Estrenos online: crítica de «About Some Meaningless Events», de Mostafa Derkaoui (MUBI)
Esta película marroquí de 1974, que fue prohibida en su país y se consideraba perdida, fue restaurada en 2018. Mezclando documental y ficción, es un fascinante ensayo sobre el rol del cine político en una sociedad en crisis.
La película marroquí ABOUT SOME MEANINGLESS EVENTS, de 1974, había estado «perdida» desde que el gobierno de ese país decidió censurarla por no ajustarse a la imagen que el Rey Hassan Ii quería promocionar de su nación. Solo proyectada clandestinamente allí y desde entonces nunca más vista públicamente, empezó a resurgir cuando, en 2016, un negativo de la película fue encontrado en la Filmoteca de Cataluña y restaurado en 2018. Tras pasar por varios festivales especializados, el film de Derkaoui aterriza en MUBI no tanto como un ovni sino como una representante feroz de una época y una cultura cinematográfica hoy prácticamente desaparecida.
El film de Derkaoui debe buena parte de su inspiración a las discusiones político-cinematográficas que tenían lugar en el mundo a principios de los ’70. Luego de Mayo de 1968 muchos cineastas europeos y del Tercer Mundo habían decidido abandonar todo tipo de circuito comercial y trabajar mediante formatos de cine documental –directo, experimental, reportaje o varias combinaciones de todas esas formas– cuyos ejemplos más conocidos pueden ser las películas de Pino Solanas (como LA HORA DE LOS HORNOS) o el cine hecho por Jean-Luc Godard desde que conformó el Grupo Dziga Vertov. Y si bien la película está muy conectada a esas propuestas de la época, hay también una suerte de crítica a ese concepto de cine «revolucionario» que la acercan más a AGARRANDO PUEBLO, de Luis Ospina y Carlos Mayolo, y sus ideas sobre la «pornomiseria».
ABOUT SOME MEANINGLESS EVENTS funciona como un documental ensayístico con elementos de ficción que puede ser visto también como una suerte de «padrino» de cierto cine iraní que, décadas después, jugaría también con la realidad, la ficción y la presencia del cine como mediador entre ambas. Siempre con imágenes capturadas con una notable cercanía en 16mm. y un diseño sonoro que logra incorporar el caos de las locaciones a la trama, la película podría dividirse en varios movimientos que van, de a poco, volviendo más enrarecida la propuesta.
El primero, el más estrictamente documental (o al menos juega a eso), captura las conversaciones en un bar de lo que parece ser la preparación del rodaje. Eso se continúa con entrevistas que el director y sus colaboradores hacen en calles aledañas de la ciudad de Casablanca con personas a las que les preguntan su opinión sobre el cine marroquí. Mientras conversan, fuman, lidian con los equipos de filmación y sonido en imágenes que muestran a un Marruecos vibrante, entre hipster e intelectual (los peinados, lentes y chaquetas vistas aquí merecen ser parte de una colección retro) van surgiendo distintas opiniones sobre la importancia o no de tener un cine nacional y cuál debería (o no) ser su misión. La discusión suele correr por el lado «entretenimiento versus cine con conciencia social». Algunos entrevistados parecen muy interesados en el tema y en sus implicancias y otros restan importancia a la necesidad de que exista un cine marroquí.
Pero de a poco todo empieza a cambiar ya que la película empieza a seguir el recorrido de un misterioso hombre por la ciudad. El director también lo observa y vemos cómo el equipo de filmación decide seguirlo hasta el puerto y someterlo al mismo interrogatorio acerca del cine. El hombre no parece saber demasiado del tema y deja responder a otros. Luego, mientras los cineastas y habitués del bar tratan de conquistar unas chicas y seguir bebiendo, de a poco una caótica situación tiene lugar allí. Una que termina con un asesinato que involucra al hombre que estuvimos «persiguiendo». Esto es: una escena de suspenso y acción seguida por otra, si se quiere, de persecución. De golpe, esa película ensayo sobre el cine marroquí se volvió un film de entretenimiento y acción. Pero todo volverá a cambiar otra vez y la película volverá a ser consciente de sí misma (acaso aquí más que nunca), ya que lo sucedido derivará en un debate interno de parte del equipo de filmación acerca de lo que deben hacer y del rol del cine ante situaciones como la que vimos.
Luego pasarán más cosas que no conviene adelantar pero que tratan de «reunir» las dos puntas de la discusión: documental versus ficción, la importancia de tener un cine nacional y el propio rol de los «cineastas comprometidos» a la hora de lidiar con la realidad circundante en toda su complejidad socioeconómica. Derkaoui y su grupo de amigos/colaboradores –todos ellos intelectuales de clase media– analizan también su propio rol dentro del mundo de la cultura y de la política marroquí, un país que estaba atravesando la época más dura (los llamados «años de plomo») del reinado de Hassan II. ¿Un cineasta debería filmar solo lo que conoce? ¿Puede un intelectual burgués captar la vida real de barrios populares que jamás ha pisado?
ABOUT SOME MEANINGLESS EVENTS comienza casi dando la sensación de ser un film que trata de captar el espíritu de su época y no más que eso. Una suerte de reportaje sobre la mirada que los marroquíes tienen sobre su propio cine (en general se divide entre los que quieren un cine políticamente comprometidos y los que prefieren films de entretenimiento egipcios, indios o de Hollywood) que, a la vez, captura ese específico momento de combustión cultural. Su giro, similar a los que haría el cine iraní mucho después, consiste en poner en la práctica las tesis o comentarios escuchados, haciendo entretenimiento de un hecho político, ya que el asesinato en cuestión tiene ese tipo de implicancias. Y luego, casi como si se tratara de un cine-debate que incluye su propia discusión, plantear lecturas posibles de la propuesta.
El otro impacto del film pasa por la potencia, el nervio y la intensidad de sus imágenes y su sonido. Con una banda sonora de free jazz (que le quita en un momento cualquier «pretensión» de documental), una cámara nerviosa que pasa de largos planos a cortes violentos manteniendo la mayor parte del tiempo una cercanía casi incómoda con los rostros de los protagonistas (gracias al uso de teleobjetivos) y una banda sonora invadida por la cacofonía de las conversaciones en la calle y los bares de Casablanca, la película de Derkaoui se vuelve también en una experiencia audiovisual muy potente. No solo llama la atención por su discusiones temáticas sobre el rol de los cines nacionales y por sus juegos entre la realidad y la ficción sino que, formalmente, es una experiencia vital y transformadora. Un verdadero hallazgo.
¿»…»padrino» de cierto tipo de cine iraní que, décadas después…giro, similar a los que haría el cine iraní mucho después…»? Lo siento, Diego, pero aun siendo de agradecer una reseña para con esta ignota pieza de Mostafá Derkaui, que sirva para redescubrirlo, estás equivocado. Esa vertiente del cine persa se viene cociendo desde antes y ahí están los trabajos setenteros de Mehrjui y Farrojzad para constatarlo. Es más, la técnica y temática del marroquí ya estaba presente en «Los mongoles», de Parviz Kimiavi, ¡de 1973!