Estrenos online: crítica de «Howard», de Don Hahn (Disney+)
Este documental se centra en la vida de Howard Ashman, el letrista de «La sirenita», «La Bella y la Bestia» y «Aladdin», las tres películas que reinventaron la animación de los estudios Walt Disney, y que falleció a los 39 años, en 1991, por complicaciones derivadas del VIH/Sida.
Muchos de ustedes seguramente no habían nacido pero hubo un tiempo, allá por los años ’70 y ’80, en el que la animación de Disney atravesaba uno de sus peores momentos históricos. El estudio –que no era el monstruo megamediático que es hoy– le estaba prestando cada vez menos atención a su sector de animación y, en los veinte años que van de 1967 a 1986 apenas había estrenado ocho películas animadas, casi todas fracasos en taquilla. A tal punto era crítica la situación que quienes trabajaban en el Walt Disney Animation Studios habían sido despachados a hacer lo suyo en unos trailers perdidos en los rincones de Burbank, muy lejos del lote principal.
Todo empezó a cambiar –para el estudio en general y para la animación en particular– con la llegada de Michael Eisner y Jeffrey Katzenberg como CEO de la compañía y director del estudio, respectivamente. Pero ellos pusieron su principal atención, al menos al principio, en las películas live action. De haber una tercera pata dentro de esta ecuación –al menos en lo que respecta a la animación– tendríamos que hablar de Howard Ashman, uno de los compositores de la música de LA SIRENITA, LA BELLA Y LA BESTIA y ALADDIN, las tres películas que hicieron renacer el género que le dio vida a Disney como institución.
HOWARD es un documental centrado en la breve vida de Ashman, quien falleció por complicaciones derivadas del VIH/Sida a los 39 años, en 1991. A través de testimonios de familiares, colegas, amigos y compañeros de trabajo –además de su propia voz–, el film de Hahn cuenta cómo un niño de Baltimore fascinado por el teatro musical fue creciendo en su carrera profesional, con problemas y altibajos, hasta llegar al éxito cinematográfico y la consagración masiva, para ver todo eso interrumpido por la enfermedad. La película –que cuenta con un impresionante material de archivo– habla de su infancia y muestra sus primeros pasos artísticos hasta llegar a Nueva York donde empezó a trabajar en el Off Broadway para luego avanzar al centro de la escena y de ahí cruzar los Estados Unidos y empezar a trabajar en California.
HOWARD pone su atención también en la vida personal de Ashman, en especial en lo ligado a sus relaciones de pareja. Una primera, conflictiva, que empezó en Baltimore y se quebró ya en Nueva York. Y la segunda, con un arquitecto, que lo siguió acompañando hasta su muerte. Pero, más que nada, traza sus esforzados intentos como guionista, dramaturgo y letrista de canciones. Ashman no era músico (el compositor musical de los temas de Disney era Alan Menken) pero, por su manera narrativa de escribir esas canciones –en las que se contaba buena parte de la historia y se desarrollaba los conflictos de los personajes– funcionaba casi como guionista de los films.
La película detallará las idas, vueltas y complicaciones de su primera producción neoyorquina –una adaptación musical de la novela de Kurt Vonnegut, GOD BLESS YOU, MR. ROSEWATER— para llegar luego al éxito de Broadway que le abrió las puertas de Hollywood: la adaptación musical de LA TIENDITA DEL HORROR, que empezó a partir de su fascinación por la película de Roger Corman de los años ’60. El musical –luego reconvertido en película musical dirigida por Frank Oz y protagonizada por Rick Moranis y Steve Martin– se sigue presentando hasta ahora y cimentó también su fama como alguien capaz de incorporar ritmos modernos de la cultura pop a las entonces todavía bastante académicas tradiciones del género. Y si bien su proyecto posterior (el musical SMILE) fue un fracaso, ya Disney lo había convocado.
Fue esa capacidad de entender que el idioma del musical debía cambiar el que le permitió dar un vuelco a la historia del estudio de Walt. Ya en Los Angeles, el documental mostrará a Ashman obsesionado por cada detalle de las producciones de las tres películas en las que llegó a trabajar y de las que se siguió ocupando aún ya enfermo en hospitales e internaciones varias. Quizás lo más interesante de HOWARD sea escucharlo explicar sus razonamientos e ideas acerca de la composiciones de números musicales para cine, su rol a la hora de narrar las historias y cómo la animación permitió que buena parte del público que había perdido la credibilidad en el musical como género –ya que le parecía gracioso que los actores cantaran en las películas en lugar de hablar– la haya podido recuperar gracias a la animación. Les era más fácil, digamos, ver a una sirenita, a una taza de té, a un cangrejo o a un genio salido de una lámpara cantar que a un ser humano.
LA SIRENITA, LA BELLA Y LA BESTIA y ALADDIN fueron tres éxitos descomunales que rescataron a la animación tradicional de Disney del ocaso, antes aún de la aparición de Pixar con sus propuestas digitales. Y la película muestra cómo algunas de las específicas peleas creativas de Ashman –que, muchos admiten, era un tenaz luchador y un fuerte defensor de sus ideas, especialmente contra su igualmente obsesivo jefe Katzenberg– fueron fundamentales para que esos films funcionaran. Y esta película, en la que también se ponen en contexto «metafórico» algunas clásicas canciones de Disney en relación a su propia historia de vida y su lucha contra la marginación, es el merecido homenaje que el propio estudio le hace a su memoria.