Estrenos online: crítica de «Emilia», de César Sodero (Cine.Ar)
La película protagonizada por Sofía Palomino y Claudia Cantero se centra en una chica de Río Negro que regresa a su pueblo tras una mala experiencia sentimental en Buenos Aires.
El formato es local pero también universal. Se puede encontrar, con bastantes parecidos, en películas como la reciente LA MUERTE NO EXISTE Y EL AMOR TAMPOCO, de Fernando Salem (adaptación de una novela de Romina Paula) y en decenas de películas indies norteamericanas que trabajan distintas versiones del mismo tema. Hablo del relato centrado en un joven que vuelve a su pueblo chico de origen tras alguna experiencia no del todo feliz en una gran ciudad y los conflictos que genera con su regreso. Acá quien vuelve es la Emilia del título, interpretada con notable contención emocional por parte de Sofía Palomino. Y a lo largo de lo que parecen ser algunas pocas semanas, sin prisas pero sin pausas, termina complicando su vida y las de los demás.
El primer plano del film deja en claro que estamos ante un realizador con una clara mirada sobre sus materiales. En una sola y larga toma vemos al micro llegar, a Emilia bajarse junto a un casual compañero de viaje (intepretado por el gran Jorge Sesán, de PIZZA, BIRRA, FASO) y a la chica luego irse con su madre (Claudia Cantero, de LA MUJER SIN CABEZA) que viene a buscarla en auto. En esos pocos minutos logramos advertir que Emilia no es una chica relajada (o que no la está pasando muy bien) y que la relación que tiene con su madre es por lo menos complicada.
EMILIA se centrará en el difícil intento de la chica de reacomodarse a su vida previa en un lugar que, pronto descubre, sigue manejando un nivel de hipocresía que le cuesta aceptar. Pero ella tampoco parece del todo cómoda con la idea de establecerse allí. Por sus llamados telefónicos a una tal Ana que nunca la atiende o que le corta, entendemos que está atravesando lo que parece ser una crisis de pareja. Y su reencuentro con una vieja amiga que ahora está casada con un compañero de escuela que solía ser novio suyo la hará tomar algunas decisiones no del todo, digamos, convenientes.
La chica entrará a trabajar en una escuela como profesora de educación física y allá también se meterá en aguas complicadas, tanto con un colega profesor como con una alumna con la que siente una rápida atracción. Con su gesto siempre un poco adusto que parece desdramatizar todo, Emilia no para de meterse en problemas, algo que incluye también a su madre, que pronto se da cuenta que la chica está «pasándose de rosca» para los aparentes estándares de la zona.
EMILIA logra retratar todo este universo de una manera que se siente muy honesta y verdadera, siguiendo a una protagonista complicada y que no necesariamente busca caerle simpática al espectador. De todos modos la empatía surge porque uno sabe que está dañada emocionalmente y actúa más por impulsos que pensando lo que hace. Y salvo por algunas escenas filmadas y musicalizadas en cámara lenta –que son bellas en sí mismas pero que se sienten traídas de otro tipo de película, más estilizada–, Sodero se muestra en control de la situación, tanto en lo narrativo como en lo actoral.
En este último terreno, en el que no hay una sola nota falsa, se destaca Palomino en una especie de viaje interior que va llevándola cada vez más cerca de una crisis emocional. Y cuando eso suceda –tras un par de escenas de sexo que son muy elocuentes pero totalmente diferentes en la vibración que producen–, la película habrá completado su pequeña pero elocuente epopeya de crecimiento. Es un regreso al pueblo chico que –como dictan las reglas del género– es más un viaje de reencuentro con uno mismo que otra cosa.