Festivales: crítica de «Days», de Tsai Ming-liang
La contemplativa y silenciosa película del realizador de «The River» es un retrato de dos hombres solitarios de distintas generaciones que tienen un encuentro sexual ocasional.
Los dolores en el cuello de Kang vienen desde hace mucho tiempo. Uno podría decir que la carrera de Tsai Ming-liang está atravesada por los malestares físicos del personaje que encarna Lee Kang-sheng. Ya las primeras películas del realizador tenían a su protagonista sufriendo algún tipo de aflicción física –que son las del actor– y viendo DAYS es evidente que todas las experiencias budistas que lo acompañaron a lo largo de su carrera no le han servido demasiado para mejorar su dolor. Y si bien los problemas de cuello de Kang no son el único eje narrativo de la película de Tsai, esta vez tienen un protagonismo más fuerte que en otros films.
En una película que tiene tan pocos diálogos que se exhibe intencionalmente sin subtítulos vemos a Kang como un hombre solitario y dolorido que está solo en su casa, camina por la ciudad o concurren a sesiones de una bastante bestial terapia física (algún tipo de acupuntura) para tratar su malestar. Los planos, como es costumbre en la obra del realizador de THE RIVER y THE HOLE, son largos y mayormente fijos. Lo que van otorgando, en su delicado balance estético entre las distintos elementos en el plano –y sus distancias– es una sensación conocida en el cine de Tsai: la de la soledad. Una profunda y angustiante soledad que parece, en algún punto, tener también que ver con la aflicción física que sufre Kang.
Pero la película no se ocupa solo de él. Durante su primera hora, DAYS muestra en paralelo otra historia que parece no tener conexión alguna con la primera. Allí vemos a Non (Anong Houngheuangsy), un inmigrante laosiano que vive en Tailandia y es bastante más joven que Kang. Durante un buen tiempo lo veremos haciendo tareas cotidianas. Fundamentalmente, lavando y preparando una comida. Es evidente que hay diferencias sociales entre ambos –Kang vive en una casa elegante y Non está en una vivienda popular–, además de las generacionales. Pero la principal parece estar en la manera en la que ambos transitan su soledad. Para Kang parece ser una condena eterna, algo que su rostro deja ver en su gesto apagado. Non, en cambio, lo atraviesa de una manera que parece menos desesperante.
Kang y Non conectarán en la segunda parte de DAYS –si a alguno le preocupa el tema spoilers en este tipo de películas debería detenerse acá– mediante un largo encuentro sexual que ocupará casi todo el resto del metraje. Se trata, en realidad, de una sesión de masajes que sigue de largo hacia algo más y más íntimo, algo que Tsai muestra en unos pocos, cercanos y extensos planos que van centrándose en los detalles del cuerpo y del rostro de Kang mientras el de Non permanece casi siempre fuera de cuadro.
DAYS marca un regreso y una continuidad. En los últimos años el realizador taiwanés se había alejado de los formatos cinematográficos más tradicionales (el largometraje de ficción, digamos) para optar por modelos más experimentales, breves e instalaciones y hasta había dicho que estaba pensando retirarse del cine. Y esta película recupera al «Tsai de la gente», el cineasta manteniendo esa línea que algunos pensábamos que ya había quedado en el pasado.
Es cierto, también, que uno podría ver DAYS y pensar que Tsai se repite, que regresa a un modo de hacer cine que ya probó y que pareciera haber explorado en todas sus posibilidades. ¿Hay algo «nuevo» en esta película? ¿Algo que no haya hecho antes? Creo que sí. Que hay, por un lado, una destilación extrema de la forma, algo que queda claro con la ausencia de diálogos y la profundidad y extensión de los planos. Pero también, más que nada, en el grado de intimidad que logra a la hora de transmitir las experiencias físicas de Kang, tanto las dolorosas como las placenteras, que en algunos momentos parece ser la misma cosa. Si bien el suyo fue siempre un cine sensorial, acá parece llegar a una destilación mayor, con apenas un pequeño elemento dramático un tanto más evidente que parece homenajear al LIVERPOOL, de Lisandro Alonso.
Uno puede pensar que los films de Tsai y Lee –no sé si todos pero la mayoría de ellos– podrían ser parte de un ciclo similar al de Antoine Doinel entre François Truffaut con Jean-Pierre Léaud, que ya ha participado como «invitado» en las películas de Tsai. De REBELS OF A NEON GOD, de hace casi treinta años, hasta este DAYS de 2020 muchas de estas películas han contado distintos recorridos de una misma historia, la de un hombre solo y sufriente que busca alguna mínima conexión que le permita sobrellevar, aunque sea por un rato, tanto dolor.