Estrenos online: crítica de «Let Them All Talk», de Steven Soderbergh (HBO Max)
El nuevo experimento del realizador de «Sexo, mentiras y video» transcurre en un crucero en el que viajan, durante una semana, una famosa escritora con su sobrino y dos viejas amigas. Con Meryl Streep, Candice Bergen, Dianne Wiest y Lucas Hedges.
El sano gusto por la experimentación que posee Steven Soderbergh –y que ha crecido muchísimo desde que los formatos de filmación y exhibición ya no son los tradicionales del siglo pasado– a veces puede darse un golpe contra sus autoimpuestas limitaciones. LET THEM ALL TALK tiene, fundamentalmente, dos. La primera y más obvia es que se filmó durante el viaje del crucero Queen Mary 2 en su recorrido de una semana entre Nueva York y Southampton. La segunda es que gran parte de sus diálogos fueron improvisados por sus protagonistas.
La película del director de LA GRAN ESTAFA funciona en un marco casi experimental. Se ve que los actores hicieron sus escenas en lugares reales y con lo que parecen ser pasajeros y tripulación de permanente fondo. Y, en los intercambios verbales entre torpes y confusos, se nota también que muchos de los diálogos fueron improvisados en el momento. Lo que estaba escrito de entrada –lo contó Meryl Streep en una reciente entrevista– era el punto de partida y de llegada de cada escena y de la película en general. El resto quedó en mano de los intérpretes. Y, claro, del editor y del director (que son la la misma persona, ya que «la editora» Mary Ann Bernard es otro seudónimo del cineasta) a la hora de seleccionar el material.
Streep encarna a Alice Hughes, una famosa y respetada novelista que ha ganado un Pulitzer hace ya mucho tiempo y que ha sido galardonada con otro premio (el Footling, ficcional) que le dan sus colegas y que tiene que ir a recogerlo a Gran Bretaña. Pero la mujer odia viajar en avión y su joven agente Karen (Gemma Chan) le consigue un viaje en el lujoso buque en cuestión. El arreglo consiste en que Alice de una charla a los pasajeros y a cambio le ofrecen un pasaje para ella y tres personas más: dos amigas suyas de la época de la universidad y su sobrino veinteañero.
Las «chicas» son Susan (Dianne Wiest) y Barbara (Candice Bergen), con las que casi no se ve y con las que tiene una relación amable pero un tanto incómoda, ya que de a poco va quedando claro que hay algunas cuentas pendientes entre ellas. En tanto Tyler (Lucas Hedges), que adora a su tía, irá creciendo en protagonismo ya que la película dedicará buena parte de su tiempo en seguir su relación con Karen, que también está en el barco aunque Alice no lo sabe. La agente, a su manera, está intentando saber si la escritora avanza con su nueva novela y si se trata –como ella desea– de una secuela de su libro más premiado y famoso. Y le pide ayuda (o usa) al chico para averiguarlo.
La película consistirá en las conversaciones que este grupo raro tiene en distintas posibles conformaciones: los cuatro juntos usualmente en las cenas, Susan con Bárbara, Tyler con Karen (sus intentos de conquista son muy simpáticos por lo torpes) y Tyler con Alice, además de otros con algunos pasajeros del barco entre los que se cuenta otro escritor que es famoso por sacar un best-seller policial por año, lo contrario a lo que hace Alice. La charla pendiente, la que parece nunca poderse concretar, es la de la escritora con Barbara, que está convencida que su vieja amiga usó su historia de vida para su novela. La más mesurada Susan es la que trata de mediar en un trío que tiene dos claros polos opuestos.
La película, con una banda sonora de jazz de salón que replica el tipo de música que se escucha en estos cruceros, puede ser vista como un drama liviano que va ganando en densidad con el correr de los minutos. Hasta pasada su hora es muy poco lo que parece suceder: las conversaciones no conducen a nada demasiado relevante, los personajes no crecen demasiado (los intentos de conseguir un marido rico por parte de Barbara son un comic relief bastante trillado) y apenas las idas y vueltas de Tyler con Karen parecen aportar algo de química. Tomando en cuenta que LET THEM ALL TALK se acerca a las dos horas, parece evidente que esa primera parte podría ser un tanto más breve. Pero al llegar el momento de las resoluciones –con el par de sorpresas que ofrece la trama sobre el final– algunas de las cosas supuestamente anodinas e intrascendentes que aparecieron antes cobrarán sentido.
Es, igualmente, una película frágil y menor, aún dentro de la filmografía despareja de Soderbergh a quien parece importarle más las ideas cinematográficas que le despierta el experimento en sí que sus resultados. La película ofrece algunas reflexiones sobre la amistad, la traición, el vampirismo de la escritura y cómo eso afecta a las relaciones con la gente cercana, pero el realizador parece menos interesado en eso que en usar el dinero que le habrá dado Warner para hacer sus pruebas teórico/turísticas. Esta vez no le salió del todo bien –calculo que ni él habrá quedado del todo conforme– así que habrá que esperar qué sorpresas se trae para la próxima. Muy probablemente durante la pandemia ya filmó varias películas más.
Parece que no hubieras visto la película,y te la hubieran contado mal..
Además,el.petdonaje de Bergen se llama Roberta y no, Bárbara.
La película combina admirablemente levedad con profundidad. Un placer de extremo a extremo.
Un filme menor dentro de la abultada cinematografía de Streep, insalvable.