Series: reseña de «Fargo: Temporada 4 – Episodios 7/8», de Noah Hawley

Series: reseña de «Fargo: Temporada 4 – Episodios 7/8», de Noah Hawley

Los dos episodios recientes de la temporada de la serie, centrada en la pelea entre mafiosos en Kansas City en los años ’50, disponen las piezas para lo que, se supone, será un violentísimo final entre las bandas mafiosas.

Esta reseña contiene SPOILERS

Josto Fadda (Jason Schwartzman) toma una curiosa decisión cuando va a ver a Loy Cannon (Chris Rock). Supuestamente va a pedirle por la vida de su hermano pero al llegar allí revela un plan un poco más siniestro: le dice a Loy (le miente, bah) que ha matado a su hijo y le promete que aceptará, si así lo desea, que él mate a Gaetano como venganza. Loy, sorprendido y quebrado por la noticia, toma una decisión jugada: al darse cuenta que está siendo usado para resolver asuntos internos entre los hermanos decide liberar a Gaetano dando por sentado que, al enterarse que Josto quería sacrificarlo, irá directo a vengarse de él. Pero las cosas no salen como Loy lo planeaba.

En la cabeza del duro Gaetano que el pequeño Josto haya matado al hijo de Loy y querido sacrificarlo a él para ganar una batalla entre bandas mafiosas lo transforma, en su cabeza, en un inesperado héroe. «Una serpiente pitón», le dice, «un estratega». Y, en vez de liquidarlo, pasa a ponerse a sus órdenes. No imagina que Josto jamás planeó que las cosas terminaran así. Al salirle mal la jugada, a Loy no le quedará otra que llamar a la mafia de Fargo para resolver el asunto. Y la decisión tampoco será del todo feliz.

Mientras Satchel –el hijo de Loy– y el Rabino (Ben Whishaw) siguen desaparecidos, hay otros dos elementos que avanzan de manera fuerte –ahora sí– en la trama. Oraetta (Jessie Buckley), desatada, envenena al dueño del hospital en el que trabaja solo para poder ver la carta en cuestión en el que la acusan de ese tipo de hechos y así termina dándose cuenta que Etherilda es quien la denunció. A la vez, el combo envenenamiento/coma no le sale bien y todo parece indicar que Dr. Harvard ha sobrevivido y la delatará, por lo que debe desaparecer del mapa. Bah, eso es lo que haría una persona normal. Pero el suyo no sería el caso.

Así como las historias de Oraetta, el hijo y hasta la mujer de Loy (que tendrá un inesperado rol importante en estos episodios) avanzan desde el lado de la tensión y el suspenso sin llegar todavía a la acción, hay otra parte de la trama en la que la violencia se ha desatado. Es la ligada a Deafy, Odis y las «amantes en fuga». Loy las entrega y, en un enfrentamiento claramente inspirado en LOS INTOCABLES, las chicas y media policía de Kansas City tendrán un violento choque en la estación de trenes de la ciudad que terminará en un baño de sangre y con un par de nuestros coprotagonistas muertos, aunque no estrictamente los que uno supone. Y sí, ahí reaparece nuestro extraño zombie para hacer, al menos, un acto de presencia.

Después de dos o tres episodios de lento acercamiento dramático ahora ya las cartas están echadas y FARGO llega a la hora de la acción con muchas subtramas abiertas y con una definición más que incierta. El ataque de los mafiosos de Fargo contra los hermanos Fadda del final del episodio termina de la peor manera posible: en lugar de matarlos a ellos todo parece indicar que liquidaron a su madre. Y no hay nada peor que se le pueda hacer a estos hermanos italianos que matar a la mamma. Así que es de esperar que de aquí en adelante todo suba en intensidad y violencia. Era hora. Si bien FARGO es una serie que funciona muy bien estirando la tensión a límites insoportables, en algún momento ese manejo puede volverse un tanto excesivo. Y ya era el momento de pasar a otra etapa del juego.

Así, la temporada retoma un cierto ritmo que parecía haber perdido en sus últimos episodios. Sigue teniendo una organización un tanto rara y caprichosa, pero la serie siempre se caracterizó por funcionar de una manera bastante imprecisa. Se podría decir que esos giros inesperados y sorpresas narrativas son parte esencial de su éxito. Y si bien en algunos momentos puede generar confusión y hasta cierta molestia en el espectador (da la impresión a veces que no saben muy bien lo que quieren contar), Hawley logra reencauzar o justificar los desvíos narrativos de una manera que nadie puede imaginar ni prever. Y esa confianza lograda a través de estos años de hacer FARGO permite que uno sepa que, por más que se sienta perdido en el camino, en algún momento aparecerá la luz al final del túnel. O, al menos, la punta de una pistola.