Festival de Toronto: críticas de «Under the Open Sky», de Miwa Nishikawa, y «The Way I See It», de Dawn Porter

Festival de Toronto: críticas de «Under the Open Sky», de Miwa Nishikawa, y «The Way I See It», de Dawn Porter

por - cine, Críticas, Festivales
11 Sep, 2020 03:42 | Sin comentarios

Un drama sobre un ex convicto que intenta reincorporarse a la sociedad en Japón y un documental sobre el fotógrafo de Barack Obama en la Casa Blanca son dos valiosos films estrenados en el festival canadiense.

UNDER THE OPEN SKY, de Miwa Nishikawa. El sexto film de esta realizadora y novelista que empezó su carrera como asistente de Hirokazu Kore-eda tiene algunos componentes de la obra de ese cineasta, especialmente en relación a su tono de drama personal asordinado, triste y algo sentimental. Es la historia de Mikami (Koji Yakusho, actor de muchas películas de Kiyoshi Kurosawa y protagonista de LA ANGUILA, de Shohei Imamura, entre muchas otras), un veterano convicto que sale de la cárcel tras cumplir una condena de 13 años e intenta reinsertarse en la sociedad. El hombre es un ex yakuza, con arranques de violencia y mal temperamento, al que le cuesta mucho aceptar el tipo de opciones que se le presentan laboralmente y tener que vivir de la ayuda estatal.

En paralelo, su caso es seguido por un periodista de un programa de televisión interesado en su vida para un posible especial. A Mikami se le complica –más que nada por su intolerancia y su mal carácter– ser parte «normal» de la sociedad y sus conocimientos y comportamiento de entonces no le sirven para nada ahora. Más bien, le juegan en contra. Si a eso se le suman unos traumas de la infancia, no parece haber solución a su integración. Pero de a poco, y tras una serie de adversidades, Mikami parece lograr ir entendiendo cuál es su nuevo lugar allí, para lo que precisa también aceptar la ayuda de los demás.

Nishikawa agrega algunos momentos cómicos que no funcionan demasiado bien –son habituales, de todos modos, en este tipo de dramas japoneses–, pero la película nunca pierde del todo ese centro que es el viaje emocional de su protagonista, la idea de que todos merecen segundas (o terceras, o séptimas, como es su caso) oportunidades para lograr tomar distancia de una manera de hacer las cosas y de relacionarse con el mundo, y a la vez comprender que también existen otras, que tienen más que ver con la empatía y la solidaridad. Una película simple y humana, sin muchas vueltas ni sutilezas, que va de todos modos al corazón de un problema que hoy se siente muy contemporáneo.


THE WAY I SEE IT, de Dawn Porter. La vida pública y algunos aspectos de la privada de los presidentes suelen integrar la comunicación oficial de muchos países. Algunos llevan estos procedimientos a una categoría artística superior, ya que al documentar la vida de un mandatario se está documentando a la vez la historia. Pete Souza es uno de estos fotógrafos que han conseguido hacer maravillas con sus retratos presidenciales. No se trata de «el fotógrafo oficial de la Casa Blanca» ya que allí cada presidente trae al fotógrafo que prefiere o que le gusta. Pero es uno de los que mejor lo ha hecho, habiendo retratado en los años 80 a Ronald Reagan y, tiempo después y luego de trabajar como reportero gráfico de varios diarios y revistas importantes, a Barack Obama.

La película funciona en cierto modo como un acompañamiento de la presentación de los libros de fotos de Souza, un tipo simpático y afable que relata en un evento público anécdotas ligadas a Obama y a sus fotos más famosas con él. Si bien le dedica un tiempo a su experiencia con Reagan, es mucho más breve y Pete dice claramente que no se sentía ideológicamente cercano a él y que lamenta que muchas de las buenas fotos que le sacaba luego no se usaban. El resto del film estará dedicado a seguir la carrera de Obama a través de las fotografías que Pete le sacaba, mientras él y otros amigos y ex funcionarios hablan de lo que fue el costado humano de esa presidencia.

La película tiene un curioso giro en un momento cuando nos enteramos que Souza se ha convertido en una figura célebre gracias a postear muchas de estas fotos en su cuenta de Instagram con epígrafes muy críticos y duros a la gestión de Trump, a quien ve como alguien sin capacidad de empatía y que posa siempre en todas las fotos supuestamente naturales que le hacen. Es así que el documental pasa a tener un carácter casi de campaña, ya que funciona como un homenaje a Obama –a partir de algunas de sus decisiones políticas pero más que nada desde lo humano–, cuya figura se engrandece si se lo compara con el absurdo narcisismo del presidente norteamericano actual.

Quizás no se trate de un gran documental formalmente hablando, pero sin dudas todos los que recuerdan con nostalgia a un presidente que visitaba y abrazaba a soldados heridos, a familiares de víctimas, que celebraba el matrimonio igualitario, invitaba a músicos a la Casa Blanca o cantaba en actos públicos seguramente la verán con más de una lágrima en los ojos. Viendo THE WAY I SEE IT es inevitable darse cuenta todo lo que se perdió en estos pocos años en términos de empatía, compasión, humanidad. Y no solo por la comparación entre Obama y Trump. Es algo que va mucho más allá de eso…