Estrenos online: crítica de «Zappa», de Alex Winter

Estrenos online: crítica de «Zappa», de Alex Winter

Este documental sobre Frank Zappa abarca todas las fascinantes y también contradictorias facetas de este increíble personaje, un prodigioso músico que dejó un legado artístico único.

Dirigido por el realizador de THE PANAMA PAPERS –que sí, es también el actor de la saga BILL & TED que protagoniza con Keanu Reeves–, ZAPPA es un documental biográfico que intenta capturar la larga y variada carrera profesional de Frank Zappa, a la vez de mostrar ciertos aspectos de su vida más allá de los estudios, las giras y los escenarios. Es un retrato exhaustivo de una persona que era una rara mezcla de vanguardista de aspecto hippie con obsesivo compositor e intérprete, y una combinación igualmente inusual de personaje ensimismado que parecía vivir en su propio planeta con ciudadano preocupado por los hechos políticos más relevantes del mundo.

En una carrera que se extendió por más de 30 años (y que terminó a los 52, ya que Zappa murió de cáncer en 1993) y en la que editó decenas de discos (dejando a la vez muchísimo sin publicar), el músico supo ir del blues al rock experimental, de la música contemporánea al jazz y a todo tipo de fusiones intermedias que solo pueden considerarse propias. En algún punto, Zappa fue un género en sí mismo y esto es lo que trata de dejar en claro el film que empieza por una infancia que estuvo poco relacionada con la música –al pequeño Frank le gustaba hacer películas y cometer actos solo definibles como vandálicos– pero en la que ya estaban presentes el humor, la ironía, el gusto por el shock, la sorpresa y la experimentación.

Con entrevistas a Zappa de varias épocas, a su esposa Gail (que falleció en 2015) y a muchos músicos que pasaron por las distintas formaciones de su banda, The Mothers of Invention, pero sobre todo con muchísimo material privado que Winter recuperó y restauró de la enorme cantidad de películas y grabaciones que el músico dejó en una gigantesca bóveda, ZAPPA recorre una vida no tan caótica –en apariencia, al menos– como la de gran parte de los músicos que suelen ser objeto de este tipo de biografías cinematográficas, alguien que dejó el costado «experimental» para su música y que trató de tener una vida bastante organizada a su alrededor.

Quienes conocen a Zappa lo saben pero para muchos que apenas escucharon hablar de él (o solo vieron algún video, imágenes de sus discos o sus shows y conocen un par de canciones) será una revelación saber que el tipo tenía a sus músicos «a raya» a la hora de hacerlos interpretar sus composiciones en vivo, que era muy severo y exigente, que no consumía drogas y que no dejaba que las consumieran a su alrededor, y que tampoco era muy comunicativo ni particularmente amable o simpático con ellos. Su imagen pública parecía ser más bien todo lo contrario, pero toda la aparente «locura» que lo rodeaba estaba mucho más calculada de lo que aparentaba estar. En algún punto el Zappa público –psicodélico, hippie, excéntrico– era un personaje creado por el severo y profesional Frank. O uno asumido por el público.

Los dos lados de ese personaje, sin embargo, se reúnen en lo conceptual. Tanto en lo público como en lo privado Zappa tenía un enorme interés por empujar los límites de lo aceptado (en el rock, en el cine, en el jazz, en la música clásica) y arriesgarse a ser rechazado por el público, algo que le sucedió, al menos en términos de masividad, a lo largo de toda su carrera. Y otra característica esencial suya era su honestidad brutal a la hora de hablar de la industria de la música (con la que tuvo muchísimos problemas a lo largo de años hasta que decidió independizarse), de su carrera, su personalidad y su relación con el dinero, con los músicos y el público. Fue un tipo seguramente complejo pero muy talentoso que armó su propio camino en una industria en la que, por lo general, muchos terminan siguiendo rutas armadas por sellos discográficos o tratando de llegar a la gente del modo más accesible que les sea posible. Zappa, dicen algunos entrevistados, podría haber compuesto canciones exitosas, pero prefirió no hacerlo.

El documental cuenta con muchísimo material de archivo que va desde cortos filmados por él mismo en su adolescencia (era un cinéfilo amante del terror) hasta sus últimas apariciones en vivo (para fines de los ’80 se había convertido en una figura muy relacionada a la política internacional, ya verán cómo) pasando por shows de fines de los ’60 y ’70, detrás de escena de grabaciones de discos y filmaciones de películas (como 200 MOTELS, que dirigió), entre otras cosas. ZAPPA explora también bastante su costado vanguardista y experimental, ligado a la música contemporánea –su primera pasión musical fue Edgar Varèse– y al trabajo con orquestas que él mismo pagaba de su bolsillo, decía, solo para poder escuchar la música que tenía en su cabeza. De hecho dice claramente jamás haber estado interesado en los límites auto-impuestos por una cultura rock de la que él se sentía una parte algo marginal en lo estrictamente musical aunque no lo era en relación a su presencia.

Se trata de una película abarcadora que quizás no profundice demasiado en nada (pasa de largo por ejemplo la cronología discográfica típica de las biografías de músicos ya que, convengamos, haría falta una miniserie para seguir todos sus pasos) pero que permite hacerse una clara idea de todos los personajes y conflictos que había por detrás de esa figura literalmente icónica que quizás hoy no sea muy conocida por personas de menos de 40 años pero que se convirtió en un símbolo y hasta una obsesión para muchos de sus aplicados fans. Ellos seguramente sumarán a ZAPPA a su colección privada de materiales del artista, una que no para de crecer y crecer con el paso de los años.