Series: crítica de «Undone», de Raphael Bob-Waksberg y Kate Purdy (Amazon Prime)

Series: crítica de «Undone», de Raphael Bob-Waksberg y Kate Purdy (Amazon Prime)

Esta visualmente impactante serie de animación de la plataforma de streaming se centra en una chica veinteañera con problemas emocionales cuyo mundo se modifica de un día para el otro cuando, después de un violento accidente de tránsito, empieza a vivir experiencias paranormales. Del creador de «Bojack Horseman».

Una serie tan fascinante como problemática, UNDONE tiene casi todo como para convertirse en un clásico, pero le falta un elemento importante del que hablaremos después. Hecha mediante el sistema de animación rotoscópico (el mismo de la película de Richard Linklater WAKING LIFE), entre otros que se utilizaron, la nueva serie del co-creador de BOJACK HORSEMAN tiene a su favor, en principio, un look único e impactante que le permite diferenciarse por completo tanto de las series de «live action» como de las de animación más clásica.

El sistema de animación utilizado aquí funciona en una zona intermedia entre ambos mundos: los actores actúan sus escenas de una manera tradicional y luego se anima el universo que los rodea como así también sus cuerpos y sus rostros dando, especialmente en estos, un grado de naturalidad y «realismo» muy difícil de lograr en otro tipo de animaciones. Tampoco es el CGI (a lo Gollum, digamos) que intenta que no nos demos cuenta que es algo animado digitalmente. Aquí es claro que estamos ante una serie de animación, solo que reproduce de un modo bastante fiel a sus personajes.

La pregunta a hacerse entonces es: ¿por qué si se busca realismo hacer una serie animada? UNDONE, como lo fue también WAKING LIFE o A SCANNER DARKLY, tiene como tema central el universo onírico, las rupturas espacio-temporales y las paradojas que eso genera. Y presenta, constantemente, espacios y escenarios que se modifican, alteran y transforman ante los personajes. Eso la vuelve carísima o muy difícil de hacer en «live action«. El universo de la serie tiene algo que ver con lo que normalmente se usa para representar visiones psicodélicas y experiencias extracorporales donde los objetos se doblan, desarman, cambian de forma, de color y las personas alteran su apariencia, vuelan o circulan entre distintos espacios. Y la serie, gracias al trabajo de su director, Hisko Hulsing, hace todo eso maravillosamente bien, creando un universo que se apoya en algo creíble y contemporáneo para partir de ahí hacia, literalmente, cualquier lado.

La serie se complica un poco más por el lado del guión. O, al menos, algunos elementos del guión. UNDONE narra la historia de Alma (Rosa Salazar), una joven rebelde de origen latino (mitad latina/mitad judía) que vive en San Antonio, Texas. Ha nacido con una fuerte disminución auditiva y usa un implante coclear, pero en el momento en el que la conocemos está atravesando un problema mucho más grave: acaba de chocar con su auto violentamente y está internada en un hospital. De a poco veremos cómo llegó ahí y conoceremos a su familia y su circunstancia. Su madre Camila es bastante espesa –por no decir, insoportable– y su hermana Becca (Angelique Cabral), que está a punto de casarse, es mucho más «tradicional» que ella. Alma tiene una pareja de origen indio, Sam, con la que parece aburrirse un poco y trabaja en un jardín de infantes al que le pone cero interés. El problema de Alma es que se siente en medio de una rutina insoportable, no tiene motivación alguna, está fastidiada con todo y observa al mundo con un alto grado de cinismo.

En realidad, su problema principal es otro: cuando era pequeña, su padre Jacob Winograd (un nombre que se parece mucho al de un célebre personaje mediático argentino, encarnado aquí nada menos que por Bob «Saul Goodman» Odenkirk), murió en extrañas circunstancias y ella –que estaba con él antes del hecho– nunca pudo superar su fallecimiento. Pero el choque la deja a Alma en un estado comatoso en el que parece empezar a tener visiones, a perder el control del tiempo y el espacio, a vivir varias escenas de manera repetida y, más que nada, a ver y conversar con su padre. ¿Se trata de un delirio del coma, consecuencias de los medicamentos, del stress postraumático o, directamente, accedió a un universo paralelo que está en una zona extraña entre la vida y la muerte?

