Estrenos online: crítica de «Barb and Star Go to Vista del Mar», de Josh Greenbaum (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «Barb and Star Go to Vista del Mar», de Josh Greenbaum (HBO Max)

En esta absurda y muy divertida comedia, dos grandes amigas se van a pasar sus vacaciones a un resort en la Florida, en el que vivirán extrañas aventuras. Con Kristen Wiig, Annie Mumolo y Jamie Dornan.

Se puede decir de cualquier película y género, pero en el caso de BARB AND STAR GO TO VISTA DEL MAR queda muy claro qué es lo esencial para que una comedia funcione: grandes personajes y una gran química entre ellos. Una vez que se consigue eso, uno puede tirarle encima casi cualquier cosa que el asunto muy probablemente funcionará bien. ¿Un ejército de moscas asesinas? ¿Una villana albina víctima del bullying? ¿Un espía enamoradizo propenso a bailar y a cantar? ¿Un niño repartidor de diarios fanático de Barbra Streisand? Sí, cualquiera de esas cosas. Teniendo a Barb y a Sara (o Kirsten Wiig y Annie Mumolo, que escribieron juntas DAMAS EN GUERRA), dos protagonistas y guionistas con una excelente comprensión del género en todos sus detalles, la película no puede fallar. Y no falla.

BARB Y STAR… deja en claro el tono al que aspira de entrada, con la escena del niño cantante y la aparición, en rápida sucesión, de una serie de bizarros personajes y una trama digna de AUSTIN POWERS. Los que pensaban que iban a ver una comedia sobre dos mujeres de mediana edad yéndose de vacaciones a la Florida pensarán que se han equivocado de película. Acá hay una excéntrica villana que vive en un refugio secreto y que planea lanzar un ejército de moscas asesinas para acabar con toda la población de una ciudad. Su enamoradizo hombre de acción (Jamie Dornan, de 50 SOMBRAS DE GREY) es el encargado de poner el asunto en marcha y el niño cantante tira también bombas.

Es así que, mientras muchos espectadores chequean para ver la sinopsis de la película, la cosa cambia y aparecen nuestras heroínas, Barb (Mumolo) y Star (Wiig), sentadas en un sofá del local de un shopping de Soft Rock, Nebraska, conversando y conversando y conversando. Estamos ante dos amigas inseparables, dos «Perlas» que hablan una encima de la otra, complementándose, como si fuera un monólogo dividido entre dos voces que corren de modo entrecruzado. Es fantástico prestar atención a la destreza verbal de las dos actrices/coguionistas: es una coreografía con palabras. Hablan sobre cualquier cosa, pero su conversación fluye como música, como danza.

Barb y Star reciben una mala noticia de entrada: la mueblería en la que «trabajan» cerrará y ambas han sido despedidas. Tras cruzarse con una amiga en la calle que les habla maravillas de Vista del Mar –un lugar en la Florida al que se fue de vacaciones– y luego ser echadas de un despropósito hilarante llamado «Talking Club» por no respetar las estrictas reglas de este lugar de encuentro de amigas, la dupla decidirá usar el dinero de sus indemnizaciones para pasar unos días allí. Ninguna –casi está de más decirlo– conoce el mar.

Es así que Barb y Star van a la mítica Vista del Mar, se cruzan con el «peligroso espía» Edgar -sí, su misión asesina se hará allí– y viven una serie de absurdas aventuras, se pelean por el apuesto muchacho y descubren el placer de las vacaciones en el resort más tacky del mundo. Pero el principal disfrute de la película estará en los diálogos entre las chicas, capaces de estirar de manera delirante un riff cómico sobre la perfección del nombre Trish, cambiar de hotel y colarse en otro cuando se dan cuenta que el que eligieron no es exactamente el que querían, improvisar excusas para ver al galán en cuestión, conversar con un cangrejo parlante o soñar con montarse a un peculiar Banana Boat, entre otras absurdas situaciones. Hasta que, claro, en un momento nuestra villana quiera operar su venganza sobre la gente del lugar y todo se complique un poco.

La película de Greenbaum (director de varios documentales sobre temas cómicos) incluye un par de momentos musicales, varios cameos o breves participaciones de famosos actores (mejor no adelantar nada) y una cadena de acontecimientos cada vez más bizarros. Greenbaum se ocupa muy bien de crear un universo de colores pastel, casi de animación, para incluir las actividades de las dos cuarentonas de vacaciones, algo que se complementa muy bien con un diseño de producción y un vestuario que debería ser parte de la colección permanente de un museo cuyo tema sea «norteamericanos de mediana edad haciendo turismo en la Florida».

Es cierto que la película termina siendo un tanto larga y que, más allá de otra delirante aparición de Wiig como la albina villana, la trama de espías de la película no es más que una excusa para poner en marcha algunas acciones y conflictos de la trama. Pero tanto el director como las guionistas saben que es un tema muy secundario y lo resuelven con bastante eficacia. Algo similar pasa cuando Barb o Star tienen sus aventuras por separado, si bien Edgar/Dornan está más que a la altura del alocado dúo. Es que la película brilla, pasa a otro nivel por completo, cuando están juntas. Es, verdaderamente, un monstruo de dos cabezas. Si las nominan a los Oscars deberían hacerlo como una sola persona. Best Friends Forever.