Series: crítica de «Run», de Vicky Jones (HBO)
Mezcla de comedia, «road movie» y serie de aventuras, este producto del mismo equipo creativo de «Fleabag» es un fracaso en todo sentido. Protagonizado por Merritt Wever y Domhnall Gleeson, cuenta la historia de una ex pareja de la adolescencia que decide reunirse, 17 años después, y escapar de sus complicadas vidas.
El prestigio previo acumulado por las dos temporadas de FLEABAG hacía esperar mucho de esta producción para HBO de Phoebe Waller-Bridge en la que participan algunos de sus socios creativos, especialmente Vicky Jones, que es la showrunner de este asunto. Pero a juzgar por los siete episodios de la (supuestamente) primera temporada, es claro que RUN no sólo está lejos de acercarse al nivel de aquella serie sino que es decididamente un producto muy flojo, al borde de lo incomprensible tomando en cuenta los antecedentes citados. ¿Qué pudo haber salido mal?
Habría que decir que prácticamente todo. O, más bien, habría que preguntarse qué es lo que pensaron hacer de entrada. Es que mucho no se entiende, sinceramente. RUN tiene la estructura dramática y la duración de una película, ya que son siete episodios de menos de 25 minutos. Estamos ante una suerte de road movie en tren a través de los Estados Unidos protagonizada por una pareja despareja que se junta a partir de la idea que le da título a la serie. El «run» en cuestión es una especie de promesa que una pareja de la adolescencia se hizo entre sí a futuro. Si uno le mandaba al otro ese mensaje (básicamente: «corre«) y el otro lo contestaba con uno igual, se ponía en marcha un plan de fuga en común.
Es así que Billy (Domhnall Gleeson) y Ruby (Merritt Wever) se vuelven a ver las caras después de décadas y comienzan la prometida fuga. Pero ninguno de los dos tiene realmente idea cuál es la motivación del otro, ya que cada uno guarda celosamente en secreto sus vidas privadas. El espectador sabe que él es un autor de libros de autoayuda en problemas y que ella es una mujer casada y madre de dos hijos, pero ellos lo van descubriendo muy de a poco, más que nada husmeando en los teléfonos del otro.
Lo que parece avanzar como una apenas simpática comedia romántica con un toque de acción troca promediando la temporada por algo más parecido a un absurdo thriller de acción y suspenso, sumando otros personajes, bolsas de dinero, posibles crímenes, policías y esas cosas. Y la ya de por sí trabajosa química generada entre ambos se empieza a disipar, convertida en una tediosa serie de peleas, idas y vueltas, complicaciones y más complicaciones, que deberían funcionar de modo gracioso (o, al menos, risueño) pero que no lo hacen. Da la impresión, más bien, de estar viendo a dos viejos amigos (o, en este caso, una pareja) que, al reencontrarse, se dan cuenta los motivos por los que dejaron de verse.
Casi nada funciona en RUN. Ni la trama, ni la lógica narrativa, ni el suspenso ni el humor. Unos momentos más o menos graciosos en el tren –muy al principio– y alguna sorpresa simpática pero tardía en los últimos episodios sacan al espectador del tedio de la ridícula trama y los absurdos caprichos de los personajes. Pero es poco, muy poco. Cuando la trama se detiene en Chicago, en su tercer episodio, y aparece un giro narrativo de la mano de un nuevo personaje, es como si la serie concluyera de golpe. De ahí en adelante no hay mucho para celebrar, salvo esa citada sorpresa que parece sacada de otra serie.
Y el final de la temporada es directamente incomprensible. Da la sensación de que los involucrados se cansaron de hacer la serie y decidieron dejar el asunto ahí. O que había un octavo episodio que la cuarentena dejó sin que se alcance a terminar. Lo cierto es que sus responsables deben estar muy seguros de que habrá una segunda temporada porque de otra manera no se entiende muy bien que la cosa cierre así como así, con más de la mitad de las cosas abiertas.
Gleeson (el General Hux de los últimos episodios de STAR WARS) y Wever (de NURSE JACKIE y la miniserie INCONCEBIBLE) son en general muy buenos actores, pero cuesta mucho darse cuenta a partir de lo que hacen en esta serie. Es que sin un buen guión y sin personajes delineados de un modo más o menos interesante no hay forma de darle chispa a un producto que no la tiene. RUN es la típica serie que parece haber sido producida solo para darle el gusto y tener contenta a su productora Waller-Bridge y así contar con ella para próximos proyectos que, es de esperar, sean mejores que éste. De otro modo, no se entiende su existencia.