Festivales: crítica de «In Between Dying», de Hilal Baydarov (Toronto/Venecia)

Festivales: crítica de «In Between Dying», de Hilal Baydarov (Toronto/Venecia)

por - Críticas
13 Sep, 2020 05:16 | comentarios

Este sugerente film de Azerbaiyán narra un extraño día en la vida del protagonista, un hombre al que la muerte persigue a cada paso. Inspirada en el cine de grandes maestros como Bela Tarr y Abbas Kiarostami, se trata de una bella aunque un tanto inexpugnable alegoría religiosa.

Una película curiosa y enigmática, conceptualmente compleja y con momentos visuales extraordinarios –aunque un tanto creída de su propia fuerza poética–, el segundo largometraje de ficción del realizador de Azerbaiyán es un extraño ovni cinematográfico, de esos que desafían y descolocan al espectador. Fábula religiosa disfrazada de policial rural y ejercicio poético mezclado con road movie, IN BETWEEN DYING toma elementos de los grandes autores del cine con mayúsculas (Bela Tarr, Kiarostami, Tarkovsky, Malick) y los combina de maneras poco usuales generando un film que es fascinante y confuso, bellísimo y por momentos, ¿cómo decirlo?, un poco absurdo.

La película arranca con dos voces en off contrapuestas. Por un lado, un hombre dice que se lanzará al camino a buscar el amor. Por el otro, una mujer dice que se quedará esperando ese amor. Y el recorrido a emprender luego será, uno imagina, unir esas puntas. El protagonista es Davud (así, con «u»), quien vive con su anciana madre, con la que está molesto por no haberle avisado con tiempo de la muerte de su padre. La mujer necesita remedios y el hombre, un tanto fastidiado, sale a buscárselos montado a su moto. No imagina que de ahí en adelante entrará prácticamente en un universo paralelo, que solo puede explicarse dentro del terreno de la alegoría religiosa.

A cada paso que Davud da, de ahí en adelante, alguien muere, casualmente, a su lado. Pero siempre se trata de alguien que, digamos, merecía morir. Primero es un narcotraficante. Luego, un hombre que mantenía a su hija atrapada y encadenada hace años. Más tarde, un marido abusador. Y así. Una suerte de ángel justiciero de la muerte, Davud no logra entender del todo qué es lo que está sucediendo. Y los que tampoco saben bien qué pasa son los tres matones que lo siguen con intención de pararlo desde que liquidó al narco. Con la acumulación de extrañas muertes, hasta ellos mismos se empiezan a dar cuenta que el hombre tiene alguna característica especial.

La «trama» o el desarrollo de los acontecimientos está apuntalado por dos ítems que funcionan de manera muy diferente entre sí. Por un lado está el aporte más directamente poético, ligado a su voz en off (y a la de una de las mujeres) que va reflexionando sobre la misteriosa y hasta mística cadena de aventuras que le toca vivir (lo propio hace la voz femenina desde el lado de la espera). Y por otro está el aporte visual que tiene las claras referencias fílmicas antes citadas. Con un seguro y confiado manejo de los espacios y los tiempos, Baydarov lleva al espectador a través de los paisajes de la Azerbaiyán profunda en una especie de viaje que se va enrareciendo más y más con el paso del tiempo.

Así como la historia que narra es intrigante y la puesta en escena es soberbia, los pasajes excesivamente literarios del film pueden resultar un tanto obvios y repetitivos, como si Baydarov estuviera tratando de una manera un tanto redundante de darle algún tipo de densidad poética a lo que narra, cuando no es realmente necesario agregar demasiado a lo que se ve y a lo que sucede. Y aún cuando esos textos pueden llegar a ser bellos, como sucede últimamente en los films de Terrence Malick, se los reitera tantas veces que terminan volviéndose tediosos, como una suerte de mantra que intenta imponerle una capa de sentido extra a un relato que no lo necesita.

Cuando esas voces desaparecen, la fábula funciona mucho mejor. Rápidamente el espectador entra en conexión con esa suerte de parábola religiosa que se está contando (si no lo hace se quedará afuera de toda la película) y va dejándose ganar por la potencia del film. Producida por Carlos Reygadas –otro nombre influyente en la forma en la que se cuenta el cuento–, la película de Baydarov tiene momentos subyugantes de esos que ameritan ser vistos en una pantalla grande. Rutas que se pierden en medio de montañas, lagos inmensos, un caballo blanco solitario, escenas campestres capturadas con una belleza fotográfica única. La película captura imágenes que nunca son gratuitamente bonitas sino que están conectadas con las emociones del protagonista.

¿Cuáles son esas emociones? Difícil estar seguro. La película hace de Davud un enigma, una especie de ángel vengador que lleva consigo una particular manera de hacer justicia con aquellos que han maltratado a mujeres, lo cual lo torna una suerte de curioso salvador. Llevando su personal mensaje de amor a lo largo de su recorrido con la intención de llegar a un destino donde –como dice el film al arrancar– alguien con iguales intenciones lo espera, IN BETWEEN DYING se presenta como un circular viaje de aceptación y de perdón a través de los misteriosos caminos de la vida y de la muerte.