Estrenos online: crítica de «Time», de Garrett Bradley (Amazon Prime)
Este poético documental, premiado en el Festival de Sundance, intenta contar desde otro lugar la lucha por una mujer para sacar a su marido de la cárcel a la que fue condenado por 60 años. Ya está disponible en la plataforma de streaming de Amazon.
Hay dos películas –o hasta tres– compitiendo entre sí en TIME, el documental que ganó el premio a mejor dirección en el Festival de Sundance 2020. Hay una de ellas que es extraordinaria. Otra, medianamente lograda. Y una tercera bastante fallida. Es difícil, entonces, hacer una validación o analizar la película como un todo porque no parece ser un todo sino una suma de partes bastante distintas entre sí, pegadas de un modo un tanto forzado. Así que haremos la tarea de desentrañar esos pedazos.
La gran película que hay en TIME es la que está armada a partir del material de archivo. Sibil Fox Richardson (conocida por todos como Fox Rich) es una mujer que, a lo largo de toda su vida pero especialmente desde que su marido Robert fue a la cárcel, se ha dedicado a grabar buena parte de las cosas que le sucedían a ella y a sus hijos, con la idea de dejar registro de todos esos pequeños y grandes momentos que el hombre no pudo vivir junto a su familia. Y la película los va insertando a lo largo de sus 80 minutos de duración, dando testimonio doloroso y emotivo de esa complicada pérdida.
En 1997, Robert y Sibil pasaban por una dura situación económica y no tuvieron mejor idea que robar un banco. Ambos fueron encarcelados. Ella, por apenas unos años. A él le dieron… sesenta. Desde entonces hasta el momento en el que se filmó la película (en 2019), Sibil se ha dedicado, por un lado, a tratar de que le reduzcan la excesiva sentencia. Y, por otro, a compartir sus experiencias con otras personas, fundamentalmente lo relacionado a la manera en la que el sistema carcelario en los Estados Unidos es excesivamente duro con los afroamericanos. «Es como la nueva esclavitud –dice–. Te tienen ahí hasta que ellos creen que tuviste suficiente».
La segunda película que hay en TIME pasa, entonces, por narrar esa suerte de militancia de Sibil, centrándose en sus recorridos por distintos lugares (tanto religiosos como seculares) para narrar su experiencia y expresar sus ideas. Y allí la película cae en una suerte de estilizada versión de un TED Talk. En bello blanco y negro y con una protagonista que ya hoy es casi una profesional del discurso público (con toda la gestualidad y entonación ampulosa de un animador de salones, un gurú de autoayuda o de un predicador), ahí Bradley le agrega al film una zona mucho más práctica y prosaica. Los análisis de Sibil pueden ser valiosos, pero la directora los filma como si fueran la lectura de los Diez Mandamientos y ella algún tipo de profeta.
La tercera «película» que hay en TIME –la no tan buena pero tampoco tan mala, simplificando– conecta las otras dos y está ligada a la intimidad familiar y a las específicas resoluciones del caso, ya no desde el archivo sino desde el presente. Allí vamos viendo a esos chicos que en los viejos videos de principios de los 2000 eran bebés (cuando Richard fue a la cárcel tenían un niño de unos tres años y ella estaba embarazada de mellizos) y que hoy son un veinteañero y dos adolescentes que solo conocen al padre gracias a sus visitas a la cárcel. El problema aquí no pasa por la historia en sí (es fascinante ver cómo esos pequeños revoltosos y simpáticos de los videos se han convertido en, bueno, ya verán) sino, de vuelta, en la puesta en escena deliberadamente estilizada de la película, que puede ser visualmente bella pero que le da al documental una pátina de falsedad y de cálculo.
Por momentos, por el carácter acumulativo que tiene la película, las idas y vueltas entre el presente de la familia y las distintas situaciones preservadas del pasado origina momentos muy emotivos. Más allá de que no se habla demasiado del robo en sí, no se puede evitar pensar en lo desgarrador que debe ser para Robert perderse todos esos años de experiencias familiares compartidas. Y para los Richardson haberlos vivido sin él. Cumpleaños, fiestas, viajes en auto, juegos infantiles, saludos a cámara y otros pequeños momentos vividos a lo largo de veinte años son suficientemente fuertes como para que sea inevitable conmoverse con ellos.
Se podría decir que el hecho de que el hombre sea culpable del crimen del que se lo acusa –jamás se duda de eso, ellos lo admiten– le otorga a TIME un grado de originalidad, ya que no desvía su atención en tratar de liberar a un condenado por error sino que le permite a la película poner el ojo en las consecuencias puras y duras de ir tanto tiempo a la cárcel. Sí, claro, es un reclamo contra un sistema que tiene entre ceja y ceja a los afroamericanos y les otorga condenas desproporcionadamente largas. Pero también es una suerte de mirada introspectiva que hace sentir al espectador la serie de pérdidas que conlleva pasarse décadas «a la sombra» por un idea estúpida y equivocada.
Como documental de denuncia sobre el sistema carcelario, TIME no se escapa de lo convencional y no aportará mucho más de lo que ya hemos visto en otros films sobre el tema como ENMIENDA XIII, que está en Netflix. Pero como reflexión sobre el paso del tiempo, sobre el dolor íntimo y personal de perderse vivencias, actividades y momentos que deberían haber sido compartidos –algo con lo que muchos seguramente podrán identificarse con las cuarentenas y aislamientos que generó esta pandemia–, la película consigue ser mucho más honesta, creíble y verdadera. Por culpa del sistema pero también por los errores propios, la sensación es que hay un tiempo perdido que les será imposible recuperar.
PD. Como no es fácil de encontrar la película en el sitio de Prime Video (puse «Time» y no sale) acá les dejo el link para que puedan acceder directamente.