Estrenos online: crítica de «Let Him Go», de Thomas Bezucha

Estrenos online: crítica de «Let Him Go», de Thomas Bezucha

por - Críticas, Estrenos, Online, Streaming
25 Ene, 2021 06:30 | comentarios

Esta mezcla de western y drama familiar se centra en una pareja de abuelos que decide viajar a rescatar a su nieto de las violentas manos de su padrastro. Kevin Costner y Diane Lane protagonizan este film más complejo y extraño de lo que aparenta.

Acaso haya pocas películas recientes tan puramente estadounidenses como LET HIM GO. Y no me refiero solo a su estilo neo-western del siglo XX ni a la dupla protagónica que interpretan Kevin Costner y Diane Lane (una pareja tan sólidamente norteamericana que quedaron perfectos como los padres adoptivos del pequeño venido del planeta Krypton en EL HOMBRE DE ACERO) sino a la lógica narrativa que la atraviesa. Un drama cruzado con thriller y con algún que otro elemento de película de terror, la segunda película de Bezucha basada en una novela de Larry Watson podría definirse como un «gótico norteño» cuyo funcionamiento expresa de manera pura y dura un cierto sentir, digamos, nacional.

LET HIM GO comienza y, durante más de media película, funciona más que nada como un drama familiar. George (Costner) y Margaret (Lane) Blackledge componen una pareja que vive en un rancho en Montana a fines de los años ’50 junto a su hijo Ryan, su esposa Lorna (Kayli Carter) y el pequeño bebé de ambos, Jimmy. Apenas comenzada la película sucede una tragedia inesperada: en un accidente de a caballo Ryan muere de un violento golpe en la cabeza. Pero Bezucha no da tiempo a lamentos. Cuando parece que estamos por presenciar el entierro, en realidad la historia ha avanzado tres años y todos se están vistiendo para el nuevo casamiento de Lorna –cuya única familia son los Blackledge– con un tal Donnie.

Si bien el tono es calmo y melancólico, las cosas pegan otros dos vuelcos rápidos. Primero Margaret ve a Donnie siendo abusivo y violento con su ex nuera y con su nieto. Y cuando va a la casa en la que viven a hacerse escuchar –la señora es una mujer de decisiones fuertes– descubre que se han ido. Averiguando, llega a la conclusión que están en Dakota del Norte y decide subirse a un auto e ir a rescatar a su nieto de esa violenta situación familiar. George trata de retenerla pero le es imposible y, como no podía ser de otra manera siendo interpretado por Costner, decide acompañar a su mujer en el recorrido.

La primera mitad del film continuará en ese viaje que, como algunos han comentado, tiene algo de MAS CORAZON QUE ODIO y en el que ambos recorren los bellos y fríos paisajes del noroeste estadounidense buscando a su nieto y enterándose, en el camino, que la familia a la que pertenece Donnie (los Weboy) no tienen muy buena reputación en la zona. Finalmente dan con ellos, que viven todos juntos en un caserón de pequeño pueblo. Ahí están Donnie, Lorna y el pequeño Ryan, sí, pero también los otros hermanos Weboy y, sobre todo, la matrona apropiadamente llamada Blanche (la actriz inglesa Lesley Manville), una mujer dominante y de muy pocas pulgas. Y allí los Blackledge se darán cuenta que, salvo que la película se transforme en una paralela historia del origen del pequeño Superman, la idea de regresar a casa con el nietito no va a ser nada sencilla.

Lo que uno no imagina es que esa melancólica y triste película sobre dos estoicos pero amables sexagenarios que están todavía dolidos por la muerte de su hijo –y la perspectiva de no ver más a su nieto– se tornará bastante rápidamente en un sangriento thriller de revancha al mejor estilo Quentin Tarantino. Será mejor no contar mucho más, pero lo cierto es que de ahí en adelante LET HIM GO se abraza a parámetros más old school del género y la pelea por ver quién se lleva al pequeño niño se tornará súbita e inusitadamente violenta.

Es un giro brusco y un tanto inesperado. Si bien uno supone de entrada que las cosas se pondrán densas al llegar allí –se nos adelanta varias veces que los Weboy son… difíciles–, el tono de la película no hace esperar un cambio tan radical. Y si bien el parco Costner, con su imagen de tipo digno e impoluto (algo parecido se puede decir de Lane, más conversadora pero esencialmente una mujer en apariencia sensata), permite que la película conserve una cierta unidad, una vez que la más desaforada Manville y su troupe de niños salvajes aparezcan en la película, las cosas se volverán raras. Inquietantes, tensas y peligrosas, sí, pero un poco absurdas también.

El otro punto curioso de este oscuro y trágico neo-western tiene que ver con la lógica de la «misión» de estos, digamos, abuelitos consternados. Si bien uno imagina que en esos parajes solitarios y en unos años (alrededor de 1960) en los que no había tanto cuidado ni consideración por asuntos hoy tan relevantes como la salud mental de los niños y las leyes familiares, cuesta entender que la película asuma como normal y aceptable que los Blackledge vayan a la casa de la familia del nuevo marido de su nuera con la intención de llevarse a su nieto de ahí. Para el espectador es claro, viéndolos, que estarán mucho mejor con ellos que con estos Locos Addams de North Dakota, pero las leyes no funcionan así. Ni aquí ni allá. Ni antes ni ahora.

ESTE PARRAFO PODRIA CONTENER SPOILERS

Eso, claro, es algo que será parte de la trama cuando las cosas empiecen a ponerse violentas y los Weboy intenten mostrarse a sí mismos como víctimas de la invasión y del intento de secuestro del niño por parte de los Blackledge. Uno vio los hechos y sabe que es una afirmación discutible, pero cualquiera que escuche lo que pasó podría tranquilamente creerlo y considerar que –más allá de haber visto a Donnie golpear al niño, algo que en esa época tampoco era tan inusual y menos en medio del campo– los verdaderos villanos de la historia en realidad son los queribles Margaret y George. Y nunca queda muy claro que la historia considere como posible esa lectura.

FIN DE ZONA DE SPOILERS

Es interesante, también, leer esta película –cuyos bellos paisajes invitan a pensar en mudarse un tiempo a un rancho en esa zona– como una suerte de choque entre dos ideas de Estados Unidos que se consideran distintas y hasta enfrentadas entre sí (una, si se quiere, más «amable e inclusiva»; otra más tribal, violenta y compuesta por futuros votantes de Trump), pero que finalmente son mucho más parecidas de lo que ellos mismos parecen darse cuenta. Y en ese ambiguo agujero negro de una sociedad violenta parece funcionar este aparentemente simple pero finalmente bastante extraño y sangriento drama familiar.