Series: reseña de «Fargo: Temporada 4 – Episodio 4», de Noah Hawley

Series: reseña de «Fargo: Temporada 4 – Episodio 4», de Noah Hawley

En este nuevo capítulo aparece finalmente el elemento fantástico al que la serie nos tiene acostumbrados. Mientras tanto, el enfrentamiento entre las bandas mafiosas se va poniendo más tenso y la extravagante enfermera Oraetta va develando sus secretos. En Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay se ve los martes a las 21 por OnDIRECTV.

Esta reseña contiene SPOILERS

No era mi caso, pero seguramente muchos lo estaban esperando. Finalmente, en el cuarto episodio de la nueva temporada hace su aparición –o parece hacerlo, ya que todavía no es muy claro qué es lo que vimos– el elemento fantástico que ha ido utilizando la serie en algunos momentos, empezando con aquel bizarro asunto del ovni un par de temporadas atrás. Entiendo que es un elemento curioso para meter en lo que parece ser una serie sobre un enfrentamiento entre bandas de gángsters, pero por momentos tengo la impresión que Noah Hawley introduce este tipo de cosas solo porque le parecen raras, cool, como determinadas elecciones musicales, nombres de personajes, trucos de montaje y similares.

La extrañeza de FARGO es parte de su encanto, pero cuando la serie se regodea en esa extrañeza solo como guiño hipster para el espectador es cuando me empieza un poco a perder. No quiero anticiparme a nada porque lo que vimos en este episodio es apenas una figura humana claramente fantasmagórica (una especie de zombie) que bien podría existir o ser imaginario. Pero en uno de los casos lo ve un personaje y en el otro solo los espectadores advertimos su presencia por lo cual hay que pensar que no pertenece al territorio de los sueños o las pesadillas.

Veremos para donde deriva ese elemento fantástico introducido aquí. El resto del episodio no tuvo nada que ver con eso y siguió con la escalada de violencia entre ambos bandos. Una trampa en la ruta –muy elegantemente construida– sirve para que la gente de Cannon se quede con un cargamento de armas de los italianos. Y los Fadda no entienden a qué viene el robo ya que no saben de los planes que Gaetano lleva adelante por fuera de su hermano Josto. Hasta que el nervioso personaje interpretado por Jason Schwartzman se entera y los problemas entre los fratelli se vuelven más violentos.

Por otro lado, las consecuencias del robo «vomitado» cometido por las dos chicas en el episodio pasado terminan dando un giro circular inesperado. Zelmare le da el dinero robado a su cuñado para que pague sus deudas sin saber que esas deudas las tiene con el hombre al que le robó. Cuando el inocente y algo tonto Thurman va a darle la bolsa con esos olorosos billetes a Loy Cannon (Chris Rock) es evidente que el hombre no tardará en darse cuenta que le está pagando con la misma plata que le robaron.

Dos ejes más avanzaron en paralelo. Por un lado, las actividades del nervioso detective Odis (Jack Huston), quien sigue tratando de sacarse de encima a Deafy (Timothy Olyphant) para que el hombre no descubra sus acuerdos con la mafia italiana, no parecen llegar a buen puerto. Deafy parece haber entendido todo desde el principio y, de hecho, se lo hace saber indirectamente a Gaetano. Las escenas entre estos dos –quizás las más hermanos Coen de todas– funcionan, fundamentalmente, gracias a ese excelente actor que es Olyphant, uno al que este tipo de caracterización y diálogos le caen como anillo al dedo.

Y el costado, para mí, más intrigante de la temporada tiene que ver con la extravagante enfermera Oraetta (Jessie Buckley), que parece ir intensificando su relación bizarra y sexual con Josto. Pero inesperadamente le aparece un problema: la pequeña Etherilda entra a su casa a limpiar y descubre lo que guarda en un cuarto secreto que tiene. Ya sabíamos que la mujer parecía dedicarse a ciertas actividades criminales en su trabajo en el hospital, pero lo que vemos aquí nos hace tomar una dimensión mucho mayor de lo extenso y variado de su «cobertura».

A punto de llegar a la mitad de la temporada, FARGO sigue –como acostumbra– demorando lo que parece ser una inevitable explosión. Pero los que vieron las temporadas previas saben que el gran truco de la serie está en la anticipación y el detalle, no tanto en la acción en sí. Así que no sorprendería que Hawley siga «calentando motores» por un par de episodios más, uniendo los hilos que por ahora corren por carriles paralelos pero que, evidentemente, se van de a poco uniendo con el paso (y el peso) de los acontecimientos. Y está el zombie ese, claro, que vaya uno a saber para qué lado saldrá disparando.

Por ahora, con su habitual clasicismo desfasado –o relectura del cine de género con los códigos posmodernos que le fueron insertados a fines del siglo pasado y sobreviven–, esta temporada de la serie de Hawley sigue siendo una de las mejores cosas que el género tiene para ofrecer. Algún que otro elemento puede sobrar o desacomodar al espectador, pero esa es parte de la propuesta. De no contar con ese costado imprevisible, FARGO no sería lo que es.