Estrenos online: crítica de «Cielo de medianoche», de George Clooney (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Cielo de medianoche», de George Clooney (Netflix)

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22 Dic, 2020 05:54 | comentarios

Dirigida y protagonizada por el actor, este drama de ciencia ficción se centra en un científico que intenta hacer contacto con una nave espacial después de que la Tierra sufriera un colapso nuclear.

La ciencia ficción, los viajes espaciales, el descubrimiento de nuevos mundos, el fin de la Tierra. Desde hace ya bastante tiempo el género se ha utilizado para contar historias que, en esencia, son dramas familiares. Tendrán catástrofes, escenas de suspenso, problemas tecnológicos de todo tipo, pero en el fondo lo que cuentan son historias de padres, madres, hijos, hijas y todas las cosas que pasan en el medio. Piensen en cualquier éxito reciente del género (LA LLEGADA, GRAVEDAD, EL PRIMER HOMBRE EN LA LUNA, INTERESTELAR, AD ASTRA y siguen las firmas) y todas pueden reducirse, planetas más planetas menos, agujeros negros más agujeros negros menos, a un tipo de historia similar.

CIELO DE MEDIANOCHE no es la excepción. Si bien parece arrancar por otro lado, tarde o temprano vuelve a ese centro. Dirigida y protagonizada por George Clooney, la película cuenta dos (casi tres) historias en paralelo que se deberían conectar entre sí. Al menos esa es la intención de Augustine (Clooney, con una barba a lo David Letterman), un científico hosco, solitario y que está mal de salud que ha decidido quedarse en un centro de investigación espacial en el medio del Artico helado cuando todo el mundo huye con destino incierto tras lo que parece haber sido una catástrofe nuclear que habría dejado al planeta destruido en el año 2049. Su misión –más allá de regodearse en su depresión– es hacer contacto con una nave que salió de la Tierra con intención de encontrar otro planeta habitable.

Tras un inicio que parece dedicado a seguir los pasos de Augustine en el desolado centro mientras bebe alcohol, escucha música country, se hace transfusiones de sangre y enferma cada vez más, la película le agrega a la trama dos elementos importantes. Por un lado, escondida en el lugar aparece una niña pequeña que no habla (pero escucha) y con la que Augustine tiene que lidiar. La niña se llama Iris (Cailinn Springhall) y de a poco los dos empiezan en cierto modo a acompañarse. Cuando la comunicación con el espacio se vuelva difícil, ambos deberán hacer un peligroso recorrido hacia otro centro en el que quizás sí podrían conectarse con los viajeros interplanetarios.

La otra parte de la trama –casi una película entera que convive con la primera– es lo que pasa adentro de esa nave. Con cinco tripulantes y un aspecto bastante similar a la de GRAVEDAD, el Aether está tratando de encontrar la manera de regresar a la Tierra tras haber pisado ese promisorio exoplaneta en el que quizás se podría vivir. Ellos son la embarazada Sully (Felicity Jones) y su marido Tom (David Oyelowo), dos solitarios tripulantes (Demián Bichir y Kyle Chandler) que extrañan a sus familias (la nave tiene un «sistema» para ayudarlos a atravesar esos momentos) y la joven e inexperta Maya (Tiffany Boone), que está haciendo sus primeras armas en esto de viajar por el espacio. Para ellos también es muy difícil comunicarse con la Tierra y, de hecho, pronto uno se da cuenta que no tienen idea de qué sucedió allí en las últimas semanas.

El Clooney personaje y el Clooney director intentarán conectar –de manera no siempre lograda– las dos mitades de esta película, una conexión que será radial pero también potencialmente emocional, si es que logran comunicarse y entenderse cuando hablan. De tanto en tanto hacen su aparición en EL CIELO DE MEDIANOCHE unos flashbacks que van al pasado de Augustine y que muestran cómo su obsesión por la investigación lo fue alejando de sus seres queridos. Y de a poco esos tres vectores del relato irán integrándose en uno en el que conviven la fascinación y el peligro de la exploración espacial con los dolores y las frustraciones de la aparente destrucción de la vida en el planeta, aunque en este caso más enfocada en los traumas y cuentas pendientes del protagonista.

Se trata de un film ambicioso en su búsqueda formal, más allá de que –como suele suceder en algunos relatos de ciencia ficción– con un par de escenarios y no demasiados personajes se puede dar la impresión de un film catástrofe usando pocos elementos. Clooney –junto al guionista de EL RENACIDO, Mark L. Smith– deciden de modo bastante sensato no ir y venir todo el tiempo entre estas dos partes centrales del relato, dejando que una aventura entre Augustine e Iris cruzando tormentas de nieve para encontrar el otro centro espacial se desarrolle entera y luego hacer lo propio cuando los tripulantes de la nave se topen con otra peligrosa situación en el espacio, una que tiene varios puntos en común con algunas similares de la película de Alfonso Cuarón.

Clooney tiene también la inteligencia –al menos durante gran parte de la película– de no sentimentalizar demasiado su historia. Más allá de algunos apuntes supuestamente simpáticos ligados a su relación con Iris, EL CIELO DE MEDIANOCHE es, durante gran parte de su metraje, una película que se ocupa de resolver problemas concretos (mecánicos, comunicacionales, meteorológicos) de una manera directa, propulsiva. En algún punto que no vamos a revelar, sin embargo, las complicaciones y las coincidencias se acumulan y a la película se la ve caer en ese tipo de golpes bajos que no le sientan nada bien a Clooney, quien como realizador (y como actor por lo general también) siempre pareció sentirse un poco más a gusto cuando todo se conduce con una cierta ligereza o con un guiño entre simpático y cómplice, aún en las escenas que trabajan temas dramáticamente complicados o emocionalmente fuertes.

La película falla en su última parte, no pudiendo concretar del todo eso que promete en un principio y que parece tener más que ver con una historia y un tono más cercano al de THE ROAD, aquella película con Viggo Mortensen basada en la novela de Cormac McCarthy, pero con peligros más naturales que humanos. Acá, también con una novela como sostén narrativo (escrito por Lily Brooks-Dalton), Clooney opta por seguir con la línea temática comentada al principio y reduce un drama brutal sobre la necesidad de encontrar nuevos destinos para la humanidad a una historia sobre las frustraciones y traumas de las relaciones familiares y paterno-filiales. No es que sean temas menores, para nada, pero se convierten en una opción un tanto reduccionista y terapéutica cuando lo que se nos presenta de frente es el literal fin del mundo. Cualquier día de estos el planeta va a terminar desapareciendo por una invasión de metáforas que nos va a encontrar sin armas para hacerles frente.