Estrenos online: crítica de «The United States vs. Billie Holiday», de Lee Daniels

Estrenos online: crítica de «The United States vs. Billie Holiday», de Lee Daniels

Con una actuación extraordinaria de Andra Day en el rol de la mítica cantante de jazz, la película del realizador de «Precious» se centra en los últimos años de su vida y en sus problemas con las drogas y las autoridades.

Como ya parece ser una costumbre reciente de las biografías cinematográficas, THE UNITED STATES VS. BILLIE HOLIDAY elige centrarse en un período específico y relacionado al final de la carrera del personaje que retrata. En este caso, el que abarca la década y algo en la que la cantante de jazz fue espiada y perseguida por el Federal Bureau of Narcotics. A partir de 1947, Holiday tuvo un seguimiento por parte de un infiltrado dentro de su grupo íntimo (un poco parecido a lo que sucedió en JUDAS AND THE BLACK MESSIAH, otro estreno reciente) y la película elige la lógica de esa relación como eje narrativo.

Según el guión escrito por Suzan Lori-Parks en base al libro Chasing the Scream: The First and Last Days of the War on Drugs, de Johann Hari, la persecución a Holiday excedía los límites de la llamada «guerra contra las drogas» y tenía por eje sacarla de los escenarios o al menos impedirle cantar Strange Fruit, una de sus canciones más célebres, cuya letra describe de manera muy cruenta y dolorosa una escena de linchamiento de un afroamericano en el sur de los Estados Unidos. Se la consideraba una canción «peligrosa» y la mera idea de que sea interpretada en vivo parecía ser un problema gravísimo para Harry Anslinger (interpretado por Garrett Hendlund), el racista jefe de la agencia de narcóticos que tenía entre ceja y ceja impedirle a Billie ejercer su profesión.

La película, que usa una entrevista a finales de su vida como una suerte de pivote narrativo, arranca ya en 1947 cuando Holiday atravesaba un período exitoso en su carrera pero estaba, a la vez, muy «enganchada» con la heroína. En su vida aparece un tal Jimmy Fletcher (Trevante Rhodes, de MOONLIGHT), que parece ser un admirador pero en realidad es un agente de Narcóticos que intenta agarrarla in fraganti. Lo extraño de la organización narrativa del film es que el descubrimiento del infiltrado, la detención y el juicio que le da título suceden antes de la media hora de iniciado y terminan con Holiday en la cárcel.

Luego empezará casi otra película, más interesante y menos obvia que la primera, en la que Fletcher regresa a la vida de Holiday pero ya no es claro hasta qué punto lo hace trabajando para sus jefes o si la experiencia de estar con la cantante y su entorno lo va haciendo cambiar de bando. Con eso de por medio, la película seguirá mostrando el derrotero de la carrera de Billie, sus problemas para conseguir donde cantar –ante la imposibilidad de recuperar su licencia para hacerlo en clubs de Nueva York–, sus éxitos y shows importantes como el del Carnegie Hall, su difíciles relaciones románticas, las nuevas persecuciones, más complicaciones ligadas a la célebre canción y, más que nada, sus continuos problemas de dinero y con la adicción a la heroína.

Lee Daniels, un director que no conoce de sutilezas ni de contención (de PRECIOUS a PAPERBOY, en cine, y de EMPIRE a STAR en series, ha hecho una carrera dedicada al exceso) no iba a cambiar de estilo a la hora de tratar un personaje tan mítico. Y la historia lidia con ese problema como puede. Cada vez que Daniels tiene que tratar algún tema importante de la vida o la carrera de Holiday la película pierde por completo los estribos, volviéndose una suerte de didáctico y excesivo «ladrillo» centrado en enseñar a los espectadores algo que todos ya saben: la gravedad y densidad del racismo en los Estados Unidos, todavía más fuerte en esos años que en la actualidad.

La película pierde varios puntos ahí y en la desorganización de un guión que parece más pensado como una serie de episodios en la vida de la cantante que con una coherencia estrictamente cinematográfica. Pero lo que no funciona ahí levanta bastante en otros dos aspectos. Más que nada gracias a la labor de la cantante norteamericana Andra Day que, en el que es prácticamente su debut actoral, realiza un trabajo extraordinario en todos los aspectos. No solo canta (es su voz la que se escucha) y habla con el mismo tono rasposo de Billie en la última etapa de su vida, sino que captura a la perfección la mezcla de dureza y fragilidad de la cantante, su sufrimiento personal y su excelencia escénica. En un trabajo completísimo que quizás merecía una mejor película a su alrededor.

De todos modos Daniels logra generar algunos momentos valiosos, especialmente cuando la película se aleja de sus «grandes temas» y se dedica a contar la vida íntima de Holiday, Fletcher y los músicos y asistentes que trabajaban con ella. En escenas de camarín, en las giras, los buses, los hoteles y en los momentos de intimidad entre Billie y su perseguidor/amante, la película logra evitar algunos de sus clichés y obviedades (como sucede cada vez que aparecen los miembros del FBI o la División Narcóticos, que parecen sacados de un film de superhéroes) y pinta de una manera mucho más cruda, directa y sincera la vida cotidiana de la cantante: sus amistades, sus momentos de liviandad, sus problemas amorosos y, sobre todo, su dependencia con las drogas.

Hay algunos momentos de estilización visual –juegos con el blanco y negro, con la suciedad de la imagen y el material de archivo, ciertos detalles visuales ligados a describir sensaciones ligadas al uso de la heroína– que, aunque creativos, no siempre funcionan del todo bien en el marco de lo que se está contando. Pero así es y será el cine de Daniels. Aún con todos sus problemas y seguramente ayudado por la «nominable» actuación de Day, THE UNITED STATES VS. BILLIE HOLIDAY termina siendo la mejor de sus películas. Lo cual, es cierto, no es mucho decir (sus tres anteriores son casi inmirables), pero si uno arranca con las expectativas más bien bajas quizás termine encontrándose con un film que, por momentos, logra capturar de manera muy honesta la fascinante y dolorosa vida de la gran Billie Holiday.


Esta es la banda sonora de la película con las canciones interpretadas por Andra Day.