Series: reseña de «The Flight Attendant: Episodios 1-3», de Steve Yockey (HBO Max)
Esta miniserie basada en la novela homónima de Chris Bohjalian se centra en una asistente de vuelo que se despierta una mañana en Bangkok con un hombre muerto en la cama y debe escaparse y a la vez investigar qué sucedió. Un thriller hitchcockiano en tono de comedia con Kaley Cuoco, Rosie Perez y Zosia Mamet.
La comedia de suspenso es un género que no se practica lo suficiente. Admitamos que es difícil hacerlo bien. Por cada experiencia lograda (PARASITOS o LA GRAN ESTAFA) hay decenas de productos fallidos que no consiguen generar humor en situaciones de alta tensión. Es una especialidad que requiere no solo de un buen guión y buenos diálogos de thriller sino un conocimiento del timing cómico que permita que convivan bien entre sí. Demasiado corrido a la comedia y la tensión decae. Y lo opuesto pasa si se invierten los factores.
THE FLIGHT ATTENDANT funciona bastante bien porque tiene un misterio bastante intrigante y una protagonista (la comediante Kaley Cuoco) que maneja a la perfección el tono que la historia pide. De vuelta: si uno se toma la trama demasiado en serio podría notar que está llena de imperfecciones, pero la puesta en escena y la actuación de Cuoco le permiten a la miniserie generarse ese espacio para que funcionen ciertos códigos del absurdo. No todos son igualmente logrados –sobre eso hablaré luego– pero de todos modos, a juzgar por sus tres primeros episodios estrenados juntos, da la impresión de ser una serie que promete.
Basada en la novela homónima de Chris Bohjalian, THE FLIGHT ATTENDANT cuenta la historia de Cassandra Bowden, una «asistente de vuelo» (lo que antes llamábamos «azafata» o «aeromoza») muy fiestera y divertida que aprovecha sus paradas en distintas ciudades del mundo para vivir aventuras, tener sexo casual y beber mucho, demasiado. Al principio parece un dato simpático pero pronto queda claro que es un problema bastante más serio: Cassandra es alcohólica y, a juzgar por los flashbacks que narran su infancia, empezó a beber desde muy muy joven. Y ahora arranca temprano –a veces en pleno vuelo– y no para hasta no recordar nada de lo que hizo esa noche.
Es, también, de las que les gusta flirtear con algunos pasajeros. Destinada a la Primera Clase, la vemos muchas veces sonreírle sugestivamente al 2B, 4A o 1C, como los conocen en la jerga sus compañeros de equipo, con los que tiene una buena aunque a veces un poco picante relación. En un vuelo a Bangkok empiezan las sonrisas y los tragos compartidos con 3C –que tiene todo el aspecto de empresario joven y exitoso– y eso termina en una cita para verse a la noche, algo que las reglas del trabajo expresamente prohiben. La salida parece ser un éxito (la serie filma este tipo de secuencias de montaje con la estética pop de ciertas películas de los años ’60) pero al levantarse Cassandra de la cama a la mañana siguiente encuentra que el tal Alex Sokolov está acostado al lado suyo, bañado en sangre, recontramuerto. La chica no tiene mejor idea que limpiar el piso, salir de ahí, subirse al siguiente avión y borrarse del mapa. Pero pronto la noticia trasciende y ella desespera.
La serie contará de ahí en más las peripecias de esta especie de versión moderna de la «rubia tonta» de tanto cine clásico. Pero no es una mirada retrógrada ni un tipo de personaje que ya dábamos por caduco. En realidad, esa caracterización es un poco una trampa, un juego que proponen los creadores de la novela y de la serie para trastocarlo. Pese a estar personificada por Cuoco como una chica algo torpe que, tras lo sucedido, toma una tras otra una serie de pésimas decisiones que no hacen más que enredarla en el crimen en cuestión, en algún sentido ese physique du rôle y actitud le juega a su favor ya que por eso mismo consigue cosas en su investigación personal que quizás no conseguiría por los caminos convencionales.
Cuoco es la estrella indiscutida de la serie, pero hay un interesante grupo que lo acompaña, empezando por Rosie Perez como su mejor amiga entre los asistentes de vuelo (el resto del equipo es también muy gracioso), Zosia Mamet como su amiga abogada que la ayuda en el caso cuando el FBI empieza a sospechar de ella y Michiel Huisman que sigue encarando a Sokolov después de muerto ya que la chica cree verlo en sus constantes alucinaciones (una pata de la trama que es útil y funcional pero que se pasa de absurda), muchas de ellas surgidas por su constante ingesta alcohólica. Es que la chica, pese al caos que vive, jamás le dice que no a un trago. Ni a dos. Ni a tres.
No apta para verosimilistas o los que necesitan que todo lo que vea sea plausible (la miniserie funciona dentro de los mucho más amplios parámetros del género en su vertiente cómica), THE FLIGHT ATTENDANT logra generar entusiasmo a partir de su espíritu hitchcockiano y gracias a la energía clásica que le aporta Cuoco al rol, una actuación «a la antigua» que hace recordar a las grandes actrices de la época de oro de este tipo de comedias (Katharine Hepburn, Carole Lombard o Claudette Colbert, entre otras), expertas en ese difícil arte de hacer humor con tacos altos.
La estrella de BIG BANG THEORY ha encontrado un producto a su medida (es una de las productoras ejecutivas) y le saca todo el jugo posible a su papel. Hay que ver, claro, cómo evoluciona la serie a lo largo de los cinco episodios que todavía faltan, pero si sigue de este modo (tiene buenas críticas y HBO Max ha dicho que es una de sus series originales más exitosas hasta el momento) no me extrañaría que esta miniserie basada en una sola novela termine convirtiéndose en la primera de muchas aventuras de «Cassie», la azafata rubia tarada que de tarada no tiene nada.