Series: crítica de «Defending Jacob», de Mark Bomback y Morten Tyldum (Apple TV+)

Series: crítica de «Defending Jacob», de Mark Bomback y Morten Tyldum (Apple TV+)

Esta oscura e inquietante serie de AppleTV+, dirigida por el realizador de «El Código Enigma» y protagonizada por Chris Evans, Michelle Dockery y Jaeden Martell se centra en las consecuencias familiares de un asesinato que pudo o no haber cometido un chico de 14 años.

Quizás se me escape algún detalle acerca de asuntos específicos, pero me llama la atención el poco interés que despertó entre los críticos estadounidenses esta miniserie de AppleTV+. No intento ser suspicaz ni mucho menos, pero estamos ante un policial cuidado, inteligente, por momentos hasta sutil, que prefiere ahondar en los sentimientos y sensaciones confusas de los personajes más que en una maquina generadora de vueltas de tuerca, y esos son los elementos que habitualmente más se le reclaman a las series del tipo policial. En DEFENDING JACOB están, pero al menos con la crítica estadounidense no funcionó demasiado bien.

Estamos ante un policial que hace un manejo de los tiempos bastante distinto al convencional. En lugar de ir sumando opciones, sospechosos y giros narrativos episodio tras episodio, se sostiene con una bastante acotada serie de posibilidades y las deja marinar hasta los últimos dos, en los que la situación allí sí gira de un modo más precipitado pero sin perder del todo la lógica ni la coherencia interna. Adaptada de la novela homónima de William Landay, la miniserie tiene además otro punto a favor que la diferencia de otras: todos los episodios fueron escritos por la misma persona (su creador, Mark Bomback, guionista también de la nueva trilogía de EL PLANETA DE LOS SIMIOS) y dirigidos por el mismo realizador, el noruego Morten Tyldum, el mismo de EL CODIGO ENIGMA.

Acaso por su origen europeo/escandinavo, Tyldum maneja un estilo narrativo pausado, sin apuros, y va exponiendo los acontecimientos con paciencia y dando tiempo a las reacciones que esos hechos provocan (si vieron su fallido drama de ciencia ficción, PASAJEROS, sabrán de lo que les hablo) en los protagonistas. Y eso, en este caso, funciona muy bien para el tipo de relato que se propone. Por momentos la serie tiene un tono más escandinavo, oscuro y hasta grave que el habitual en similares producciones estadounidenses.

DEFENDER A JACOB comienza, como tantas series policiales, con un cadaver al costado del camino. Es el de Ben Rifkin, un compañero de escuela de Jacob Barber, el hijo de 14 años de Andy Barber, un asistente del fiscal del distrito (el trabajo más usado en las series de TV) de Newton, Massachusetts. Es el propio Andy (Chris «Capitan América» Evans) el encargado de investigar, junto a la policía local, el caso en cuestión. Y la evidencia parece apuntar a Leonard Patz, un pedófilo registrado que estuvo circulando por la zona esa misma mañana. Pero el hombre tiene una coartada y, además, en el cuerpo de Ben las únicas huellas que aparecen son las de Jacob, el hijo de Andy. Así que el hombre es separado de la investigación y va viendo, de a poco, como todos los cañones apuntan a su (único) hijo.

Jacob asegura no tener nada que ver, aunque algunos de sus compañeros de colegio no están tan seguros. De hecho, algunas actitudes, gustos y comportamientos del propio adolescente (interpretado con maestría por Jaeden Martell, de IT y KNIVES OUT) dejan en claro que el chico es menos inocente de lo que parece. Posteos macabros en redes sociales, peligrosas búsquedas en internet y una suerte de apatía ante lo que pasa lo empiezan a tornar sospechoso hasta para su madre, Laurie (la excelente Michelle Dockery, de DOWNTON ABBEY, quien termina siendo el personaje más intrigante de la historia), que recuerda algunas características muy agresivas de Jacob cuando era más pequeño.

Gran parte de la serie se desarrolla en el tiempo que va desde la decisión de llevar al niño a juicio (en ese estado a un adolescente que comete un crimen de ese tipo se lo juzga como un adulto) hasta el juicio en cuestión, tiempo en el que la familia es brutalizada por los medios, maltratada por los vecinos y no recibe demasiada ayuda por parte de las autoridades. La eficiente abogada de la familia (Cherry Jones) parece tener todo igualmente controlado, pero el fiscal (Pablo Schreiber), pese sus torpes y agresivos modos, es también un peligro. Sin cambios en el caso ni nuevas pistas, el propio Andy empieza una investigación personal, en paralelo, tratando de encontrar otros sospechosos posibles, sea el citado Patz o bien otro compañero de la escuela de su hijo, que también tiene sus asuntillos.

