Clásicos online: crítica de «One from the Heart», de Francis Ford Coppola (Mubi)

Clásicos online: crítica de «One from the Heart», de Francis Ford Coppola (Mubi)

por - cine, Críticas, Online, Streaming
02 Jul, 2020 02:00 | 1 comentario

Este mítico y sorprendente experimento del director de «El Padrino» y «Apocalypse Now» lo fundió económicamente pero hoy se conserva como una extraña pieza de un romanticismo fuera de época. Disponible en Mubi.

Hay dos viajes en el tiempo paralelos en los que uno se embarca al ver ONE FROM THE HEART, la película maldita de la filmografía de Francis Ford Coppola. Uno es más concreto y preciso: es viajar a una Las Vegas entre mágica y decadente, en un punto equidistante entre el sueño y la pesadilla, el mismo que había entonces entre los hoteles céntricos y los hogares de las personas que vivían y trabajaban allí. El otro es cinematográfico: viajar a una época en la que algunos directores se permitían utilizar grandes presupuestos para recorrer caminos impensados, donde los artistas reconocidos podían tomar riesgos tan grandes sin temer caer en el ridículo.

Todo eso es CORAZONADA (el título en castellano por el que se la conoce): un cuentos de hadas delirante, romántico, íntimo y grandilocuente a la vez, un gesto autoral sublime y descarriado que acabaría en buena medida con la carrera de su director (al menos, perdería su condición de genio infalible para nunca recuperarla del todo en la opinión pública) y de un tipo de cine en el que la última palabra la tenían los creativos. Si HEAVEN’S GATE, de Michael Cimino, había sido la bomba destructiva del sistema autoral del New Hollywood de la década del ’70, ONE FROM THE HEART fue el último clavo en un ataúd que iba a permanecer, con algunas excepciones, prácticamente cerrado por una década, hasta la aparición de los jóvenes del cine indie de principios de los ’90.

Es el tipo de film que se suele analizar más desde lo contextual y anecdótico –la película que fundió a Coppola y lo obligó a hacer cine «por contrato» o muy barato durante años, la que inventó el video assist y cambió las reglas prácticas del montaje y así– que por su propio contenido. Es que, convengamos, es difícil convencer a muchos que, al menos narrativamente, ONE FROM THE HEART fue una obra maestra incomprendida. Uno puede reivindicar hoy aquel film grandioso de Cimino (o, si se quieren acercar al género, hasta la discutida NEW YORK, NEW YORK, de Martin Scorsese), pero considerar a este drama musical un obra maestra adelantada a su tiempo requiere de un ejercicio de gimnasia verbal difícil de sostener.

Pero no pasa por ahí el disfrute que provoca el film del director de EL PADRINO y APOCALYPSE NOW. Se trata de una historia de amor pequeña en un escenario grande, una fábula romántica acerca de una pareja que entra en crisis al cumplir cinco años junta. El problema está planteado de entrada. Frederic Forrest encarna a Hank, un mecánico de autos que sueña con una vida tranquila y casera con su pareja, mientras que Frannie (Teri Garr), una agente de viajes, quiere algo más de riesgo y aventuras en su vida. Básicamente, unas vacaciones en Bora Bora.

Una discusión en la casa en la que viven ambos se vuelve intensa y, de un momento a otro, deciden separarse. A lo largo de un par de jornadas durante los festejos del Día de la Independencia, cada uno termina viviendo una aventura por separado. Ella acaba enredada con Ray (Raúl Juliá), un seductor pianista que la invita a ver su show, mientras que él entabla un romance instantáneo y sorpresivo con Leila (Nastassja Kinski), una muy joven artista de circo. Narrativamente, ONE FROM THE HEART no irá mucho más lejos. Es, admitidamente, una fábula romántica que se pretende clásica y hasta convencional en su estructura.

Lo que llama la atención, lo que ha vuelto a la película un objeto de culto, tiene que ver con lo formal. Los escenarios del film (el centro de Las Vegas, la casa de ambos, el fantasmal taller mecánico que Hank tiene en las afueras de la ciudad) fueron totalmente construidos en los estudios de Zoetrope por Dean Tavoularis y su equipo, en una reconstrucción teñida de ampulosidad y espectacularidad, una versión Disneylandia de Las Vegas, en la que la gente baila en las calles y nadie parece muy preocupado por perder millones en los juegos de azar. De algún modo, tras la experiencia caótica de filmar en la selva APOCALYPSE NOW, Coppola creyó sentirse más seguro en estudios. Y su amor por los musicales clásicos de MGM o los más operáticos de Vincente Minnelli lo encaminaron por esta ruta que parecía más sencilla pero terminó siendo aún más complicada que la anterior.

