Estrenos online: crítica de «Farewell Amor», de Ekwa Msangi (MUBI)
Este drama premiado en el Festival de Sundance se centra en una familia de Angola que se reencuentra en Estados Unidos tras 17 años de separación. Estreno mundial en la plataforma MUBI el viernes 18 de diciembre.
El reencuentro familiar parece típico pero está lejos de serlo. Cuando el padre ve a su hija y le comenta a su esposa lo grande que la chica está no se refiere a algunos meses que pasaron desde que no la ve, sino a 17 años. Todo ese tiempo transcurrió desde que Walter se fue a Estados Unidos a vivir escapando de la guerra civil en Angola y juntando dinero para que su mujer y su entonces bebé pudieran seguirle los pasos. Ellas se quedaron allí, terminaron emigrando a Tanzania y, después de mucho esfuerzo y contratiempos, han logrado reunirse con él. Pero, ¿es posible recomponer o reconstruir una química familiar tan lejana y olvidada que podría ser casi inexistente? ¿Siguen teniendo algo que ver esas personas entre sí?
Todo parece indicar que no les va a ser fácil. En este drama familiar dirigido por la realizadora de origen tanzano-estadounidense se narra la experiencia desde los puntos de vista de cada uno. El primero es Walter (Ntare Guma Mbaho Mwine), un hombre que ya se ha adaptado bastante bien al estilo de vida neoyorquino y que, queda claro rápidamente, tenía una pareja estable con una mujer allí, a la que deja de lado al llegar su esposa Esther, pero que sigue deseando y extrañando. También es evidente que no se siente del todo cómodo con el cambio: su esposa se ha vuelto una devota religiosa que no acepta el alcohol en la casa y que vive pendiente de ir y donar a la iglesia y su hija adolescente lo mira con una mezcla de desgano y desprecio.
Luego es el turno de Sylvia (Jayme Lawson), la hija de la pareja. La película vuelve al principio y reitera algunas escenas desde su punto de vista pero siempre priorizando las situaciones a las que no pudimos acceder antes y llevando, además, a la narración un poco más adelante en el tiempo. Sylvia es una chica que quiere dedicarse a la danza (baila muy bien y su especialidad es el kuduro), pero su madre no quiere saber nada con eso. Y tampoco Esther es muy abierta a que Sylvia lleve chicos a su casa. Si a eso se le suma la incómoda relación con el padre –producto más que nada del desconocimiento mutuo–, queda claro que la chica tampoco la pasa del todo bien en su nuevo hogar.
Y más difícil aún la tiene Esther (Zainab Jah), que reza todo el día para que las cosas salgan bien pero que no tardará en enterarse de los secretos que guardan tanto su marido como su hija. La ayuda de una vecina (encarnada por Joie Lee, la hermana de Spike Lee y actriz en muchas de sus películas) le sirve para no sentirse tan sola y alejada de los suyos tanto acá como allá. Pero más que nada lo que a Esther la frustra es sentir que todo el esfuerzo quizás no haya valido la pena y que estaba mejor en su tierra y con su congregación.
FAREWELL AMOR (el «amor» no viene del castellano sino del portugués, idioma que se habla en Angola por haber sido colonia portuguesa y que, de tanto en tanto, usan los protagonistas) tiene las características del drama independiente que suele funcionar bien en el Festival de Sundance, donde se llevó el Producer’s Award. Sin levantar el volumen, en un tono bajo y melancólico, con observaciones específicas acerca de los choques culturales que se producen –especialmente en Esther– y enfocándose más que nada en los personajes y sus intercambios, Msangi logra hacer una película humana y sensible acerca de las dificultades de las relaciones a la distancia y la adaptación a un nuevo lugar. Por más que todos crean que uno está en el centro del mundo y que se choca por las calles con celebridades, como dice Sylvia que le comentan sus amigas desde Tanzania, las cosas no son nada fáciles para un recién llegado.
Salvo una breve «lección» de padre a hija acerca de las dificultades cotidianas de ser negro en Estados Unidos –a diferencia de lo que es en Africa–, Msangi prefiere observar con cierta distancia las situaciones que se producen y que nunca tienen carácter violento o explosivo. Son frustraciones y amarguras silenciosas que se van acumulando entre el padre, la madre y la hija y que ninguno sabe muy bien cómo resolver. Allí es donde la realizadora logra escaparle un poco al relato modélico de este tipo de películas «festivaleras»: eligiendo el pudor, la discreción, internalizando los conflictos y haciendo que el drama surja naturalmente de las vidas de cada uno de los personajes sin generarlos forzadamente –salvo una excepción sobre el final– desde afuera. Es muy difícil reconstruir una vida familiar casi inexistente y en un nuevo lugar. Y FAREWELL AMOR captura muy bien esa dolorosa lucha interior retratando a tres personajes esencialmente decentes pero que no logran ver las cosas de la misma manera.
En un todo de acuerdo con tu crítica. Solo señalaría que la música juega un papel central que vos no destacás, a pesar de ser un gran melómano, que aprovecha esa cualidad para profundizar en el aspecto musical de los filmes. La mayor parte de la música que se escucha en el filme es digética, ya que no solo la hija se interesa por ella sino el padre tambien. Y hasta la madre en la iglesia, participa de canciones religiosas.
Te aconsejo veas la versión de MUBI sobre el final, ya que después de terminada la proyección de la película, se entabla una interesantísima conversación entre la directora y un colega. Y justamente, explica de manera detallada, la razón de ser de elegir como protagonistas a una familia que viene de Angola, ex-colonia portuguesa, que no solo heredó el idioma, sino también una manera especial de sentir la música. El tono del filme es melancólico, se impregna de ese sentimiento que los brasileños llaman «saudade» y que es tan difícil de explicar. El interlocutor de la directora, dice que la película podría haber estado ambientada en Brasil y no hubiera cambiado mucho, y tiene razón. Y este es otro rasgo original: la ciudad de Nueva York, tan determinante en infinidad de películas, aquí juega como un mero telón de fondo.