Hasta su sexto episodio, DEFENDING JACOB parece ser la historia de una destrucción familiar, tanto por las presiones externas como por la mecánica interna. Hay que agregar que la serie está narrada como flashbacks a partir de una audiencia para un juicio que se le hace a Andy algún tiempo después de los hechos. Por el estado de abatimiento que el hombre muestra ahí es claro que las cosas no salieron del todo bien. Lo que no sabemos es qué ni cómo. Quizás el único elemento del guión que me pareció completamente fuera de lugar fue una línea de investigación, digamos, genética, en la que supuestamente se trata de descubrir si Jacob tiene «el gen asesino» que, veremos luego, es parte de una secreta historia familiar. La idea de que alguien sea capaz de matar por herencia genética es, más que debatible, directamente absurda. Si hay una herencia violenta lo más probable es que tenga que ver con la educación o con las experiencias vividas y no con el ADN.

La «excusa» del ADN sirve, si se quiere, para que la serie se apoye aún más en las mecánicas familiares. Las variables de la investigación del caso siguen moviéndose muy de a poco, pero lo principal parece estar en ver cómo esa familia lidia con la idea de que detrás de esa fachada en apariencia perfecta se pueden esconder arrestos violentos, secretos y perversiones. O quizás no. Quizás la tensión y contenida violencia de Andy y los mensajes de texto crueles y «perversas» búsquedas en internet de Jacob sean solo cosas normales que suceden en cualquier familia convencional. ¿O no es así?

El guión siembra muy bien esas dudas a lo largo de los primeros seis capítulos. Y es la madre, entonces, la que más se ve tironeada por una sensación de miedo ante lo que, ella sospecha, pueden ser un marido y un hijo violentos. Cuando el juicio empiece se irán revelando más detalles y en el octavo episodio, finalmente, llegarán los momentos de tensión, suspenso y acontecimientos varios más típicos de un policial tradicional. De todos modos, hasta la última y angustiante escena, Bomback y Tyldum le siguen dando a la serie un tono grave y doloroso. Más allá de saber si el chico es o no el culpable del crimen por el que se lo acusa, DEFENDING JACOB termina siendo una serie sobre las consecuencias de esa acusación, una que se pregunta (y nos pregunta) no solo hasta dónde conocemos a las personas que nos rodean sino qué seríamos capaces de hacer por ellos aún dudando de su inocencia.

LOS PROXIMOS DOS PARRAFOS CONTIENEN SPOILERS

Al final del séptimo episodio la serie parece cerrar el asunto criminal al aparecer la confesión (seguida de suicidio) del tal Patz, pero pronto se descubre que no fue ni una cosa ni la otra, sino una confesión forzada seguida de asesinato cometido por un «amigo» del encarcelado abuelo de Jacob (J.K. Simmons) para solucionarle el tema a su nieto. Del crimen primero se entera Andy –que se shockea por la noticia pero, como siempre, intenta seguir adelante como si nada pasara– y más adelante, en un tenso momento, se lo dice a Laurie, quien cae en una terrible depresión, de la que no logra salir.

La serie de acontecimientos que tiene lugar en el último episodio va tensando las cuerdas con respecto a la resolución del caso, pero lo cierto que el final va por otro lado, ahondando aún más en las angustias familiares provocadas por el dolor, la vergüenza (Laurie no puede ni mirar a los ojos a la madre de Ben, convencida que su hijo es el asesino) y la culpa que la madre siente, mientras el padre y el hijo prefieren seguir «actuando» como si nada hubiera sucedido. DEFENDING JACOB termina sin responder a sus dos preguntas clave (si Jacob es o no el asesino y si murió o no en el choque), y si bien eso es algo que puede incomodar a algunos espectadores, tengo la impresión que es un cierre muy justo para la serie. Allí ya no importará la «culpa» en términos legales sino la que los personajes llevan adentro y que terminará por consumir y también destruir a la familia.

FIN DE LOS SPOILERS

A pesar de esa un tanto ridícula búsqueda genética que solo sirve para estirar la trama y darle un toque un tanto absurdo a la investigación en sí –es cierto, la serie podría haber sido una película como se pensó al principio, o al menos resolverse en no más de seis episodios–, DEFENDING JACOB resultó para mí toda una sorpresa dentro del enorme panorama de series actuales, en especial las policiales. En un género que se va caracterizando cada vez más por tratar de atrapar al espectador a partir del shock, de los giros narrativos raros y de los secretos más espeluznantes imaginables (sectas, conspiraciones, fortunas secretas, etc), una serie cuyo eje pasa por las consecuencias de un posible crimen entre dos chicos que se llevaban mal en una escuela secundaria se termina convirtiendo en algo realista y hasta creíble. Los casos policiales suelen ser más efectivos y angustiantes cuando lo que vemos podría pasarle a cualquiera de nosotros.


Se puede ver en AppleTV+, entrando por acá. Es pago, pero hay 7 días de prueba gratis.