A lo largo de la primera temporada, UNDONE y Alma lidian con tratar de entender cómo funciona ese universo y cómo ella debe hacer para manejarse en él, yendo y viniendo del mundo real, con los problemas y confusiones que eso genera allí. Jacob es quien conoce bien el tema (lo estudiaba antes y ahora lo habita, digamos) y es él quien intenta que su hija aprenda lo que parece ser una «capacidad especial» que tienen algunos miembros de su familia. Y quiere usar ese poder para que Alma descubra quién lo mató en esa misteriosa noche varios años atrás.

La serie opera narrativamente por dos costados paralelos que viven cruzándose. Tomada de manera más «realista», estamos ante un chica con un fuerte trauma emocional –y, potencialmente, problemas de esquizofrenia o delirio maníaco– que, al sufrir un severo accidente, pasó a tener muy convincentes (al menos para ella) delirios. Su relación con su novio, su hermana, su madre y su trabajo funcionan muy bien si se las toma desde ese lugar: ¿cómo trabajar o relacionarse con una persona en la misma situación que Alma? ¿Intervenir sobre su frondosa imaginación, medicándola o forzándola a ir a un psiquiatra? ¿O dejarla ser, creyendo en sus implausibles teorías sobre su capacidad de manejar el espacio y el tiempo para resolver un posible crimen del pasado a costa de poner en riesgo su vida?

El problema de la serie –y perdón si me vuelvo demasiado literal en esto, pero creo que con ciertas cuestiones es un tanto riesgoso jugar– es que se toma en serio su costado psicodélico. Esto es: lo que Alma «aprende» en sus viajes por el tiempo y el espacio, sus exploraciones sobre las culturas indígenas y sus manejos de lo extrasensorial, entre otras cuestiones similares, parecen existir realmente en el mundo de la serie, al punto de que durante buena parte de la misma sentimos que todos los personajes que intentan ayudarla en realidad están tratando de boicotear su viaje de ampliación sensorial.

Esto, por suerte, irá cambiando con el correr de los episodios, cuando la serie empiece a balancear mejor sus elementos y deje en claro que Alma –por más dolorosa que sea su historia y buenas sus intenciones– sea la que está actuando peligrosa e irresponsablemente. Pero, acaso para mantener el misterio (y el universo psicodélico creado a tal fin), UNDONE no termina por aclarar sus puntos. A la vez, ciertas formas «culturalmente exóticas» a través de las cuales entendemos que Alma tiene sus visiones extrasensoriales, rozan cierto pintoresquismo latinoamericanista, con sus chamanes, rituales, danzas y coloridos vestuarios.

Digamos que el misterio criminal es lo que menos importa. Es, apenas, el hilo conductor que lleva a Alma a viajar por el tiempo y el espacio (convengamos que el padre podría haberlo resuelto por sí solo) y, en esas idas y vueltas, intentar reparar algunos de los daños emocionales que tienen ella y su familia. Alma es un gran personaje (y la actriz que la interpreta es excelente), pero funciona mucho mejor cuando la serie se ubica más cerca de las emociones reales de los protagonistas y no tanto en su costado más fantasioso. El humor que maneja la chica le da a la serie un tono irónico que la acerca a BOJACK, pero eso es algo que se pierde cuando UNDONE se toma demasiado en serio a sí misma. Y se pone excesivamente pomposa.

Hay muchas otras series y películas en las que el universo de fantasía se une al de las patologías mentales (podríamos decir que gran parte de los superhéroes y villanos pertenecen a esa categoría y hasta citar cientos de obras clásicas, de Don Quijote en adelante), pero el problema de UNDONE está, por momentos, en exacerbar el desprecio hacia los personajes que tratan de explicar el problema en términos médicos y reales, los que buscan «curar» a Alma o mejorar su situación, desde amigos a médicos, de familiares a parejas.

El tema es que nosotros, como Alma, vemos lo que la chica es capaz de hacer y ver en sus «experiencias extracorporales» y eso nos pone invariablemente de su lado, el más fantástico de la experiencia. Pero es un terreno para pisar de manera muy cautelosa y delicada (tener una mirada libre y abierta sobre el mundo es una cosa y la esquizofrenia o las enfermedades maníaco-depresivas, otra), especialmente en una serie que se apoya tan bien en un mundo emocional realista. Es de esperar que en las siguientes temporadas pueda hacerlo de manera más firme. Y desde ahí volar gracias a su increíble poderío visual.