Estrenos online: crítica de «Space Dogs», de Elsa Kremser y Levin Peter (Mubi)
Esta película, definible como un documental de ciencia ficción, toma el punto de vista de un perro callejero que recorre la ciudad de Moscú e imagina que es Laika, la perra enviada al espacio en los años ’60, combinando material de archivo de entonces y de ahora.
Este film combina dos registros muy distintos de una manera no solo inteligente sino que sirve para reforzar su contenido y hasta crear uno nuevo. Por un lado podría ser estrictamente un documental sobre perros de la calle en los barrios periféricos de Moscú. Es que es eso, centralmente, lo que la película cuenta de una manera muy íntima y cercana, una que intenta poner al espectador en el punto de vista del perro (por momentos son varios los canes retratados) en cuestión. Pero la película tiene otra capa, documental también pero jugada a modo de ficción, en la cual se cuenta (y muestran escenas) del programa espacial soviético relacionado con otra generación de perros rusos, empezando por la célebre Laika.
Una voz en off conecta, de manera lúdica (la película tiene un costado humorístico también, esperen a ver las tortugas que parecen salidas de una película de Werner Herzog), a esos perros callejeros con el fantasma de la perra Laika, que murió al volver de su recorrido por la órbita terrestre. El juego les permite a los directores no solo mostrar sorprendentes imágenes inéditas de ese programa (el brutal entrenamiento de los perros antes de emprender viajes espaciales, el extraño regreso de los que sí volvieron a la Tierra) sino conectar también ambas partes a partir de una línea temática acerca del maltrato a los animales.
Vaya como advertencia que algunos perros callejeros de Moscú pueden parecer bonitos y simpáticos, generarnos gran empatía en su nocturna y triste soledad, pero también pueden ser naturalmente muy violentos. Una escena al principio del film es particularmente difícil de ver –se recomienda taparse los ojos a los amantes de los gatos o a los que no soportan ese tipo de violencia de la propia naturaleza– y es una prueba también de ese gusto tan austríaco (si bien parece rusa, la película es de Austria) por mostrar que una pátina de crueldad nos recorre a todos los habitantes de este planeta.
Pero luego de esa shockeante escena ubicada cerca del inicio de SPACE DOGS, la película le escapa por lo general a la truculencia más directa (si bien el «entrenamiento» de los perros del programa espacial es un poco fuerte) y se vuelve más observacional, poética y melancólica para finalmente convertirse en una suerte de extraña meditación sobre la soledad. Acá en la Tierra, o allá, en el Espacio, donde como podría decir el slogan de esta muy buena película, «nadie te escuchará ladrar».