Estrenos online: crítica de «Sylvie’s Love», de Eugene Ashe (Amazon Prime)
En esta película que homenajea a los melodramas clásicos de los años ’50 se narra la complicada historia de amor entre un músico de jazz y una chica que trabaja en una tienda de discos. Con Tessa Thompson, Nnamdi Asomugha y Eva Longoria.
SYLVIE’S LOVE es una película casi perfecta. Ese es, sin dudas, uno de sus grandes méritos pero, curiosamente, también uno de sus problemas. Es un film en el que, prácticamente, todo está bien: actuaciones, diseño de producción, música, guión y cualquier otro aspecto técnico y creativo en el que se pueda pensar. El problema que tiene es que, al ser una película retro, que funciona como una suerte de homenaje a un tipo de cine que ya no se hace, la película por momentos puede parecer un lujoso facsímil, una fotocopia casi perfecta de una película de Douglas Sirk de fines de los años ’50. Y esa perfección a veces le quita cierta vitalidad. De todos modos, se trata de una de las apuestas más nobles, genuinas y bien realizadas de las muchas que se hacen con intenciones de recuperar la magia del Hollywood de la época de oro.
Hay, sí, una importante diferencia entre la película de Ashe y gran parte de los melodramas de los ’50: los protagonistas aquí son afroamericanos, algo que era imposible de pensar en esa época en la que, en el mejor de los casos, les correspondían roles secundarios. SYLVIE’S LOVE recaptura ese glamour de Manhattan de fines de los ’50 y principios de los ’60, con un par de protagonistas para quienes la música es un eje central en sus vidas (él es trompetista de jazz, ella atiende en la disquería familiar de Harlem) y con un diseño de producción, fotografía y vestuario que, ingeniosamente, combina imágenes capturadas ahora en típicos exteriores de estudios con otras en glorioso technicolor de la época, que se usan como fondo en varias escenas.
La historia arranca en 1962. Sylvie (la extraordinaria Tessa Thompson, de CREED y THOR) está esperando a su prima en la puerta de un teatro de Manhattan para ver un show de Nancy Wilson cuando se topa casualmente con Robert (Nnamdi Asomugha), un saxofonista de jazz que viene de un estudio de grabación. Allí la película retrocede a 1957 para contar sus respectivas historias, por separado y juntos. Sylvie es una fanática de la televisión que trabaja en la disquería de su padre solo porque allí puede ver TV todo el día. Un día se aparece allí Robert, un saxofonista que toca en una banda con amigos que recién están empezando, con la intención de comprar «Brilliant Corners«, el entonces nuevo disco de Thelonious Monk. Y ya desde las primeras miradas queda claro que hay química entre ambos. Y como el local tiene un cartel ofreciendo trabajo, él lo toma y el padre de Sylvie (interpretado por Lance Reddick, de THE WIRE) decide contratarlo.
Lo que podría ser una historia de amor convencional toma las características de un más melancólico melodrama ya que ella está comprometida con un hombre que está peleando la guerra en Corea. Y él, paralelamente, ve cómo su banda va creciendo en popularidad (a partir de ser tomados como clientes por la extravagante manager que encarna Jemima Kirke, la actriz de GIRLS), lo que los lleva a conseguir una gira por Europa. Habrá otros condimentos más que harán que la despedida sea un tanto más complicada y que, uno sabe, le darán a ese reencuentro, cinco años después, características especiales. Y de ahí en adelante la película se centrará en lo que pasa con ellos ya entrados unos años ’60 en los que el jazz empieza a perder terreno comercial frente a la música soul y el romanticismo juvenil de unos años atrás ahora se ve enredado con otras responsabilidades familiares y profesionales.
Desde sus primeros planos, musicalizados con «The Nearness of You«, cantada por Nancy Wilson, la película deja en claro cuál es su búsqueda estética y de tono. Imágenes de la época del centro de Manhattan en granulados 35 mm. se terminan por fundir con otras filmadas ahora en estudios pero con similar paleta de colores por el gran director de fotografía Declan Quinn. Música de jazz (del más clásico a los sonidos bebop de entonces), ritmos latinos (hay un curioso aporte de Eva Longoria por ahí), rock e incipiente soul de los ’50 y principios del ’60. Los protagonistas, impecables, vestidos y peinados como si recién salieran de hacer el casting para una publicidad de esas que vendía Don Draper. Todo el film está estructurado en función de traer a la memoria a clásicos de esa época como SUBLIME OBSESION, DESAYUNO EN TIFFANY’S o ALGO PARA RECORDAR. O, por ponerlos en términos más actuales, a mitad de camino entre SOUL, de Pixar (película que se estrena solo dos días después) y LA LA LAND.
En términos dramáticos, Ashe le imprime a SYLVIE’S LOVE un sutil subtexto racial que aparece más que nada en situaciones que van por fuera de la historia de amor central: un encuentro de trabajo con connotaciones racistas, el viaje de un personaje a una marcha por los derechos civiles, una posibilidad laboral «inusual» para un personaje afroamericano. Son elementos que aportan a la recontextualización de la trama pero sin tratar de subvertir el género radicalmente (como lo hacían los filmes de Rainer W. Fassbinder en los ’70) sino manteniendo la elegante línea estética de aquellos melodramas. De hecho, los dos protagonistas principales raramente se ven del todo atravesados por estos problemas raciales. Y en algún punto resulta inteligente la idea de Ashe de, simplemente, cambiar la raza de los protagonistas manteniendo el resto casi tal cual era en los films de la época.
El desafío de este tipo de películas está en tratar de ir más allá del homenaje, de no quedarse en el juego estilístico fino y elegante de reproducir a la perfección una estética determinada. Y allí a SYLVIE’S LOVE le cuesta un poco más, ya que algunos lineamientos de la trama parecen organizados en función de cumplir con ciertos parámetros propios del melodrama, aún cuando no sean demasiado coherentes con lo que parece pasar con los personajes. Pero eso, que recién hará un poco de ruido sobre el final, logra ser superado por la química existente entre los protagonistas, la más sensible y emocionalmente abierta Sylvie y el más cauto y reticente Robert. Es gracias a eso que la película logra salir airosa del juego de «imitación de la vida» que se plantea.
En algún punto, lo que intenta Ashe aquí no es tan diferente a lo que probó hacer Todd Haynes en films como CAROL, LEJOS DEL PARAISO y la miniserie MILDRED PIERCE. Aún sin llegar a los niveles de complejidad, empatía y emoción que producían esos brillantes ejercicios de estilo, SYLVIE’S LOVE logra convertirse en una sentida historia de amor que juega a homenajear y a sutilmente alterar uno de los géneros más amados del cine de Hollywood de todos los tiempos.