Estrenos online: crítica de «Two/One», de Juan Cabral (Mubi)
La película, dirigida por el reconocido publicitario argentino Juan Cabral, cuenta dos historias paralelas de dos hombres (uno en China y otro en Canadá) misteriosamente conectados entre sí. Estreno mundial del 10 de octubre en Mubi.
Dos películas en una. O dos historias conectadas entre sí que solo se cruzan sobre el final. TWO/ONE es un curioso experimento de parte del realizador argentino Juan Cabral, exitoso publicitario radicado en el exterior que ha sido premiado decenas de veces por comerciales famosos en todo el mundo y realizó también celebrados videoclips (como «La lanza«, de Babasónicos). Una de las historias transcurre en Vancouver, Canadá y la otra en China, más precisamente en Shanghai. Y la conexión es, si se quiere, misteriosa, mística y hasta un tanto surrealista.
Podría resumirse así. Según la premisa del mundo ficcional del film, todos estaríamos «conectados» con otra persona en el mundo de una manera más directa de lo que suponemos. En el caso del esquiador canadiense Kaden (Boyd Holbrook, de NARCOS y PERDIDA, entre otros) y del empresario chino Khai (Song Yang) parecen turnarse para estar despiertos en función de la diferencia horaria entre ambos países. Simplificando –la película es un tanto esquiva a la hora de explicar bien el sistema– se podría decir que los dos no suelen estar despiertos al mismo tiempo. Cuando uno duerme el otro existe y viceversa. ¿Son en realidad una sola persona dividida en dos? Quizás, no se sabe.
Esto, en general, esto no provoca demasiados problemas ya que suelen tener los tiempos cambiados. Es cierto que si se revisa bien la trama queda claro que ese ida y vuelta de tiempos debería ser más complicado de manejar, pero no vamos a meternos en esos detalles ya que tampoco es un thriller. Es así, entonces, como TWO/ONE termina contando algo así como dos películas en una que solo se conectan cerca del final. Por un lado, vemos a Kaden entrenando saltos de esquí y preocupado porque a los 35 años ya no le queda mucha carrera profesional. A la vez tiene que lidiar con algunos problemas familiares –su padre acaba de separarse de su madre– y la reaparición de una antigua novia, ahora casada y con una hija, con la que retoma su relación.
En otro universo muy distinto Khai es un empresario exitoso pero solitario que tiene muy poco contacto con la gente y su único hobby parece ser tocar la batería en su casa y, bueno, masturbarse. Un día descubre que una chica que acaba de empezar a trabajar en su empresa es una de sus favoritas en el sitio online que usa para sus actividades onanísticas. Y se empieza a acercar a ella, iniciando una relación que para él es absolutamente inusual. Y para la chica también.
Cada una de estas historias tendrá sus paralelas complicaciones, que muchas veces funcionan como espejo de la otra. Lo momentos más amables y románticos del canadiense suelen coincidir con los del chino. Y algo similar pasa con los tristes, difíciles o complicados. Y hay detalles específicos que son similares entre un hemisferio y otro. Pero el problema del film es que uno no puede terminar de meterse en una historia sin estar pensando en cómo o cuándo se conectará con la otra. Y eso sucede, sí, en la última media hora de la película, con hechos y consecuencias que conviene no adelantar pero que revelan las complicaciones que puede tener esa conexión.
En cierto sentido, la «conexión» de las dos partes de la película termina siendo un problema. Individualmente cada historia funciona bastante bien por sí misma. Son dramas relacionados a los problemas personales y laborales de dos profesionales de treinta y pico con vidas acomodadas desde lo económico pero no del todo satisfechas desde lo emocional. El «truco» de TWO/ONE casi podría evitarse haciendo dos películas separadas, ya que cada una tiene material dramático suficiente para valerse por sí mismas. Y Cabral tiene elegancia para filmar, buen ojo para la puesta en escena y logra actuaciones muy consistentes de sus dos elencos.
El problema es que, al juntarse, las dos historias no solo no provocan el golpe emocional esperado sino que, de hecho, ahí la película empieza a tomarse realmente en serio y con detalles específicos la idea de que cuando uno está despierto el otro duerme y viceversa. Pero es exactamente en ese momento en el que eso debería dejar de importar, desaprovechando una oportunidad de conexión que podría haber sido más emocional. Cuando quiere hacerlo, ya sobre el final-final, es un poco demasiado tarde. Lo mejor de TWO/ONE es verla como dos películas en una, dos historias separadas, y no preocuparse demasiado por todo lo demás.