Estrenos online: crítica de «Boys State», de  Jesse Moss y Amanda McBaine (Apple TV)

Estrenos online: crítica de «Boys State», de Jesse Moss y Amanda McBaine (Apple TV)

Ganador del Gran Premio del Jurado en la competencia de documentales estadounidenses en el Festival de Sundance, el film sigue un ejercicio electoral que se realiza en los Estados Unidos con chicos de escuelas secundarias de todo el país. En este caso, el estado elegido es Texas y los personajes no son tan distintos a los que habitan la política real de ese país.

A los estadounidenses les gusta autodefinirse como un «experimento social». En los papeles, se refieren a la temprana aplicación del sistema democrático en ese país. En BOYS STATE los conceptos de Democracia y Experimento Social van de la mano ya que se trata de seguir precisamente eso: un ejercicio de funcionamiento del sistema democrático. En este caso, uno realizado en el sureño y conservador estado de Texas. Es un film apretado y veloz que bien podría haber funcionado mejor como miniserie de 4 o 6 episodios pero que, pese a perder profundidad y complejidad de análisis por su sistema narrativo al mejor estilo BAKE OFF, permite de todos modos iluminar –aunque no necesariamente de una manera demasiado esperanzadora– el futuro político en ese país y cómo se piensa y constituye un sistema de gobierno.

En lo que es una tradición de larga data conocida como Boys Nation (en los créditos vemos que participaron de ese foro tanto Bill Clinton como Dick Cheney), cada estado de ese país arma, con varios centenares de adolescentes interesados en el tema, una suerte de ejercicio democrático que dura una semana y que funciona como un reality show juvenil de puesta en funcionamiento del sistema electoral. Chicos de distintas ciudades y escuelas llegan al lugar, son divididos en dos partidos que no parecen tener muy definidas sus ideas políticas (acá se los llama Federalistas y Nacionalistas) y se los hace competir en elecciones para distintos cargos, siendo el de gobernador el más importante.

BOYS STATE sigue las campañas enfrentadas de estos dos «partidos» cuyos miembros rondan todos los 17 años. Vemos sus elecciones internas, sus debates ideológicos y sus choques personales, así como también la capacidad oratoria de sus miembros más destacados, su mayor o menor grado de honestidad y sus habilidades para manejarse en esos sinuosos territorios. Dos ejes fundamentales de los candidatos son su capacidad para leer y «acomodarse» a lo que sus respectivos electorados esperan de ellos y su manual de trucos para sacar provecho del error del otro, las ya célebres «campañas negativas».

Quizás los dos principales protagonistas –hay más, pero la película marca los contrastes más que nada a través de ellos– sean Steven Garza, candidato a gobernador de los Nacionalistas, un chico que ha trabajado en campañas para Bernie Sanders, y Ben Feinstein, un chico con problemas físicos y con ambas piernas amputadas que, pese a sus problemas, es un fiel creyente en la versión más individualista, drástica y brutal del «sueño americano». El no es candidato a gobernador de los Federalistas pero de algún modo es el estratega en las sombras de la campaña de ese partido.

De todo lo que se relata aquí de un modo efectivo y bastante entretenido lo más llamativo –acaso para quienes lo miramos desde fuera de los Estados Unidos– es lo tremendamente conservadores que son muchos de los chicos, especialmente en lo relacionado a negarse a cualquier tipo de control de portación de armas, su mayoritaria oposición a la ley del aborto y también muy duros en lo que respecta al trato a los inmigrantes. Es Texas, es cierto, un estado claramente republicano, pero si los norteamericanos esperan que «el voto joven» modifique en algo el resultado de las próximas elecciones este documental hace dudar de esa posibilidad.

La aparente diferencia entre ambos partidos es similar a la que parece haber entre los republicanos más extremos y los más moderados. A lo sumo se podría decir que los Nacionalistas podrían ser un Partido Demócrata en su versión más centrista ya que el más «progresista» Garza debe atenuar sus ideas y pensamientos (ligados a los temas antes mencionados) para inspirar a los miembros de su propio partido para que lo voten. Y más todavía si quiere convencer a los otros. Los Federalistas, al mejor estilo Trump, van de lleno a lo suyo: un adoctrinamiento severo y casi reaccionario sumado a algunas «trampas» que aparecerán con el correr de los minutos.

Quizás esa sea, al menos según la estructura y el punto de vista de los directores, la principal diferencia entre tipos como Garza y Feinstein. La pasión de uno por hacer política a partir de propuestas frente a la idea más maquiavélica del otro a la hora de entender cómo funciona el sistema. BOYS STATE tiene momentos de humor (algunos temas que surgen en los debates son ridículos y absurdos) y otros emocionales, en especial cuando el día de la votación se acerca y la tensión crece. Pero quizás lo más fuerte que deja como idea el documental es que, si bien hay muchos jóvenes que intentan entrar a la política desde los ideales y la nobleza de los procedimientos, hay otros que siguen prefiriendo usar los trucos más viejos del libro de la democracia para salirse con las suyas. Así en la adolescencia como en la vida adulta.