta película, esos mismos temas en sus versiones originales y luego canciones de la primera película que no se usaron en la segunda.