A eso, Coppola le sumó el que quizás sea el elemento central de ONE FROM THE HEART: la fotografía de Vittorio Storato, que iluminó la película como si se tratase de un objeto ubicado dentro de una pecera o un globo de nieve, llevando aún más al extremo la artificialidad de los escenarios. Aprovechando los supuestos reflejos de las luces de neón de la ciudad, Storaro llenó las distintas locaciones de verdes, rojos y azules dándole al film por momentos la cualidad de un escenario teatral (los sets, en algunos casos, se montan entre sí), algo que se exacerbará aún más en el segundo acto del film, en el que los miembros de la pareja circulan por la ciudad y sus alrededores, especialmente en toda la secuencia que transcurre en el lynchiano taller de Hank. Si hay un antecedente del MOULIN ROUGE, de Baz Luhrmann, acaso haya que buscarlo acá. Y no sería extraño que Demian Chazelle haya mirado la película más de una vez en busca de inspiración para LA LA LAND.

Y el tercer elemento clave tiene que ver con la música. ONE FROM THE HEART no es, estrictamente, un film musical, sino un drama acompañado por canciones que comentan los estados emocionales de los protagonistas, pero ni son cantados por ellos ni reemplazan los diálogos. Lo curioso, si se quiere, es que Coppola contrató a Tom Waits para hacer las canciones del film. Si bien gran parte de ellas son cantadas por Crystal Gayle (cuya voz es más clásicamente bella), las melodías tristes y el estilo de jazz melancólico provisto por un Waits que, en esa época, todavía no había empezado con las experimentaciones sonoras que lo marcarían en el resto de su carrera, le da al film un aura muy personal, alejada de casi cualquier otro musical. Una especie de «último tango en Las Vegas».

Cualquiera que haya escuchado canciones de Waits notará que la historia que cuenta ONE FROM THE HEART bien podría surgir de una de sus letras. Es una historia de amor complicada entre personas que habitan los márgenes de una ciudad glamorosa y en la que el choque entre la magia y la realidad se vuelve un permanente eje de conflicto. Cuando Hank «viaja» con Leila a su mágico taller mecánico/depósito de chatarra en el desierto bien podría estar en la superficie de la Luna –en lo que es la mejor y más onírica secuencia de la película–, mientras que Frannie también vive una similar situación de verdad/fantasía al engancharse con Ray. Ambos «affaires» están provistos de una magia efímera, rodeados de una belleza en apariencia superficial que se esfuma rápidamente, sea por las mentiras o por la propia fragilidad del truco del ilusionista.

El problema del film es que no logra establecer demasiado bien las bases que deberían generar que el espectador desee ver a la pareja reunida. Son personas bastante grises (él es especialmente torpe y rudo, una mala copia del Marlon Brando de los ’50) que, cuando las conocemos, ya se llevan mal, se maltratan y critican por tonterías, son un tanto vanidosos y banales, y no parece tan problemático verlos separados. Es más, parece hasta sensato. Coppola apuesta a que querramos verlos reunidos pero no ofrece motivos fuertes para desearlo. Y es por eso que la idea de que vuelvan a estar juntos no empuja al film lo suficiente para traccionar consigo a toda la parafernalia que lo rodea.

Pero la parafernalia está y ver ONE FROM THE HEART es acceder a esos últimos gestos de un Hollywood que recién empezaba a mutar a lo digital (Coppola dirigía desde un trailer con un micrófono y atrás de su novedoso video assist, pero el mundo creado en estudios era «analógico», de efectos prácticos) y de una industria que todavía sostenía –aunque cada vez con menos entusiasmo y más problemas bancarios– que la expresión personal del director era el objetivo final a la hora de hacer una película. Quizás haya sido un experimento fallido, pero los momentos de belleza pura y de romanticismo desatado que tiene esta película de Coppola bien valen una visión. No solo para completistas de la obra del director sino para los amantes de las inmensas posibilidades que ofrece el arte cinematográfico.


En YouTube hay un excelente Behind the Scenes de la producción de ONE FROM THE HEART que es extraordinario. Está dividido en tres partes: dos sobre la película en sí (acá y acá) y otro sobre la música de Tom Waits (acá). Estos extras no tiene subtítulos en castellano. La película en Mubi sí los tiene. Abajo, la banda sonora del film en Spotify.